5. No soy como todos, no quiero serlo.

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-¿Cómo decías que te llamas?- me preguntó sin interés, era solamente para iniciar una conversación que se notaba no quería tener.

-Joy- conteste cortante.

-soy Ed- dijo viéndome fijamente, algo tenían sus ojos negros que hacían encogerte ante ellos, eran como si pudieran ver más de ti. -y si no me equivocó te vale porque ya todos te dijeron que soy peligroso y me tienes miedo- 

-¿eres peligroso?- pregunté encarándolo, el solo se rió como si una niñita hubiera dicho una tontería.

-¿No has escuchado las historias que corren por ahí?- sólo negué con la cabeza. -pues la mayoría son falsas... no te diré cuales-

-entonces si eres peligroso- asegure en vez de preguntar.

-solo cuando no tomó mis pastillas- dijo sonriendo pero no a mí pues sus ojos estaban fijos en la pared, algo que agradecí -y aun así me tienes miedo-

-claro que no- ojala mi voz hubiera sonado más segura para que no pareciera una mentira.

Me recorrió con la mirada antes de contestar.

-eres la que menos debería tenerme miedo- aseguró sonriendo con ¿malicia? No estoy segura pero daba un poco de miedo.

-¿por qué?- le pregunté encogiéndome ante su mirada.

-eres tan peligrosa como yo-

-no es cierto- dije seria, imponiéndome. 

-lo eres, tu muñeca te delata- por inercia lleve mi mano hacia mis cortadas en un inútil e infantil intento de esconderlas. Él rió amargamente y levantó su muñeca donde un plástico amarillo resaltaba sobre su blanca piel como un letrero le neón. Mírenme, mírenme. Supongo que debo de lucir igual.

-eres parte del selecto grupo de los mentalmente inestables-  y otra vez esa sonrisa de jocker.

-¿selecto grupo?- le pregunté con la ceja levantada, el selecto grupo de los mentalmente inestables, me gustaba.

-contándote sólo cinco llevamos esta adorable pulsera- me dijo sonriendo de una manera tan rara que daba miedo.

Nosotros somos dos, Drew es el tercero y faltan dos.    – ¿Quiénes más?- pregunté seria.  –somos tú, Drew, yo ¿y quiénes?-

El chico frunció el ceño muy molesto cuando mencioné el nombre del morocho, pero trate de no prestarle atención.

-eso no importa- me dijo serio. 

-quiero saberlo-

-¿para qué?- no pude contestarle pues ni yo misma sabía.  –Lo importante en todo esto es que eres mentalmente inestable como yo-

-yo no soy como tú- dije con resentimiento.

-no, eres como ellos... como todos- me contestó con desprecio. –le temes a lo diferente y lo rechazas... si algo no es como tú entonces está mal y no merece el esfuerzo, te sientes el centro del universo. Eres como todos y cada uno de ellos, clones con diferentes apariencias que se sienten especiales y únicos sólo porque no quieren admitir que son de la misma mierda que el resto- escupía cada palabra con odio.

 Estaba furiosa, quería matarlo y demostrarle que no tenía razón... Yo no era igual a mis padres, o a Juliet y mis otros "amigos" que me abandonaron en cuanto pudieron y hablaban de mí en susurros.

Yo no era como todos ellos, no quería serlo. Tampoco era especial, claro estaba, en centro de rehabilitación no hay lugares para personas especiales, solo perdidas.

-no es cierto- le contesté furiosa.  –ni me conoces ¿cómo puedes saber cómo soy?-

-porque lo eres- pasó las manos en su nuca y se recargo en ellas cerrando los ojos.  –me tenías miedo solo porque ellos te dijeron que lo hicieras... ¿a qué le llamas a eso?-

-ser precavida- asegure viéndolo mal. El abrió un ojo y me vio después solo se rió.

-yo le digo ser un borrego- afirmó.

-yo no soy como ellos- asegure viendo hacia la pared con los dientes apretados.

-no me digas, entonces eres especial ¿no?- cada palabra iba impresa con sarcasmo.

-no- conteste rotundamente sorprendiéndole.  –ser especial implica ser algo bueno... yo sólo soy-

-sin duda la respuesta más rara que he oído-

-¿debería de sentirme alagada?- pregunte burlona.

-no, eso no cambia que seas como todos- dijo serio.

-¿y que te hace a ti  diferente?- le pregunté viéndolo seria. Abrió los ojos y me miro serio estudiándome antes de contestar.

-que estoy aquí hablando con una niña de cabello azul- fruncí el ceño ante la palabra niña pero lo ignoró.  –que obviamente no tiene aprecio por la vida ya que se la intento quitar, con la piel pálida y una cara de que claramente haría lo que sea por la droga a la que sea adicta... una inadaptada que odia a todo el mundo-

-muy bien chicos, fue todo por hoy- avisó Liam sonriendo.  –Nos vemos el miércoles y no olviden que lo que  hablaron con su pareja es secreto-

Salí como alma que se lleva el diablo del salón hacia mi habitación, no quería ver a nadie. Estaba furiosa, quería romper algo (para ser exacta la pierna de Ed), quería gritarle a la cara todas las groserías que me sabía pero eso no servía de nada. Vengarme o gritarle no cambiaría la idea que tenia de mí, de hecho nada lo haría porque era verdadera, era todo eso pero...  era yo.

Cruce los pasillos empujando a los idiotas que no se quitaban de mi camino hasta que llegue a la soledad de mi nueva habitación, eche el seguro y me aventó a mi cama.

Grité y lloré furiosa, apretando mi cara contra los cojines y frazadas para que mis lamentables gemidos infantiles se callaran.

Con los dedos sentí la hoja de mi horario y la tomé para ver que me tocaba hacer ahora pues en este sitio se aseguraban de que no faltáramos, así que posiblemente vendrían por mí si no fuera mi... terapia privada.

Recordando algo de lo que Emily me haba dicho cuando me mostró el lugar busque la oficina que  mi hoja marcaba. Estaba muy ansiosa pero cansada a la vez, mi piel estaba fría y temblaba notablemente además de que el color de mi cabello comenzaba a caerse dándome un aspecto aún más lamentable.

Cuando di con la puerta mis nervios se dispararon, comencé a morder el interior de mi mejilla hasta que un sabor salado como el óxido llegó a mi lengua.  

Revise el número de la puerta varias veces como si en algún momento fuera a cambiar salvándome de mi tortura aunque fuera solo por un par de minutos más.

Gire la perilla plateada lentamente y me asomé con la inútil esperanza de que estuviera vacío pero...

-¿Joy Mellarck? Llegas tarde... ya iba a mandar por ti-

antisocial...Kde žijí příběhy. Začni objevovat