Capítulo 1

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Hoy cumplo diecisiete años, y puedo decir que jamás he sido tan feliz. Tengo a mis padres sanos y salvos, tengo una hermana mayor de diecinueve años, hemos convivido en perfecta armonía, es la mejor bendición que pude tener.
Me levanto de la cama y bajo las escaleras, y veo a mi madre horneando un pastel, ella es de estatura mediana, tiene el cabello castaño y rizado y unos ojos de color azul, y luego veo a mi padre que tiene el cabello liso y algo encanecido, es un poco mas alto que mi madre, su piel es pálida como la mía y tiene los ojos de color celeste, está sentado en la mesa con el periódico del día y Elizabeth aún duerme, son las 9:15 a.m y hace un día precioso, en cuanto mis padres me ven, ni os cuento la fiesta que me hacen, son muy dulces.

- ¡Annie! Cariño, ¡feliz cumpleaños! oh, cada vez te me vas haciendo más grande -sus ojos se llenan de lágrimas y le contesto:

-Gracias, mamá. ¡Huele muy bien ese pastel! -le sonrío muy alegre

- Oh, si, ya sabes, más tarde lo decoramos, ¿de acuerdo? -me pone un mechón que se me ha caído de la coleta tras la oreja

- Feliz cumpleaños, hija. - mi padre me da un abrazo.

- Gracias papá -le devuelvo el abrazo aún más fuerte.

Los quiero demasiado, no sé que haría sin ellos, son mis ángeles, sé que darían todo por mi. Mi madre nos sirve el té con algunas tostadas y mermeladas. Escucho que Elizabeth se levanta, y alzo la vista para verla bajar, ella es de estatura mediana así como yo, tiene el cabello liso y castaño y ella me saluda con una sonrisa que le llega a sus grandes ojos celestes , como si fuera ella la del cumpleaños, me levanto y me da un abrazo teatral, escucho a mi madre reír, y veo a mi padre por el rabillo del ojo que menea la cabeza en forma de negación pero en broma por supuesto.

- TE ESTÁS PONIENDO MAYOR -me dice muy eufórica

- Bueno, bueno, ya lo sé, ¡dejen de decir eso! -me río

- Oye, ¿es eso una cana? -me mira el cabello con el ceño fruncido

- ¿Qué? ¡No! Claro que no -digo a modo de duda, e inmediatamente voy hacia el espejo que hay en la sala de estar y me miro el cabello del frente.

Oigo como mis padres y Elizabeth se parten de la risa y cuando me vuelvo hacia ellos veo que la pobre Eli respira a penas de tanto reír, y yo pongo los ojos en blanco.

- ¡Annie, era solo una broma! -me dice Elizabeth mientras trata de calmarse

- Ya veo. Tengo hambre, dejen que coma mi desayuno -digo con un intento de falsa frustración y sonrío.

Todos nos sentamos a desayunar, y hablamos de temas muy variados, hasta que nos terminamos el desayuno.
Mamá, Elizabeth y yo decoramos el pastel y papá está en la sala viendo las repeticiones del partido de ayer. Y así pasamos el día hasta que son las 3:45 p.m.
Yo voy a mi habitación y entro al cuarto de baño a darme una ducha y vestirme para ir a casa de Jack, él es mi mejor amigo, lo conozco desde que tengo quince años, dijo que tiene un regalo para mi, así que al salir del baño, elijo mis jeans negros, camiseta rosa pálido, y unas zapatillas, me miro al espejo para verme, y veo a una chica de piel pálida, ojos grandes y azules, con el cabello rizado y castaño, que me mira con una sonrisa. Cojo mi bolso y me despido de mi familia avisando que volveré en un par de horas.

Cuando llego a la casa de Jack, toco la puerta un par de veces y me recibe la señora Maxwell, ella es muy refinada, lleva un vestido negro al cuerpo que le llega a las rodillas y un tacón negro, tiene el cabello liso y rubio en una cola de caballo sin dejar salir ni un mechón y un maquillaje natural que resalta el color claro de sus ojos marrones, me saluda por mi cumpleaños y me deja pasar, el interior de la casa es grande y espaciosa, el piso es blanco y las paredes son de un tapiz color beige, en la sala de estar hay una alfombra enorme de color beige y sobre ella se encuentra el juego de livings de cuero negro y en medio una mesa de vidrio con un jarrón transparente y unas margaritas blancas naturales, la señora Maxwell me informa que Jack esta en su habitación y que allí me espera.
Subo al cuarto de Jack, está vestido con un jean negro y una camiseta negra, el es alto, tiene músculos normales, tiene el cabello rubio oscuro, y unos ojos celestes, es muy guapo... al verme, salta de su cama y me da un abrazo teatral dándome vueltas y me besa la mejilla.

- ¡Feliz cumpleaños Annie! Oye, oye a que no sabes lo que tengo para ti -sonríe

- Pues no lo sé, ¡dime ya!

Se da la vuelta y va en busca de algo que no tengo idea en su armario, cuando se vuelve hacia mi, veo una caja mediana envuelta en papel regalo, él me lo da.

- Ábrelo -me dice con entusiasmo y hago lo que me pide. Cuándo veo lo que es me pongo a saltar y a gritar de la felicidad, lo abrazo de una forma tan acelerada que lo tiro al suelo y veo que hace una mueca de dolor y se ríe

- ¡Eres una loca!

- Y tú eres un maldito genio, ¡OH! No puedo creer, ¡es el micrófono profesional que vi la semana pasada en la tienda! No puedo creer que te hayas dado cuenta

- Oye pero si lo mirabas y se te caía un hilo de baba -se parte de risa- no es nada Annie, sé lo mucho que adoras cantar y que ésto es lo que quieres -me dice con una sonrisa de oreja a oreja

- De verdad no se como agradecerlo, ¡eres el mejor Jack! -lo abrazo de nuevo.

Pedimos una pizza y nos pasamos hablando de los trabajos que debemos entregar la próxima semana en el colegio, hablamos de que su padre ha estado fuera por trabajo y que vuelve dentro de unos días, hablamos de diversos temas que fácilmente me olvido de todo, la paso muy bien con él, la verdad es que él ha sido de apoyo en todo momento y de verdad se lo agradezco.

Antes de que se haga muy oscuro, regreso a mi casa, agradeciéndole a Jack el día de hoy. Cuando llego mamá y papá ven una película en la sala y veo a Elizabeth en su ordenador portátil en el comedor, los saludo y les cuento el día con Jack.
Subo a mi cuarto y me meto a darme una ducha, el día de hoy ha ido perfecto y no podría estar mejor.

Son las 9:02 p.m y bajo al comedor con la cena lista, ya llevo mi pijama puesto.

Cuando subo, me cepillo los dientes y me meto a la cama, mi habitación no es muy grande, las paredes son de color celeste claro, cortinas azules, tengo mi escritorio, el guarda ropas, mi cama donde cabrían fácilmente dos personas, y el cuarto de baño.

Me acuesto, pensando en el día perfecto de hoy y me voy a un sueño profundo.

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