7. un cuadrito de felicidad

670 50 6
  • Dédié à a todos los que me molestaron (en el buen sentido) para que continue
                                    

Según tenía entendido, y no es como que haya prestado mucha atención, cada semana debía cumplir con al menos dos horas de actividad física y para ello, en algún lugar de esta cárcel, había un gimnasio a mi disposición. Pero la verdad es que nunca fui afecta a los deportes y, sin contar bailar, el único ejercicio que hago es subir escaleras.

 Aunque claro, si contarán bailar como hacer ejercicio entonces cumpliría las mentadas dos horas con facilidad y tendría un lugar mejor para moverme que mi habitación con mi IPod, pues bailar con audífonos es bastante incómodo.

Un lugar para bailar, eso es todo lo que pido y creo conocer a la persona que me puede conseguir uno, se supone que está para mí y todo lo que necesite… y esto lo necesito.

Apenas la idea me rondo por la cabeza, deshice mi camino casi corriendo, estaba por tocar la puerta cuando pensé mejor las cosas... Estaba a punto de interrumpir la terapia de otro imbécil para pedirle ayuda a una persona que fácilmente puede negármela después de la hora pasada, ¿Cuántas posibilidades hay de que no me ayude? muchas, cuando tu mandas a alguien al diablo, esa persona tiene derecho de hacer lo mismo contigo, así funciona el mundo.

-que estúpida soy- dije girándome para encerrarme en mi habitación e idear un nuevo plan, uno en el que no necesitará la ayuda de Peter.

-en eso estamos de acuerdo- me contestó una voz masculina y que desagradablemente conocía.

-piérdete- le conteste con mala cara provocando que riera.

-eres increíblemente sociable- me dijo sarcástico-

-y tu bipolar- le conteste y se comenzó a reír. Hace un par de horas me dio uno de los golpes más bajos en mi vida y ahora ¿está bromeando conmigo?

-no tienes ni idea- se burló acercándose a mí, al mismo tiempo que yo retrocedía.

-maldito loco- la sonrisa burlona se le borró y de nuevo me lanzó esa mirada profunda que hacía que sintiera tan pequeña e indefensa frente a él y que no entiendo porque me erizaba los vellos.

Y después solo se fue susurrando maldiciones y muy molesto.  Este chico enserio es muy raro y me da miedo de una manera que no alcanzo a entender, solo quiero estar lejos de él.

Despues de mi encentro con el loco de Ed, regrese a mi habitación sin ningún contratiempo y  me tire a mi cama que seguía deshecha con las cobijas enredadas entre sí.

Estaba cansada y  tenía sueño, la cabeza me daba vueltas y ya me estaba hartando de temblar como un maldito perro chihuahua con frío. Cerré los ojos e intente tranquilizarme…

-Joy- me dijo el moreno sonriendo demasiado.  –ven-

Me baje de su cama y me senté en la alfombra  junto a él, puso la palma de su mano frente a mí y pude ver un pequeño cuadrito de papel en ella. Sonreí instantáneamente cuando lo reconocí, la última vez que lo probé fui tan feliz, que no dude ni un segundo y puse el papelito en mi lengua.

Me sentía estúpidamente feliz, me importaba un carajo que acababa de pelear con mi padre y todo lo que me dijo, ¿Qué importaba una estúpida pelea cuando la vida es tan bella?

¿Cómo es que nunca note lo hermosa que es la habitación de Seba? Los hilos de colores rojizos que se entretejían perfectamente debajo de mí, cada detalle de las grietas del papel tapiz blanco que cubría las cuatro paredes y parecían arboles que acababan de perder todas sus hojas, el aroma al perfume que usaba el ojiverde que estaba siempre presente en tan encerrado lugar y el polvo que danzaba en el aire solo visible en la esquina donde la poca luz que entraba por la cortina corrida daba; ni siquiera había notado lo guapo que era mi amigo, su piel era suave y cobriza, haciendo que cada que sonriera sus blancos y perfectos dientes resaltaran más, sus ojos que siempre pensé que eran marrones pero en realidad son una combinación de chocolate con miel y un suspiro de verde.

-¿Cómo es que nunca note lo guapo que eras?- le pregunte riendo.

-no me  habías visto bien- me contestó acercándose más a mí, pase mis manos por su rostro, por sus mechones que adquirían las mismas tonalidades que el césped en primavera y por sus suaves y gruesos labios. Era simplemente perfecto.

-Joy, eres hermosa- me dijo con un susurro.

Cerré los ojos y sentí su cálida mano en mi mejilla, inspire hondo su aroma, sudor y perfume ligeramente cítrico, y solo pude sonreír.

Nuestras manos y ojos comenzaron a explorar más los detalles del otro que nunca habíamos visto, como mis lunares los cuales comenzó unir trazando líneas con su dedo, y los músculos de su tórax que se expandían y retraían en sus respiraciones; poco a poco la ropa comenzó a sobrar por lo que nos la sacamos hasta que quedamos en ropa interior.

-Joy eres hermosa- me dijo entre risas que yo acompañe, y poso sus labios en los míos...

Abrí los ojos de golpe y puse la mano en mi pecho, intentando calmar mi respiración; lo que más odiaba de estar limpia es que siempre soñaba con él y con lo felices que éramos. ¿Cómo no extrañar algo si constantemente me recuerda lo bien que me sentía antes y lo del asco que estoy  ahora?

antisocial...Où les histoires vivent. Découvrez maintenant