6. un loquero para mí.

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-pero ven pasa- me dijo en un intento de sonrisa tranquilizadora.

Me había quedado pasmada viendo el lugar: una habitación pequeña con un enorme ventanal que daba hacia el jardín frente a mí, todas las paredes eran color crema y estaban ocupadas por diplomas enmarcados a nombre de Peter Kenneth y un librero oscuro lleno de enciclopedias de colores marrones. Y un escritorio de pesada madera oscura con un hombre sentado tras de él.

-hola Joy- me dijo, me dedique a mirarlo antes de contestar. No pasaría de los 30 años, tenía el cabello corto y peinado en puntas color rubio oscuro, una barba de varios días y enormes ojos azules que me miraban curioso.

-hola- contesté seria.

-pasa y ponte cómoda- m e dijo señalando un diván como de piel marrón con un par de cojines iguales.

Arrastre los pies y me senté derecha en el horrible sofá, mire fijamente al hombre que debe de ser Peter.

-yo soy Peter y seré tu terapeuta personal- se presentó poniéndose de pie y jalando su silla hasta quedar a menos de un metro de mí y se sentó.    – ¿Qué te parece si nos conocemos?-

-usted primero- le dije viéndolo mal.

-bueno- susurro algo nervioso.   –mi nombre completo es Peter Tomas Kenneth, tengo 27 años y soy de Montreal, tengo dos hermanas y dos hermanos, soy  el menor. Y estoy comprometido con una maestra de primaria llamada Kate- me contó.  –Tu turno-

-todo lo que le pueda decir de mí ya lo conoce pues debe de tener un expediente o algo por el estilo- le contesté seria.

Suspiro frustrado y limpio las palmas de sus manos en su pantalón de mezclilla.

-por favor Joy- susurro serio.   –solo hazlo-

-como sea- dije cansada, creo que al final terminaría hablando.  –soy Joy Mellarck, tengo 16 años y antes vivía en a las afueras de Florida pero mis padres se deshicieron de mí y me trajeron acá, tengo un hermano mayor pero hace un año que no lo veo y ya, no tengo amigos no nada- le conté, esforzándome por la darle la misma información que él me dio.

-vamos mejorando- se alegró el chico.   –Pero cuéntame ¿Por qué no ves a tu hermano?-

-mis padres no me dejan- le conteste obvia.

-¿Por qué?-

-dicen que es mala influencia - 

-¿él te inició en la drogas?- me preguntó, debo de darle crédito que no lleve un cuadernito en las manos, la psicóloga que tuve la primera vez se la vivía escribiendo todo lo que decía y odiaba eso.

-no- conteste cortante.   –Jared intentó que las dejara-

-¿entonces quien fue?-

-Seba- cuatro letras que salieron de entre mis labios sin permiso, cuatro letras que desataron los recuerdos que me atacaron como si estuviesen furiosos por tratar de olvidarlos.

-¿Quién es Seba?- me preguntó.

-nadie- conteste cortante, me recrimine a mí misma por hablar de más.

No me gustaba hablar sobre mi hermano con las personas y mucho menos de Sebastián. Jared ya había hecho su vida lejos de mí y todos los problemas de la familia Mellarck. Y Seba, bueno el ya no estaba, él me abandono de una manera más definitiva.

-entonces ¿quieres contarme de tu familia?- me dijo el chico sonriendo, creo que intentaba ganarse mi confianza.

-no- conteste cortante.

-¿y de que quieres hablar?-

-nada-

Y así pase el resto de la hora viendo por la ventana mientras el pobre rubio me examinaba buscando una manera de hacer que vuelva a hablar. Cosa que no volverá a pasar, con la psicóloga pasada me di cuenta que ellos no me pueden ayudar y de que seguramente tienen más problemas que uno.

El timbre sonó después de lo que me pareció una eternidad, sin pensármelo mucho me pare de un brinco y casi corrí a la puerta.

-adiós- se despidió.

Estaba por abrir la puerta cuando esta se abrió, dejando ver a un chico que con suerte le llegaría al pecho, tenía el cabello castaño  cubriéndole las orejas y le frente. Ya lo había visto antes pero no le había prestado realmente atención. Era el chico que estaba en la mañana con el idiota de Ed.

-hola Peter- saludó el chico al rubio pero tenía la vista clavada en mí.

-Hola Nathan, pasa que Joy ya  se va-  contesto el psicólogo. 

Me hice a un lado dejando pasar al castaño que desvió la mirada de mí hacia el diván en el que estaba sentada. Yo me salí cerrando la puerta tras de mí.

-¿ella que?- escuche la voz del castaño algo baja debido a la puerta cerrada.

-es nueva y algo difícil- le contesto Peter.

-a mí me parece solo una niñita tonta más- ahora entiendo porque esta tal Nathan era amigo de Ed, ambos eran unos completos idiotas.

Ya no escuche la contestación de Peter pues bufe molesta y me aleje caminando buscando en mi bolsillo la bolita de papel arrugada que había sido la hoja de mi horario.

Hora libre, genial.

antisocial...Where stories live. Discover now