1. La vida me odia tanto que no me deja morir

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La cabeza me duele como nunca en la vida y mi mente estaba completamente en blanco.  Recuerdo que estaba sola en mi casa, mis padres tenían una cena muy importante y como se habían enterado de mi adicción al LSD, me dejaron encerrada en esta enorme casa. Me encerré en mi habitación, tome mi navaja y empecé a  trazar líneas en mis muñecas. Al principio no sentía dolor, más bien, se sentía bien, como si todos mis problemas se fueran quedando atrás, como si ya nada importara, excepto seguir cortando.  Mis manos estaban completamente rojas, ya ni siquiera alcanzaba a ver  las cortadas por tanta sangre. Después me desmaye…

Abro los ojos lentamente, ya que me molesta el sol que entra por una ventana. ¡Esperen! No estoy en mi habitación, este lugar esta muy iluminado y las paredes son de color blanco en vez de grises. Estoy en un cuarto de hospital.

¡Genial! Al parecer mis padres llegaron a tiempo, pero es imposible. Calcule todo, para cuando ellos llegaran yo ya estaría muerta.  Sin duda la vida es un asco.

Automáticamente miró mis brazos, mis muñecas están vendadas y de mi brazo izquierdo cuelga un brazalete color amarillo fosforescente que presume en enormes letras negras que ocupan casi todo el plástico amarillo, “mentalmente inestable”.  No puedo evitar reír, al parecer esta estúpida cosa fue inventada para que cualquiera a menos de cuatro metros de mi, pueda leerlo y asi no acercarse,  además ¿Quién decidió que estoy loca?

-Joy deja eso- me ordeno mi padre al entrar a la habitación, con su voz dura y seria, la que siempre usa conmigo.

Deje de tratar de quitarme el estúpido plástico y los voltee a ver. Mi padre estaba muy molesto y  mamá ella se notaba preocupada.

-¿que quieren?- les pregunte cortante. Y les dedique una mis miradas “aléjate de mi o te arrepentirás” como solía llamarlas Jared.

-vinimos a verte mi niña- dijo mi madre, ¡ohgg! Como odio que me diga mi niña.

-si como sea… ¿y esto? ¿a que viene?- pregunte señalando mi nueva pulsera.

-Joy es tu segunda hospitalización en una semana. Primero un ataque de ansiedad por abstinencia y ahora intento de suicidio- hablo mi padre.

-oye deberías agradecerme porque las intente dejar-

-deja de decir estupideces por que…-

-bla bla bla- lo interrumpí  -¿y cuando me lo puedo quitar?-

-cuando consideren que puedes reintegrarte a la sociedad-

-disculpa. No entendí nada y eso sonó como si me  fueran a meter a prisión-

-no, a una clínica de rehabilitación- dijo como si nada

-¿Un manicomio? ¡Pero no estoy loca!- dije moviéndome como histérica.

-básicamente si lo estas- mi padre tan adorable como siempre

-no es un manicomio, se especializan en jóvenes con problemas como los tuyos- interrumpió mi madre.

-problemas como los míos- me bufe.  -¿Qué problemas?

-drogadicción y depresión-

-yo no estoy deprimida- me queje pero mi padre se burlo.    –No pienso ir a ese lugar-

-tienes que ir, linda- me dijo mi madre tratando de sonar tierna y acercando su mano a mi cabello.

-¡no quiero!- le conteste removiéndome para que no pudiera tocarme

-vas a ir y no tienes otra opción-

-¡No!-

-mira niña malcriada- me dijo mi padre.       –ya te permitimos muchas cosas, te dejamos ir a tus estúpidas clases de baile,  tus horribles tatuajes y perforaciones, hasta que tus ridículos tintes de cabello.

-¡Déjame!- lo interrumpí.  ¿Cómo podría saber si mis clases son estúpidas si nunca fue a verme bailar? Además respecto a mis dos tatuajes  y mi septum (perforación en la nariz, como de toro), se quejo de ellos cuando me los hice al igual que mis muchos cambios de color de cabello. Lo he tenido rubio, rojo, morado, rosa, negro y bueno actualmente, azul.

-el caso es que… Iras y no hay cambios-

-largo de aquí… quiero estar sola- le dije y como no me hacían caso les grite ¡Largo! A todo pulmón. Una vez sola respire tranquila y me puse a pensar.

¿Por qué tenía que fallar? Lo tenía todo calculado, lo había planeado. ¿Por qué no pude morir? La verdad en esta vida solo estorbo. Unos padres que solo se preocupan por lo que la gente dirá y su status social, los que se  decían amigos míos que solo estaban conmigo por el dinero de mis papás y desaparecieron hace un año cuando más los necesite. Hasta Jared sufrió y perdió su vida por mi culpa. Pero no, la vida me odia tanto que no me deja morir tranquila. Como dice una estúpida frase de un libro “La vida es un asco y encima de mata”. O por lo menos así es mi vida.

Pase dos semanas en el hospital, en las que le saque provecho a mi pulserita. Podía andar por todos lados, haciendo y diciendo tonterías. Podía ponerme a bailar bajo la lluvia, ponerme a jugar con una silla de ruedas y romper cosas. Y nadie me decía nada solo me miraban con un poco de miedo y lastima, con solo mirar mi ahora amado plástico amarillo para que me perdonen todo y se alejen de mi camino.

Cuando mis padres se enteraron de todos los problemas que cause, decidieron que era tiempo de irme al manicomio, aunque sigan insistiendo que no es eso. Y por su puesto que se esforzaron buscando uno, ya que eligieron uno que esta a las afueras de Toronto, a miles de kilómetros de donde vivo o más bien vivía. No es que tenga mucho aquí y si lo pienso en Toronto vive mi tía Carmen con su odiosa hija Janet, y la última vez que supe de Jared esta viviendo con ellas, solo espero siga siendo así.

antisocial...Where stories live. Discover now