17. Una nueva dimensión de la soledad.

153 12 5
                                    


Creo que en este punto es importante establecer como están las cosas aquí: hace más de año y medio que perdí a Sebastián y de cierto modo también a mi hermano pues el muy imbécil no ha sido capaz ni de contestarme un mísero mensaje de texto, mucho menos de verme    

ES UN COBARDE.

Por lo que haciendo unas cuentas rápidas puedo decir que llevó más o menos unos 607 días estando completamente sola, ahogándome en mi mente. (No pensé que fueran tantos hasta que saqué el número, ahora mi vida apesta matemáticamente)

Realmente ODIO ESTO.

Odio estar sola pero sobre todo odio el hecho de creo que comienzo a acostumbrarme, lo que es simplemente lo peor de la situación; quiero decir, lo malo no es vivir en el lodo sino pensar que no se está tan mal.

Simplemente LO ODIO.


—¿Qué mier...?— me comencé a quejar en cuanto sentí como alguien me quitaba de las piernas el cuaderno en el que había estado escribiendo.

Pero no terminé la frase pues al voltear hacia arriba vi al Nathan y Ed leyendo tranquilamente todo. Malditos cotillas.

—¿Para qué es esto? — preguntó Ed curioso. Maldito, lleva ya casi una semana sin aparecerse a la terapias por su "incidente" y ahora reaparece como si nada, ¿qué diablos pasa con él?

—Supongo que es para Peter— le contestó su amigo mientras terminaba de leer mi cuaderno. —A mí también me dio uno para que escribiera mis pensamientos y sentimientos más profundos, dice que es una manera de desahogarnos y que no lo va a leer. No le creo mucho eso último—

—Así que ya sabes que nadie más que yo puede leer eso, devuélvanmelo— me quejé poniéndome de pie. —¡Ahora! —

—Ni que hubiera algo tan interesante ahí— me contestó Ed entregándome el cuaderno que rápidamente cerré. —Odias a todos, nada nuevo—

—De todos modos, me sorprende bastante cómo puede caber tanto odio en solo metro y medio de persona— agregó Nathan provocando que Ed se comenzará a carcajear como idiota, y que yo, sin pensarlo mucho, le aventará mi lápiz para golpearlo justo en la frente.

—¿Qué te pasa, loca? — me casi gritó tocando la zona donde le había pegado. —Pudiste haberme sacado un ojo con esa cosa—

—Estoy segura de que tú no tienes derecho de llamar loca a otra persona— le contesté de mala gana. —¿Ya se resolvió tu conflictito por el que desapareciste? —

Ed me miró con toda la furia del mundo y Nathan, que hasta ese momento se había estado burlando de mí y de mi ataque con el lápiz, se puso serio y dio unos pequeños golpecitos en el hombro a su amigo en señal de apoyo o algo así.

—Tú no entiendes nada— me dijo Ed molesto y dolido.

—En realidad no me importa— le contesté para luego irme de ahí, abrazando mi cuaderno. Sólo quería alejarme de ese par de idiotas, para siempre.

Unos metros más adelante alcancé a ver a Drew platicando discretamente con el chico de rastas de mis terapias grupales. Él también me vio e hizo una seña para que lo esperara ahí donde estaba, supongo que estaba en medio de uno de sus negocios y sería mejor que no me entrometiera.

Insisto, no siento miedo de que lo vayan a descubrir y me arrastré con él a pagar las consecuencias por esto; sólo no quiero tener contacto con sus clientes, todos tan patéticos y arruinados como yo.

antisocial...Where stories live. Discover now