18. Perdida y a la deriva

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Si hay por aquí algún francotirador con una bala extra y tiempo libre, quiero que sepa que si gusta atinarla en mi sien no me voy a enojar. Es más, hasta le daría gracias pues así no tendría que arrastrar mi lastimoso ser hacia el comedor "para no levantar sospechas".

Y es que puedo saltarme el almuerzo o la cena pero no ambos porque comenzaría a llamar la atención, lo cual es malo. Obviamente me sería muy difícil explicar que hago encerrada con Drew en su habitación, toda la tarde.

En este momento sólo se me ocurren dos respuestas, y ninguna parece correcta.

—¿Se encuentra bien, señorita?— me detiene un sujeto con el uniforme de los que trabaja aquí pero como no es el mastodonte de siempre, no lo reconozco.

—Sí— le digo intentando sonreír y fracasando. —Es sólo que me duele un poco la cabeza pero supongo que se pasará ahorita que coma algo—

—¿Segura?— me pregunta sonando preocupado y si me veo tan mal como me siento en este momento, tiene razones para estarlo. —Podría llevarla con los doctores—

—¡No!— contesto alterada. —Digo, ya he ido y me dijeron que es algo normal en mi proceso de desintoxicación, ya sabe, hacen que la salida sea muy dolorosa para que pensemos dos veces en volver a meterla— intenté bromear aunque en cierta medida es verdad.

—Muy bien— dice algo inseguro. —Supongo que entonces mejor la dejo que vaya a cenar, espero se sienta mejor pronto—

Le dedique otro de mis patéticos intentos de sonrisa y seguí con mi lamentable camino hacia el comedor.

El simple hecho de pensar en comer me provocaba nauseas por lo que sólo cogí un plato de fruta y una botella de agua. Lo que sea que Drew me haya dado me había dejado todo un revoltijo en el interior por lo que seguramente cualquier cosa que coma no durará mucho tiempo en mi estómago.

Me senté en la mesa de la esquina que estaba sola y me dispuse a armarme de valor y meter un trozo de sandía a mi boca. Una tarea casi imposible en este momento.

—¡Oye! — alguien me gritó en el oído provocando que casi me caiga de la silla en donde estoy sentada. Creo que estaba muy concentrada viendo el trozo rojo en mi tenedor.

—¿Cuál es tu maldito problema? — le pregunto a la niña que me mira tratando de esconder una sonrisa, es ella, la que dicen que es la más joven de aquí.

—Perdón pero te estuve llamando y no me hacías caso— me explicó apretando la charola de comida que lleva. —Sólo quería saber si me puedo sentar en tu mesa—

Por un momento deseo decirle que no y mandarla al demonio, pero sé que ella no tiene la culpa que me sienta como cucaracha, en todo caso sería de Drew que me dio esa porquería diciéndome que sería divertido y mía por tomarla.

—Sí, siéntate— le contestó encogiéndome de hombros.

Ella camina lentamente hasta el otro extremo de la mesa y se sienta en la silla que está más apartada a la mía; luego se pone a comer fijando toda su atención a sus alimentos. Creo que por eso no notó que la estuve mirando un largo rato.

Al verla detalladamente no puedo evitar pensar que en algún momento se perdió, que no debería estar aquí. No sólo por su edad, unos 12 años seguramente; sino por su aspecto y sus movimientos, parece delicada como una pequeña muñeca de porcelana.

Pero cuando levanta su mirada, alcanzo a ver un... algo, no sé muy bien el que, pero por un momento sí parece pertenecer aquí. No sé si son las ojeras negras que adornar unos grandes ojos verdes, o el brillo que tienen estos como si estuviera reteniendo las lágrimas, o el ligero temblor en su labio inferior. Pero por un momento me puedo reflejada en ella y me siento terrible por eso.

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⏰ Last updated: Jun 20, 2017 ⏰

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