El demonio radio encontró un libro misterioso en un callejón y al leer unas palabras grabadas en este fue teletransportado a un mundo donde todos eran ponis. Mientras él esté en este mundo aprenderá el significado de la amistad y compartirá a grande...
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Alastor, sonreía de oreja a oreja al sentir que su magia ya no estaba suprimida por el campo de fuerza. Empezó a crear varias copias de sí mismo, un total de cinco, que se erguían a su alrededor con la misma sonrisa traviesa. Luego, con un movimiento de su cuello, las copias desaparecieron y cientos de espadas oscuras surgieron a su alrededor, brillando con una luz maligna. Finalmente, con otro movimiento de su cabeza, las espadas también desaparecieron.
Alastor: Si no fuera por ese estúpido campo, me hubiera desecho de esa estúpida reina Chrysalis.
dijo Alastor, mirando en dirección al castillo con una mirada de desdén.
Cadence solo miraba impresionada a Alastor, jamás había imaginado que él tuviera tanto poder mágico.
Alastor miró a Cadence con determinación.
Alastor: Bien, hay que encontrar una manera de entrar ahí sin que mi poder se debilite..... ¡Cadence! Quiero que tú vayas allá y tengas la boda".
Princesa Cadence: ¿Y qué harás tú?"
Alastor miró nuevamente hacia Canterlot y el campo que suprimía su poder mágico. A lo lejos, se podía ver a un montón de cambiantes que querían atravesar el escudo, pero no podían.
Alastor: Tengo la sospecha de que el escudo que protege al reino se eliminará pronto. Y cuando eso pase, yo mismo me encargaré de Chrysalis.
Alastor esbozó una sonrisa siniestra en su rostro, lo que hizo que la princesa del amor retrocediera un poco con miedo evidente en su rostro. Alastor notó esto y se rió de forma burlona de ella, antes de mirar el castillo nuevamente y sonreír al ver que su plan podría tener éxito.
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En el castillo de Canterlot, la falsa princesa Cadence se admiraba en el espejo, sonriendo satisfecha con su reflejo. Luego, con un brillo de su cuerno, hizo aparecer una flor delicada en el aire frente a ella. Con su magia, la flor comenzó a flotar, y Cadence empezó a cantar con una voz suave y melodiosa, pero con un tono siniestro y ominoso que contrastaba con la belleza de la escena.
Después de cantar, Cadence miró con determinación hacia adelante, mientras una última lágrima caía de su mejilla hasta llegar al piso del bosque. Luego, se dio la vuelta y miró a Alastor, quien la observaba con su gran sonrisa de siempre, pero con una mirada comprensiva y relajante. Cadence se enderezó y dijo con firmeza.
Princesa Cadence: Estoy lista, Alastor. Empecemos con esto.
Alastor solo sonrío más ampliamente antes de desaparecer en un manto de sombras.
