Capítulo 7

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A las nueve y media de la noche del jueves, en un apartamento de Viale Gran Sasso sonó el interfono. No era el habitual y fastidioso ruido, sino más similar al de un móvil y reproducía el tema central de la banda sonora de Anastasia. Ally apretó un botón en el pequeño mando verde y el portal se abrió. Dinah subió las escaleras de dos en dos y entró con la bolsa de baloncesto en bandolera.

-¡He recibido tu mensaje!- le grito la amiga desde el baño-. ¿Quieres explicarme qué rayos sucede?

Ally apretó otro botón del mando y la puerta del apartamento se cerró. Dinah estaba habituada a esos ticks, como los llamaba su amiga. Truquitos geniales. En casa de Ally casi todo se accionaba por medio de botones, mandos o incluso órdenes impartidas de viva voz. Puertas, calefacción, electrodomésticos de la cocina, estéreo y luces respondían todos a un control remoto, como algunos apartamentos modernos diseñados según las leyes de la inteligencia artificial, con la particularidad de que en este caso cada microchip había sido construido y patentado por la mismísima Ally.

En febrero de 2004, más de diez años antes, sus padres habían decidido pasar unos días en una localidad de montaña. Tenían la idea de comprar una casa de vacaciones y habían aprovechado la inspección de aquella zona para un fin de semana en familia. El padre de Ally, ex esquiador profesional, había contagiado su pasión a su mujer y su hija. Se anunciaba un fin de semana de magníficos descensos libres y tranquilas cenas en el refugio de montaña.

Una ligera lluvia había acompañado su partida de Milán entrados en el Piamonte, les sorprendió un verdadero aguacero. Abandonaron la autopista para seguir la carretera que los habría llevado hasta la montaña y el temporal quedo a sus espaldas. Lo peor parecía pasado. Mientras ascendían de cota el tiempo fue empeorando. Una violenta tempestad de nieve se abatió de pronto sobre la curvada carretera de montaña. El fuente viento hizo derrapar el vehículo y un árbol se inclinó peligrosamente sobre el parabrisas, obligando al todo terreno a un brusco volantazo que lo hizo precipitarse por la ladera. La chica, zarandeada en el asiento trasero, ni siquiera vio como su padre perdía el control del vehículo. Solo sintió el impacto del choque ladera abajo.

Luego silencio.

La vida de Ally quedo marcada para siempre. Sus padres murieron en el acto. Luego decidió independizarse y encontró casa en Viale Gran Sasso.

Durante sus primeros veinte años se había dedicado al estudio de la informática y la electrónica. Le encantaba desmontar artilugios, estudiar los componentes, llenar la casa de sistemas de accionamiento mecánico. Tenía una serie de mandos dispersos por todas las habitaciones. Estaba el verde, que accionaba puertas y ventanas. El azul, cuyas teclas estaban dedicadas al horno eléctrico, el microondas y los hornillos. El amarillo, para regular la temperatura del apartamento. El rojo, para gestionar la instalación de luces: un panel de colores cambiantes en el dormitorio, hileras de neón azul en la sala para conferir un aspecto futurista a su "reunión", como le agradaba definirlo, y una serie de pequeñas bombillas dispersas por el apartamento, que lo transformaban en una especie de gigantesco flipper.

Ally estaba orgullosa de su obra.

Desde hacía diez años su cerebro discurría a un ritmo notablemente superior a la media y le permitía estudiar y proyectar artilugios cada vez más sofisticados, desde mandos para la casa hasta software. En informática era una especie de monstruo. Cualquier problema que pudieran tener sus amigas, Ally lo solucionaba. Como decía Dinah, estaba "años luz por delante".

Pero la diferencia entre las dos chicas no estaba solo en los conocimientos tecnológicos y los cinco años que le llevaba su amiga. Estaba también en las piernas. Las de Ally habían quedado en el fondo de la ladera.

Multiverso (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now