CAPITULO 49

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En la mañana del jueves Bruno me llevó a la escuela. Lo había estado haciendo todos los días durante las últimas cinco semanas; le había dado a la señorita Teller la excusa de que necesitaba llevar a su mamá a trabajar y por eso no podía acercarla más.

Todavía la llevaba a su casa, pero las mañanas eran mías, al menos por los quince minutos de viaje, en cualquier caso. Todos los días me recogían y luego me dejaba al final de la calle de la escuela, así que podíamos pasar unos minutos juntos antes de comenzar el día de clase.

Cuando subí a su coche, se estremeció y me miró suplicante.

-Linda, por favor, deja de usar faldas en la escuela.- rogó, con los ojos recorriendo mis piernas, una expresión de dolor en su rostro.

Me reí y rodé los ojos. Casi nunca llevaba faldas, pero lo hacía en los días en los que sabía que lo vería después de la escuela, en la esperanza de que podría ser capaz de seducirlo un poco más de lo normal. No era que hubiera funcionado, pero nunca se sabe, tal vez un día la visión de un poco de piel lo empujara más al borde.

-Oh, déjalo, Bruno. Me pondré lo que quiera.- le contesté, sonriendo.

Él suspiró y encendió el coche, con las manos apretando el volante un poco demasiado para que fuera cómodo. Me esforcé en no ruborizarme cuando lo sorprendí, varias veces, mirando furtivamente mis piernas. Me reí, ni siquiera era una falda de zorra. Era sólo una falda de mezclilla, cortada un poco por encima de la rodilla. En realidad era bastante respetable, en mi opinión.

-¿Aún vas a salir con Eric mañana en la noche?.- preguntó.

Asentí con la cabeza.

-Si.- le conteste.

Casi pude verlo poner los ojos en blanco, pero mantuvo su mirada firmemente en la carretera.

-¿Dónde te lleva esta vez?.- preguntó.

Me reí y puse mi mano sobre su pierna, apretándole la rodilla ligeramente y haciendo que sus manos apretaran el volante aún más.

-Deja de comportarte como un bebé porque salgo con tu hermano. Somos amigos, y aunque tú no me crees cuando te lo digo, no pasamos toda la noche chismeando sobre ti.- le dije, luchando por no sonreír.

Bruno odiaba el hecho de que me llevara bien con su hermano y que saliera con él una noche de viernes. No era que estuviera celoso de Eric ni nada por el estilo, sino que pensaba que su hermano me estaba contando secretos y cosas de su infancia, disminuyéndolo todo el tiempo.

Por supuesto, no ayudaba que Eric le dijera que hacía eso, sólo para hacerlo sentir paranoico.

Me sonrió de lado.

-Oh, linda, sé que lo haces porque no puedes evitar pensar y hablar de mí todo el tiempo.

Me eché a reír y me incliné sobre el asiento, luchando con el cinturón de seguridad para poder plantarle un beso en la mejilla.

-En realidad, sí lo hacemos, pero no quiero que te preocupes por lo que me diga. Eras un chico muy divertido, y lo que hiciste con la planta de interior de tu madre...- Me interrumpí, riendo.

Su rostro giró bruscamente hacia mí, con una expresión conmocionada, pareciendo que había olvidado por completo que estaba conduciendo.

-¡Mira el camino!.- le ordené, riendo incontrolablemente.

Esa era una de las muy pocas cosas que Eric me había dicho, pero en realidad no hablábamos mucho sobre Bruno, después de todo. Generalmente hablábamos de la escuela, de sus conquistas pasadas o sus fracasos, o sólo mirábamos una película. Nunca había pasado nada excitante.

A mí no me importa la edad [BM] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora