La nueva estrella del cielo

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Ella no tenía fuerza para luchar por él pero tenía espíritu, y en su mente eso era mucho más grande que cualquier cantidad de músculos. Una vez cruzó el umbral de la puerta quiso volver sobre sus pasos y dar la vida si era necesario junto con Loki. Pero no pudo abrir la maldita puerta de nuevo, su mente y su corazón eran un tornado de emociones, se sentía culpable por aceptar el amor por el Dios, se sentía feliz por saber que él no era un caso perdido, y luego estaba Tom, por más de tres años había estado enamorada de él.

Y ella, la chica que siempre había juzgado mal a las personas que creían amar a dos... Y ahora estaba en las mismas condiciones. Echó a correr con intención de apaciguar la lluvia de sentimientos, pero dar la vuelta en el último pasillo, la hizo darse cuenta que correr no sería jamás una buena solución. Casi chocó con él, si hubieran sido un par de universitarios y a ella se le hubieran caído los libros en lugar de la quijada, la escena hubiera sido romántica.

Sin embargo, no eran universitarios. Y no había libros, sólo un corazón desbocado, unos ojos azules asustados y un arco empuñado. Tom se quedó frío, Alicia simplemente se olvidó de respirar. Ambos se sentían tan culpables de haberse enamorado a espaldas de su pareja, pero la culpa es algo que se diluye rápido cuando hay guerra. Él soltó el arco y ella se lanzó a sus brazos.

El abrazo duró un siglo, pareciera. Ambos podían escuchar el corazón del otro gritándole cuánto se habían extrañado, pero ninguno era capaz de llevar ese sentimiento a palabras. Tom fue el que se separó sólo para sonreír, Alicia notó las cicatrices de las batallas pasadas, y las heridas sangrantes de la lucha presente. Pero estaba ahí, estaba vivo y si no fuera por la quemadura en su brazo, él sería como siempre: perfecto.

─Dios mío, Tom... Pero, ¿qué haces aquí?─ la pregunta era por sí sola estúpida, pero esa pregunta encerraba tantas cosas que Tom se limitó a sonreír.

─No pensaba volver a Midgard yo solo...Si vuelvo es porque tú vienes conmigo.─ el corazón de ella se hizo chico.

─No creo que sea el mejor momento para hacer planes... Loki está...

─ ¿En dónde está ese idiota?─ el chico adoptó nueva furia y apretó el arco. Alicia pensó que lo que menos necesitaba en ese momento era ver a sus hombres pelear entre ellos.

─A punto de ser asesinado por los gigantes de hielo...

─Ah... ¡¿Qué?!

─No hay tiempo, sólo vámonos...

─ ¡Tom!─ ambos voltearon hacia la fuente de la voz, era Sif, él entornó los ojos y la Diosa hizo una mueca nada disimulada al ver a la chica. ─Ah, aquí estás... ¡Buen trabajo, Tom! Sabía que eras un hombre inteligente. Tú sigues viva...─ Alicia no era idiota, y ante todo era mujer. Notó el sarcasmo en la última frase, buscó apoyo en Tom, al parecer se llevaban muy bien, pero él era su novio... Todavía. Sin embargo el chico no dijo nada y se limitó a tallar el carcaj.

─Sigo viva... Así es.

─ ¿En dónde está Loki? Me sorprende que no te hubiera matado...

─Él está... lo tienen los gigantes de hielo.

─Explícate mortal.

─Lo acusan de traición...

─ ¿Por qué?─ las preguntas de Sif eran cada vez más incómodas, y Alicia cada vez la detestaba más. Frunció el ceño y pensó que tarde o temprano tendría que decir la verdad.

─Porque me salvó de un gigante, y eso involucró matarlo. Por eso lo acusan de traición.─ las miradas que Tom y Sif le lanzaron serían algo que jamás olvidaría en su vida. El desconcierto, la incredulidad y la sorpresa grabadas en sus pupilas eran intolerables.

Este cuerpo es un errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora