Capítulo 3

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El médico del instituto dio una palmadita en el hombro a Dinah y la hizo levantar después de un breve examen. La enfermería, al fondo del pasillo del último piso, junto a la biblioteca, era un cuarto provisto de escritorio, camilla y botiquín. Todo de color blanco, todo frio y poco acogedor como el tono sarcástico y el aire de superioridad del doctor.

-Capitana, recuerda que estamos a un paso de los play-off.

-Lo recuerdo perfectamente- repuso Dinah mirando al médico, segura de sí.

-¿El campeonato te estresa demasiado? ¿O el problema son los deberes en casa?

-No me estresa nada- mintió la muchacha-. ¿Puedo marcharme?

Esperándolo en el pasillo estaba Teo, el entrenador del equipo de baloncesto, apoyado contra la pared, en las manos una biografía de Michael Jordan, el campeonísimo al que solía citar como ejemplo de deportista perfecto.

Dinah lo ignoró y enfiló el pasillo, pero el hombre la siguió.

-Dinah espera.

-¿Qué pasa? Está todo bien.

-No, no está todo bien. Si estamos así no podré alinearte en el equipo en los play-off.

Dinah lo miró fijamente y por un instante pensó en la palabra "estamos". Era costumbre del entrenador: si una chica tenía un problema, concernía a todos.

-Haga lo que estime conveniente.

-Tú eres la capitán, tus compañeras te necesitan. Pero si te desplomas en un momento decisivo, y además arriesgas tu salud... pues entonces tenemos un problema.

-¿Y qué quiere que haga? Designe una nueva capitán si le parece necesario. Los médicos dicen que todo me funciona bien.

-No es esa la opinión de tus padres.

Dinah observó al entrenador, que le sostuvo la mirada con los ojos decididos.

-Mis padres son demasiados aprensivos.

-Pues a mí me da en la nariz que me ocultas algo. Dinah, demonios, eres la mejor, pero no puedo arriesgarme a que... a que lo sucedido hoy se repita en la final.

-Entonces déjeme en el banquillo, así ni siquiera llegaremos a la final. Y sin más bajó las escaleras y se marchó.

Mientras recorría el Viale Porpora con el cuello de la chaqueta levantada para protegerse del frío y punzante de Milán, los pensamientos se le agolpaban en la cabeza. Continuó rumiando hasta que llego al portal de la señorial casa donde su familia ocupaba un piso regio. No quería perderse la etapa final de la temporada. Era la mejor anotadora del torneo, era la capitán, había dado el máximo en todo momento. Pero si el entrenador decidía dejarla fuera, su opinión serviría de poco.

Subió el primer piso. La señora del primer piso de al lado le saludó y ella le correspondió con una sonrisa de circunstancia y un gesto de la cabeza.

-No puedo más...-susurró para sí mientras giraba la llave en la cerradura de la puerta blindada.

Su casa la recibió silenciosa como siempre. A aquella hora sus padres estaban en el trabajo. Sobre el mueble del recibidor su madre había dejado una nota, como de costumbre. Rezaba: "junto al microondas hay una tarta salada. ¡Por favor, estudia! Besos. Mamá." Dinah continuo adelante sin pasar por la cocina.

En su habitación, dejo caer la mochila junto al escritorio, se quitó la chaqueta y se sentó en el borde de la cama. Por suerte pensó, no se había golpeado la cabeza. Últimamente conseguía anticiparse al ataque y ponerse primero de rodillas, para hacer la caída menos peligrosa. Era un recurso, aunque no resolvía el problema; como mucho, le evitaría lesionarse la cabeza un día u otro.

Multiverso (Adaptación Norminah)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora