El rey y sus marionetas

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Zutana cayó parada con los doctores, les cayó muy bien; en cambio yo llegué "recomendadisima". Chita la Guanga me hizo el "favor" de decirle a la secretaria del jefe, la señora Canica Nueva York, —así se llamaba, que se cuidará mucho de mí, que era de lo peor y sobre todo que no me dejara entrar a que me conociera el mero jefe porque allá en el departamento de ella hacia lo que se me daba la gana gracias a que el mero jefe me cosería de todas, todas...
Mi jefe directo era el Dr. Taladro —el único doctor que había ahí, ya que todos eran arquitectos— asesor médico de la construcción de hospitales. Le caí perfectamente bien y me quería un chorro (a lo decente), yo ya sabía escribir mucho mejor a máquina y él estaba muy contento conmigo. Al poco tiempo de estar ahí, empezó el cotorreo porque era un ambientazo ¡padre! Todos los muchachos del taller de arquitectura, unos estudiantes y otros ya recibidos, se empezaron a hacer cuatísimos míos; Zutana subía a visitarme de vez en cuando salíamos (como de costumbre) a tomar café, siempre nos acompañaban ellos, unas veces unos y otras otros: eran monísimos. Yo también bajaba a veces a visitar a Zutana, pero allá había puros doctores muy serios y no era lo mismo que en mi lugar.
El jefe de mi departamento era Rey Moreno Caza, arquitectazo de fama mundial, importantísimo, lo buscaban como locos, se le arrastraban horrores; cuando mandaba llamar a alguien luego luego se alocaban y derrapaban por él; traía impresionado a medio mundo por lo que era profesionalmente y porque tenía y sigue teniendo una personalidad envolvente, —yo todavía no lo conocía—.
El subjefe Arq. Buenagente, muy trabajador, muy derecho, muy decente (pero súperdominado por el Rey), era como incoloro; aunque por dentro no estuviera de acuerdo, él hacía y "pensaba" como el Rey SUGERÍA...
El secretario Particular del Rey, Arq. C. V. D.*, agradable y simpático, era algo así como el 1000 usos, incondicional del Rey, pero le tenía miedo.
*C.V.D (Corre, Ve, Dile) Le gustaba parecerse al Rey, a veces lo copiaba y tomaba actitudes parecidas, por supuesto cuando el Rey no lo veía.
El secretario-de-oficina, Juan Pérez, clásico burócrata (todos eran arrastrados con el Rey, pero a este se le pasaba la mano) muy eficaz en el trabajo, meticuloso a morir, metiche y chismoso como todos los secretarios que se estiman, exagerado para quedar bien con el Rey...en fin era como los conejos, misteriosos y...
De ahí seguían todos los jefes de oficina. Hagan de cuenta El Rey y sus marionetas: las traía como sus títeres (se rodeaba de pelmazos como como Franco) cuando lo mandaba a llame para cualquier cosa salían destapados, hasta tropezaban con las sillas y regresaban emocionadisimos, como diciendo "me habló el payaso, me habló el payaso"; eso sí con sus subalternos eran unos déspotas antipáticos y adentro con el Rey parecían "cucarachas desequilibradas".
Las empleadas como en todos lados: jóvenes, viejas, monas, simpáticas y antipáticas, chismosas, buenas, venenosas, brutas; había de todo.
Un día me dijo el Dr. Taladro: "Fíjese Ful que el Rey tiene muy mala impresión de usted porque Canica Nueva York (Canica era una señora alta, delgada, pareja, pelirroja, desgarbada, hipócrita —creo que trabajaba bien— educada, venenosa y fea...pero igual que Chita la Guanga era más fea por dentro que por fuera, que ya es mucho decir. Llevaba ahí más tiempo que las paredes. Yo nunca le había hecho nada para que se portará así, su actitud no era una consecuencia de...era una medida preventiva) se ha encargado de ponerla por los suelos y siempre me está echando indirectas, yo quiero que él la conozca personalmente porque deseo que pierda esa mala impresión". El Dr. Taladro me tenía muy bien conceptuada, como lo que era –y lo sigo siendo– decente, de buenas familias, buena educación, gente de buena fe; un poco maldita, no muy eficiente, muy relajienta, medio irresponsable, un poquitititito coqueta...impuntual...pero era más lo bueno que lo malo. Nos pusimos de acuerdo para que cuando el Dr. Taladro estuviera con el Rey en una junta, me llamara por teléfono para pedirme un plano que se "olvidó".
Empezó la junta, al rato sonó el teléfono, el Dr. Taladro me pidió el plano, yo me peiné, me puse tacones (los tenía guardados porque siempre usaba zapato bajo) me pinté la boca y fui a la jefatura...abrí la puerta.
¡Chacachachán!...Canica se puso histérica al verme:
—¿A dónde crees que vas?
—Voy a ver s mi jefe el Dr. Taladro, que está n junta con el Rey...
—Primero pasas por mi cadáver que entrar ahí...
—Pues ya te vas muerte si porque voy a entrar...
Se puso anaranjada (porque es pelirroja) se levantó como tiro y se me atravesó. Para esto yo ya había tocado la puerta, y se oyó la voz del Rey que dijo:
—Adelante —traté de abrir pero ella se me atravesó—. ¡Canica!, déjala entrar a ella.
Entré toda cortada y dije buenas tardes en lugar de días...casi ni pude mirar al Rey...me dirigí a mi jefe y le entregué los planos...todos los que estaban en la junta se me quedaron viendo...di media vuelta y salí con aire de odalisca despistada...
Afuera Canica Nueva York estaba como atacada en su silla, temblando de coraje. Yo no hice comentarios, ni visuales ni hablados. Regresé a mi lugar y me cambié de zapatos y, como casi no tenía nada que hacer, me puse a jugar timbiriche loco con los muchachos...
Al rato, llegó uno de los arquitectos y me dijo: "Fíjate Fulana que el Rey llamó a Canica y le dijo: Canica, se pudo usted a la altura de mi cocinera, y peor, porque ella no les pega a sus compañeras. A esa chica me la deja pasar SIEMPRE, porque es la secretaria del doctor
Taladro  y además porque me gustó". Me quedé con el ojo cuadrado, ¿yo le gusté a ese señorón? Luego llegó el Dr. Taladro y me dijo:
—Ful, el Rey se expresó muy bien de usted, le causo muy buena impresión, ¡qué bueno!, pero fíjese que Canica se puso muy mala, le tuvieron que dar una pastilla y yo tuve que calmarla, me decía: "ay, doctor, doctor, ¿por qué ha hecho esto?" Pobre, pero qué mula, ¿no?
(No se les olvide que la tarjeta de checar entrada seguía siendo nuestro coco).

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaWhere stories live. Discover now