El demonio radio encontró un libro misterioso en un callejón y al leer unas palabras grabadas en este fue teletransportado a un mundo donde todos eran ponis. Mientras él esté en este mundo aprenderá el significado de la amistad y compartirá a grande...
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Alastor se levantó del suelo y miró a su alrededor, intentando encontrar una salida. Pero la oscuridad era total, y no podía ver nada más allá de los barrotes que lo rodeaban.
Se aburrió de esperar, así que decidió tomar el asunto en sus propias manos. Pero, al intentar utilizar su magia oscura, se dio cuenta de que estaba siendo suprimida por el campo de fuerza que rodeaba Canterlot.
Alastor: Maldición... Solo tengo un poco de poder mágico pero aún así Creo que servirá.
Dijo, frustrado. Sabía que el campo había sido diseñado por Shining Armor y reforzado con la magia de la Princesa Celestia, lo que lo hacía casi impenetrable para la magia oscura.
Aun así, Alastor intentó encontrar una forma de sortear el campo. Concentró su energía y logró hacer que una débil llama oscura parpadease en la punta de su cuerno mágico. Pero, en lugar de ser la fuente de poder que solía ser, la llama parecía débil y temblorosa. Alastor gruñó, sabiendo que tendría que encontrar otra forma de superar el campo si quería escapar. Se paseó por la celda, buscando una forma de aprovechar su magia débil para encontrar una salida.
La oscuridad era tan densa en la celda contigua que Alastor apenas podía ver la figura que se encontraba en ella. Pero cuando la figura se movió, Alastor vio el brillo de unos ojos que le resultaban familiares.
Alastor: Cadence...¿Eres tú?.
La figura se acercó a los barrotes, y Alastor vio que era la Princesa Mi Amore Cadenza. Su cuerpo estaba cubierto de rasguños y moretones, pero su mirada era la misma que Alastor recordaba.
Princesa Cadence: Alastor...
susurró Cadence, su voz débil pero llena de angustia.
Alastor se acercó a los barrotes, su mente trabajando a toda velocidad. ¿Cómo había llegado Cadence aquí? ¿Era una trampa? ¿Estaba tratando de engañarlo?
Pero cuando miró a los ojos de Cadence, vio algo que le hizo dudar. Vio dolor, vio miedo, vio desesperación. Y por un momento, Alastor se preguntó si estaba equivocado.
Alastor se acercó más a los barrotes, su mirada escrutadora.
Alastor: No te creo. Tú no eres la real. Eres una cambiante, una impostora.
Cadence negó con la cabeza, una sonrisa triste en su rostro.
Princesa Cadence: No, Alastor. Soy la verdadera Cadence. Y puedo probarlo.
Alastor: ¿Cómo?.
Cadence cerró los ojos, como si estuviera recordando algo lejano.
Princesa Cadence: Recuerdo cuando era la niñera de Twilight, cuando era solo una pequeña potrilla. Recuerdo cómo jugábamos juntas en los prados de Canterlot, cómo le leía historias antes de dormir. Recuerdo cómo la protegí de las sombras que la acechaban, cómo la guié hacia su destino.
