Evidentemente, el grupo de apoyo se disolvió. La verdad cayó sobre ellos como una tormenta inesperada, implacable y dolorosa. No pudieron seguir adelante sabiendo que todo aquello no era más que una farsa, una elaborada excusa para unir a dos hermanos que apenas compartían un vínculo, más allá de un padre que nunca lo había sido del todo. Al menos, no para Camila.
Lauren apoyó la decisión de Camila de apartarse de todo aquello y jamás la presionó para que regresara ni para que retomara el contacto con su mejor amiga o con su hermano. Entendió, quizás mejor que nadie, que Camila necesitaba tiempo, espacio y, sobre todo, paz. Además, Lauren tuvo que enfrentar sus propios demonios; cicatrices profundas que demandaban su atención.
Tal vez por eso se entendían tan bien, razonaba Lauren. Las dos tenían múltiples heridas que necesitaban sanar.
Cuando Camila escuchó los golpes en la puerta de su pequeño departamento, siempre acompañados del dulce quejido de un perro ansioso, sintió su corazón desbocado, como si quisiera escapar de su pecho. Caminó hasta el espejo cercano a la entrada y se detuvo un instante para arreglarse el cabello, alisar su ropa y asegurarse de que al menos lucía presentable.
Y aunque sabía que a su novia le encantaba tal cual era, había algo en Lauren que la hacía querer ser la mejor versión de sí misma.
—No necesitas hacer todo eso, Camz —dijo Lauren con una voz que traspasó la puerta, cálida y cargada de ternura, una suave risa colándose entre sus palabras—. Seguro te ves hermosa.
Y tuvo razón. Cuando Camila abrió la puerta, la sonrisa de Lauren fue la primera prueba de ello. Su mirada chispeante la recorrió con adoración, mientras Leo, su pequeño perro, saltó con entusiasmo alrededor de Camila, como si también quisiera confirmar cuánto la había extrañado.
Y cuando Camila estaba con Lauren, no necesitaba espejos. Podía reflejarse perfectamente en sus ojos verdes, que la miraban como si una vida sin ella fuera imposible.
—No sabía que una diosa me visitaría hoy —atacó Camila con coquetería, sus manos aferrándose a la camisa de Mr. Sad, esa prenda que tanto le gustaba ver en ella, antes de tirar de ella para plantar un beso suave, pero intencionalmente lento, en sus labios—. De haberlo sabido, habría puesto un altar.
—¿Qué mayor ofrenda que el privilegio de deslizar mi lengua entre sus piernas, Madame H? —contraatacó Lauren, su voz transformándose en un susurro grave y sensual que recorrió la piel de Camila como una corriente eléctrica.
Las palabras de Lauren lograron que el corazón de Camila golpeara con fuerza en su pecho. Sintió cómo el calor subió por su cuello, erizando cada centímetro de su piel, mientras una mezcla de deseo y cariño se avivó en su interior. Todo en Lauren era magnético, hipnótico, y Camila no pudo ni quiso resistirse.
Lo que pudo haber escalado a un momento de pasión se interrumpió gracias a Leo, quien, cansado de esperar atención humana, soltó un ladrido agudo que desarmó la burbuja que envolvía a ambas.
—Está bien, gruñón —bromeó Camila antes de abrir más la puerta e invitar a Lauren a pasar.
Con cuidado, retiró el abrigo de su novia, dejando que sus dedos rozaran su cuello mientras lo hacía, un gesto pequeño pero premeditado. Luego, incapaz de resistirse, depositó un beso en su piel, justo al costado del cuello, y dejó que sus labios permanecieran allí un segundo más de lo necesario, absorbiendo su aroma, ese perfume que era tan suyo y que la volvía loca.
Lauren sonrió suavemente al sentir el gesto y, con toda naturalidad, entró al pequeño departamento, liberando a Leo de su correa para que explorara como si estuviera en casa. Porque lo estaba.

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||Antes del Arcoíris - CAMREN||
Fanfiction¿Se puede ser completamente feliz? Camila cree que sí. ¿Se puede ser completamente triste? Lauren cree que sí. +¿Qué viene antes del arcoíris?+