Las niñas pavo-real

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En los trabajos de gobierno, cuando ya te dan tu planta, nadie te puede correr. Puedes decirle al jefe hasta de lo que se va a morir y no te corren, nada más te cambiaban de lugar pero no pierdes tu trabajo. Yo andaba como pelota de Ping-pong, de jefe en jefe...(quién sabe por qué sería)

Tenía como dos semanas trabajando cuando me llamó uno de los jefes y me dijo:
-¿Oye, no tienes una hermana, prima o amiga que sea físicamente como tú, pero que sepa trabajar?...
Fue una insinuación tan sutil que casi ni la noté, pero no me acompleje en lo más mínimo, pues no me estaba corriendo. Me aceptaban como era, pero necesitaba otra gente, eso era todo...inmediatamente le dije a mi hermana Zutana -que aparentemente era más responsable que yo- y quedaron encantados.

Íbamos y veníamos juntas: juntas en la oficina, juntas en el club, juntas en la recámara, y siempre teníamos de qué platicar, era genial. Una señorita que vivía por la casa, dijo un día: "no concibo a Zutana sin Fulana, ni a Fulana sin Zutana..."
Teníamos amigas, pero las más amigas éramos ella y yo, siendo de caracteres totalmente diferentes, reacciones distintas, actitudes opuestas; pero en algo, no sé en qué, éramos iguales.
Llegaron a decir en el trabajo que estábamos perfectamente complementadas: "una es la llave que fluye (yo), y la otra la llave que controla (ella)." Cuando yo decía una de mis Fulanadas, ella decía: "¡Ay Fulana!, como diciéndome, "no te mides"; y yo nada más le contestaba "ay, qué tiene"

Habían pasado como cinco meses de "trabajo" y mi papá todavía no se enteraba...pero un buen día, ya ven que no faltan los metíches, llegó por casualidad un tío político y nos vio, ¡ay nanita!, puso cara de espanto, como si nos hubiera encontrado vestidas de exóticas en una esquina de Insurgentes; primero se puso rojo y luego como azul.

-¿Qué hacen aquí?... -preguntó
-¡Trabajar! -le contestamos tranquilamente

Se fue indignado, y ya para en la tarde lo sabía toda la familia. "¿Dónde creen que encontré a las hijas de la Madre Superiora?". Escándalo medieval, telefonazos a mi mamá, y por lo consiguiente el chisme a mi papá. Hagan de cuenta que nos había descubierto embarazadas.
Mi papá, que parece que estrena pilas todos los días, llegó a casa gritando así como si dijera "A carne humana huele aquí" (mi mamá se ha de haber sentido como Pulgarcito) ¡Olvídense!

-¿¿¿QUÉ ESTÁN HACIENDO LAS NIÑAS EN ESA OFICINA??? (Hasta la fecha nos sigue diciendo niñas, como todos los papás)

-¿A que vienen esos gritos? -dijo mi mamá haciéndose la despistada.

-¡Pregunté! ¿Qué están haciendo las niñas en esa oficina? (Dos tonos arriba de lo normal, que era bastante fuerte)

-Mira, Licenciado, las niñas están tratando de trabajar ...pero no había tenido tipo de decírtelo (en cinco meses ¿ustedes creen que él se lo creyó?) hasta que fuera una cosa más formal. 

Estalló la discusión, cada quien expuso sus puntos de vista, pero los dos al mismo tiempo y en el mismo tono. Parecía el final de una ópera mal cantada. Hasta qué ya se dijeron como tres horas de cosas.

Y es que a mi papá le parecía un lugar peligroso, lleno de gente de todo tipo: mujeres tremendonas, hombres malditos, en fin: la deshonra y el peligro para sus niñas. En un momento de tregua mi mamá "esgrimió" su último argumento y muy solemne, como un sacerdote desde el púlpito, engolando la voz dijo;

-"HAY PLUMAJES QUE CRUZAN EL PANTANO Y NO SE MANCHAN...SU PLUMAJE ES DE ESOS" (yo hasta la fecha me siento pavo real). El Licenciado dobló las manos ("de tres tiros que le dió...nada más uno fue de muerte...")
Y seguimos trabajando en el pantano ¡qué padre!

En la puerta siempre hay vigilancia porque está prohibido salirse antes de la hora, pero Zutana y yo nos salíamos a media mañana a tomar café y pasteles, pero salíamos con tanta concha que el de la puerta no recapacitaba hasta que ya íbamos en la esquina.
Corría y gritaba, levantaba los brazos como molinos de viento para llamarnos, pero nosotras ni lo "oíamos" ni lo "veíamos", cuando veía salir a una corría y como no podía alcanzarla, se metía volado al edificio, pero no sabíamos a qué. Cuando no se salía una se salía la otra, yo creo que ya lo traíamos loco, porque una vez a la hora de la salida nos vio salir juntas, puso cara de idiota y nos dijo:
-¡Ah! ¿Qué? ¿Son dos?
Con razón nunca las podía reportar.

Y es que él veía salir a cualquiera de las dos, no nos podía alcanzar en la calle y se iba volado a nuestro piso para reportarnos, pero como nos veía igualitas, al llegar ahí estaba la que se había salido hacía un momento y se hacía cruces. Se me prendió el foco y le dije:
-No, señor, somos tres.
-Ahí si me la pusieron más difícil-dijo el pobre-. ¿Y la otra, en que piso está? -nuestro lugar era el 5o. piso.
-Está en el último, señor. Y es ella la que se sale, ¿sabe? Es que es de lo peorcito y nos trae problemas a nosotras...(una actuación como de Oscar)
-¡Ay, de haberlo sabido! -dijo-. No se preocupen, no van a pagar justos por pecadores, lo que voy a hacer es que cada vez que se salga nada más la reporto como la Srita. De Tal del último piso y así a ustedes no les pueden hacer nada.
-Hasta que nos hizo justicia la revolución, señor, ¡muchas gracias!
Y seguimos escapandonos, per secula seculorum...¡Amén!

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora