Capítulo II

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El despertador chilló y yo me removí entre las sábanas. Definitivamente, tuve una jodida noche. Sólo quería dormir.

Me moví un poco mientras gruñía por tener que madrugar. Odiaba madrugar. Si por mí fuera, dormiría todo el maldito día. Pero la fotografía era lo único bueno de mi vida y tenía que ir a la universidad. Sólo en unos meses podría largarme de aquí a vivir con Ana.

Ana era mi mejor amiga; mi única amiga, en realidad. Era realmente la única persona en este mundo que me conocía totalmente. A veces se enojaba conmigo porque no le metía la jodida denuncia a la bestia. Pero es que no era tan fácil como parecía. No después de que él me culpara de la muerte de mi madre.

En fin, con Ana decidí que cuando ella terminara su carrera en la universidad nos iríamos juntas a vivir a otra ciudad y empezar de cero. Le debía muchísimo, porque sabía que eso sólo lo hacía por mí, ya que ella era la típica chica con la familia perfecta.

Vivía con sus padres, que por cierto, eran como una segunda familia para mí. Eran muy agradables y siempre habían estado ahí cuando necesitaba irme de casa por unos días o lo que fuera. Eran los típicos padres modernos que se unían a todas las bromas de los adolescentes. A veces parecían niños, pero eran realmente muy buenos y graciosos, además de que tenían una excelente relación con Ana.

Ella era un año mayor, pero prácticamente nos conocíamos desde que usábamos pañales y éramos felices. Cabe aclarar que digo "éramos" porque, en ese momento, yo también era feliz. Ella lo seguía siendo, pero lamentablemente, yo no.

A veces no creía que mi vida se hubiese ido tan a la mierda en los últimos años, pero siempre quise creer que era sólo tocar fondo para después poder salir adelante. Era lo único que me mantenía en pie.

Volviendo al punto, Ana era la única persona que podía llegar a sacarme una sonrisa aun cuando el día era una jodida mierda.

Y ahí me encontraba yo, llamándola para avisarle de que pasaría por su casa.

Al finalizar de alistarme para ir a la universidad, cogí una manzana. Me di cuenta de que la bestia debía de haberse ido a seguir bebiendo o a buscarse alguna puta, porque no se encontraba en casa.

No es que lo hubiese estado buscando, pero mi cuerpo se daba cuenta solo, ya que reaccionaba tensándose como estado de defensa cuando él estaba cerca. Y ahora, simplemente, no estaba por la casa, porque estaba realmente tranquila.

Sin mucho más, terminé de comer mi deliciosa manzana y partí hacia la casa de mi mejor amiga.

En el camino, me sentí libre y pensé, me imaginé cómo sería vivir sola, en una nueva ciudad, comenzando una vida de nuevo. Llena de esperanza y sin vivir asustada ni temerosa.

¿Podría en algún momento llegar a eso? ¿Encontrar la paz en alguna otra ciudad?

Cuando parecía estar sumamente hundida en mis pensamientos, una bella casa apareció en mi campo de visión, dándome por sabido que ya había llegado a su casa. Sonreí mientras tocaba el timbre. Su casa era muy hermosa, de verdad. Era como solía ser mi casa antes, cuando mamá vivía.

—Vic, te ves como la mierda. ¿Te ha golpeado verdad? —asentí, con mis ojos clavados en el suelo—. Joder lo ha hecho. ¿Te has cortado? —dijo mientras descubría mis muñecas—. Vic, ya te dije que dejes esa mierda. No es sano.

—Lo sé, An, lo sé. Sólo vayamos a la universidad. No quiero hablar de la bestia ahora —frunció el ceño y pareció pensarlo un poco. Finalmente, sonrió y asintió.

—De acuerdo, sólo nos quedan unos meses y te irás de esa casa a vivir conmigo —dijo emocionada, como una niña pequeña, y yo asentí más animada—. Viviremos juntas, y podremos escuchar música, leer y esas cosas que hacemos nosotras que a las zorras aneuronadas no les gusta —sonreí. ¿Aneuronadas? ¿De dónde sacó eso?

—Estás loca —dije riendo, a lo que ella asintió con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Caminamos a la universidad y al llegar nos despedimos y fuimos cada cual a nuestro edificio. An estudiaba economía y yo, como ya he contado, estudiaba fotografía.

Eran carreras muy diferentes, pero debo admitir que eran las que realmente amábamos ambas. Además, había podido usar a An en alguna que otra ocasión como modelo para mis trabajos. Y yo había podido ayudarla con alguna que otra tarea, ya que cuando iba al colegio era una maldita nerd, por lo que todavía recordaba cómo realizar algunas actividades.

Nuestras universidades se encontraban en el mismo complejo universitario, sólo que en distintos departamentos. De todas formas, nos veíamos en nuestros ratos libres, ya que compartíamos la cafetería y la biblioteca. Por lo tanto, era una universidad que siempre se encontraba completamente repleta de gente por donde fuese.

Había de todo, gente amable y sencilla, nerds, que por cierto, me sentía al cien por ciento parte de ese grupo porque amaba estudiar, leer y todo ese tipo de cosas. Sabía que existían personas a las que le molestan los estereotipos, pero para mí estaba bien serlo. No me molestaba, en realidad. Y también se encontraban esos estúpidos que creían que por tener dinero o ser ''hijos de'', eran la gran cosa.

La verdad es que el dinero no compra la felicidad, ni la familia. Yo era el mejor ejemplo de eso. La verdad es que mi padre tenía mucho dinero y era muy reconocido en la ciudad. Irónicamente, era conocido como un buen tipo, pero la realidad era muy distinta, y sólo muy pocas personas lo conocían realmente. Y con ''muy pocas personas'' me refiero a Ana y a mí. A nivel económico nunca me faltó nada, pero no estaba ni cerca de ser feliz en mi vida.

Suspiré profundamente, intentando encontrar fuerzas para fingir felicidad entre tanta mierda, y comencé a caminar hacia la universidad, sonriendo falsamente como si nada hubiese pasado. A pesar de que desde que me levanté no tenía ganas de otra cosa que no fuese hacerme un bicho bolita o ponerme en posición fetal y comenzar a llorar como una niña pequeña.



[CORREGIDO]








VictoriaWhere stories live. Discover now