Condenados

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Alicia estuvo nerviosa el jueves y el viernes. El jueves se levantó hasta las tres de la tarde, razón por la que tuvo que lidiar poco con el Dios. Éste se encontraba fuera, ella amaneció en su cama, arropada hasta la nariz y calentita. No recordaba nada después del baile, las mejillas se le encendieron al recordarlo. ¡Loki Laufeyson había bailado! Y ella lo había incitado, se dijo mala influencia y después echó a reír. Los nervios volvieron a su cerebro, y las neuronas se negaron rotundamente a hacer sinapsis con algún otro asunto, Loki volvió alrededor de las seis de la tarde, bastante feliz para el gusto de la chica.

En efecto, había hecho una travesura más. Había incendiado el edificio de producción en el que Tom (ahora él) trabajaba. Sólo porque no quisieron usar balas de verdad. Loki se comportaba distinto, ya no era hostil y no usaba malas palabras, ni juraba exterminar a toda la humanidad si sus planes no se llevaban a cabo. Alicia lo notó y esa noche no pudo dormir sintiendo algo muy parecido al remordimiento. Por un lado estaba la tristeza de extrañar a Tom. Pero por otra estaba la chispa que sentía al estar con Loki.

Tom era tierno, amoroso, lindo, un buen hombre. Loki era extrovertido, loco, atrevido, arriesgado. ¿Estaba dudando acerca de sus sentimientos? No era posible, quizá era el hecho de haber visto más allá del pasado en la vida de Loki, ojalá jamás hubiera visto nada. Pero si de algo estaba segura era de rescatar a Tom, y el sábado por la mañana, supo que la hora había llegado. Se armó de toda la valentía de la que se creyó posible, y avanzó hasta la habitación del Dios, repitió el procedimiento del que se había servido días atrás y cuando hubo puesto la palma de Loki sobre la esfera azul de su cetro murmuró:

─Quiero ir a Asgard.─ esta vez le fue inevitable gritar, pero parecía que la ráfaga de viento ahogó su grito. Sintió que sus pies se levantaban del piso como si una magna fuerza extraterrestre la hubiera absorbido con una especie de aspiradora gigante, salió despedida hacia el cielo y pensó que chocaría contra el techo y se moriría con el golpe. Pero no fue así. Su cuerpo atravesó la madera y siguió ascendiendo hasta que el cielo fue su propio mar. Prefirió cerrar los ojos, en lo que parecieron siglos siguió subiendo hasta que la acción de la gravedad hizo efecto sobre ella de nuevo.

Sintió que su cuerpo volvía a ser físico y tangible totalmente. El olor a césped que la había invadido la vez que vio los recuerdos de Loki, picaron en su nariz esta vez. Se levantó con dolor en todos los músculos que tenía y su visión estaba borrosa. Cuando se adaptó a la oscuridad, pudo ver entre ella para darse cuenta que estaba en las escaleras que subían a un palacio, un palacio que parecía hecho para gigantes. Miró a un lado y al otro, pero no había nadie. Agradeció a todos los dioses existentes y con entusiasmo descubrió que la noche cubría los cielos de Asgard.

Sintió el celular en el bolsillo de los jeans y lo sacó: Sin cobertura, e incluso la pantalla parpadeaba peligrosamente, como si amenazara una pronta extinción. Se le ocurrió tomar una foto, para si llegaba a salir viva de ahí, y algún día lo contara a sus nietos tuviera pruebas de ello. Al momento de dar "click" y hacer la toma, el teléfono se incendió y tuvo que soltarlo al piso y ver cómo se consumía sin poder hacer nada para evitarlo.

─Fantástico, sin vida y sin celular. ¡Maldito mundo!─ musitó mientras avanzaba con quietud hasta el gran portón de madera. Lo empujó con la esperanza de que se abriera, pero era demasiado pesado para su poca fuerza y condición física. Maldijo y buscó otra entrada para poder llegar a las celdas. De pronto recordó la visión de Loki, en él lo veía en prisión, y recordó el recorrido que había hecho. ¡Había otra entrada para la prisión, fuera del castillo! ─Bitch please...─ murmuró y fue en su búsqueda. No sabía si era el frío o el miedo, o los nervios revueltos con lo anterior. Pero caminaba como un cabrito recién nacido, temblando de pies a cabeza.

Este cuerpo es un errorWhere stories live. Discover now