11. Lluvia de recuerdos [parte 1]

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Las primeras semanas pasaron para Jeremy en un abrir y cerrar de ojos. En algún punto se había cansado de visitar cada noche el salón de música, así que ahora se limitaba a ir una o dos veces, cada vez más seguro de que aquello solo había sido su imaginación.

Pero debía admitir que tenía una muy buena imaginación.

Apenas estaba comenzando el tercer mes y ya tenía que empezar a preparar los examenes, la estúpida universidad los ponía de forma trimestral, y con el escaso tiempo que le quedaba para él mismo, no podía pensar en que tres semanas fuesen suficientes. Por si fuera poco, se le estaban acabando los alumnos que realmente encajaban con el tipo que buscaba para pasar la noche, además de que algunos eran completamente hetero y sus intentos de seducción no habían surtido efecto.

¿Por qué no podían ser todos los chicos de la universidad gays?

Suspiró por enésima vez en ese día, no todos sus planes iban como él deseaba y eso le molestaba. Y como cereza en el pastel, Byron se comportaba muy extraño los fines de semana, los sábados apenas y podía verlo, a veces ni siquiera sabía dónde se encontraba. Cada vez que le preguntaba, recibía una respuesta evasiva y sabía que no le diría hasta que él mismo se cansara de ocultarlo.

Y ya eran inicios de marzo...

Se estremeció de solo pensarlo y sacudió la cabeza, no deseaba que sus recuerdos tomaran posesión de su mente, no ahora. Cuando Byron había sacado el tema muchas semanas atrás, pensó que iba a quebrarse en ese mismo instante, no había pensado en la posibilidad de que su subconsciente le hiciera una mala jugada, y todo lo del violinista haya sido su imaginación por su atrofiada estabilidad mental.

—Profesor Wild, ¿podría venir un momento? Cometí un error al dibujar la dirección de la luz y ahora no puedo proyectar la sombra —habló uno de sus estudiantes para sacarlo de sus pensamientos.

—Por supuesto —respondió con una radiante sonrisa al acercarse a su alumno.

Y otra vez esa mirada estaba ahí.

Esta vez decidió no voltear, ya estaba cansado de hacerlo cada vez que tenía clase con ese chico. Cada vez que le dirigía una sonrisa a cualquiera de sus estudiantes, él lo taladraba con la mirada de una forma impresionante, a Jeremy le había molestado desde el principio que alguien con una mirada tan fría, y con una personalidad tan calculadora estuviese en una de las clases más extrovertidas que podía impartir la universidad.

Al principio había pensado que eran celos, por lo que continuó tratándolo de la misma forma en la que trataba a los demás, tal vez con un poco más de atención de la que debía, pero a las primeras semanas nada de lo que había dicho o hecho dio resultado. Solo parecía empeorarlo, así que se cansó. Si esas miradas eran por su actitud "liberal" y diferente, entonces el tipo podía ir y tirarse de algún edificio, le importaba una mierda. Sebastian Wayne era un completo dolor de cabeza.

¿Lo peor? Era uno de los mejores dibujantes de la clase.

La técnica era perfecta, nunca había un margen de error, era bastante ágil con cualquier estilo e incluso era mejor cuando hacía las pinturas al óleo. Probablemente era lo que a Jeremy más le molestaba, su perfección.

¡Estamos hablando de arte, maldita sea! ¿Por qué tienes que ser tan serio?

Al chico le faltaba algo, y era lo que a ningún artista podía faltarle: Pasión y sentimiento. ¡Cualquier cosa que fuese hecha lo necesitaba! Así fuese el mismo y perfeccionista Miguel Ángel, la pasión en sus pinturas y esculturas podía sentirse en cada una de sus obras, grandes artistas no lo eran por su estilo, lo eran por el sentimiento que le transmitían a todo el mundo.

M. Byron [The Teacher] - ¡Disponible en físico!Where stories live. Discover now