14. Paranoica y nerviosa

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Drew soltó una fuerte risotada que hizo que abriera los ojos y lo volteara a ver. Estaba sentado con las piernas cruzadas en el centro de su cama, a pocos centímetros de mis muslos, y sonreía viendo entretenido su mano. Tuve que forzar mucho la vista para poder ver a la pequeña hormiga que corría por su palma.

—Creo que debería irme ya— susurré. El efecto del LSD ya casi me había abandonado y comenzaba a sentirme tonta.

—Como quieras— contestó sin verme. Creo que se tomó otra dosis en algún momento pues sus pupilas aún están muy dilatadas

Me paré lentamente de la cama, acomodé un poco mi ropa quitando las arrugas por estar tanto tiempo acostada y me peiné un poco con los dedos; durante todo ese tiempo Drew estuvo completamente embelesado con el insecto en su mano.

—Eh... Joy— me habló cuando estaba por abrir la puerta. —Sería una buena idea que nadie te vea hasta mañana—

Asentí aunque Drew no me vio. No quería tener problemas por esto.

Por la poca luz que se colaba por las cortinas corridas creo que comenzaba a anochecer pero no estoy segura, perdí por completo la noción del tiempo que estuve aquí encerrada, algo entre quince minutos y diez horas.

Abrí lentamente la puerta, tal vez ya todos estén cenando o en sus habitaciones y los pasillos estén vacíos, pero tal vez no y las personas vagabundean por ahí aprovechando el día libre.

Pasillo vacío, es seguro salir.

Cerré la puerta intentando hacer el menor ruido posible y caminé rápido viendo hacia todos lados, cualquiera que me viera sabría de inmediato que escondo algo.

A medida que me acercaba a las áreas comunes me encontré con más personas en los pasillos, por lo que me obligue a dejar de voltear, hasta me dolió el cuello por el esfuerzo.

Intenté parecer menos paranoica y nerviosa.

Soy sólo una chica más caminando, nada sospechoso por aquí.

Pero sentía que todos me miraban como si supieran lo que sucedió hoy en el cuarto de Drew, no engañas a nadie pensaban seguramente. No levante la vista del suelo para cerciorarme sólo quería llegar a la seguridad de mi habitación y dormir hasta mañana.

—Joy— ¡Maldita sea, la parejita!

Sigue caminando, sigue caminando. 

—Luces nerviosa— me dijo Fred tocando mi brazo y obligándome a parar.

—Es sólo que me siento un poco mal—contesté sin levantar la vista pues mis ojos rojos me delatarían.

—Te acompañamos al médico— propuso Kat con tono maternal.

—No es necesario... me iré a dormir y seguro me sentiré mejor mañana—

—¿Segura? — preguntó la chica.

—Sí, hasta mañana— Contesté cortante, me agrada la parejita pero quiero que me dejen en paz.

Me sacudí bruscamente la mano de Fred y seguí con mi desesperado camino a mi habitación. Por suerte ya nadie me molestó ni se interpuso y pude llegar a mi amada cueva, ahora sólo debía quedarme aquí hasta que todo rastro de LSD se borrara de mí.

Tomé una ducha rápida y con agua fría que dejó mis labios del mismo color que mi cabello, me puse el pijama aun temblando y me metí a la cama con el cabello todavía bastante mojado.

En un mal momento, el hambre volvió a mí. En todo el día mi único alimento, si se le puede llamar así, fue la botella de agua de la mañana. Pero como no podía ir a cenar como el resto del mundo, lo único que me quedaba era hacerme bolita y dormir.

antisocial...Where stories live. Discover now