Capítulo 38

142 18 2
                                    

38

Dinah se incorporó jadeando, las piernas aún bajo la ventana, el torso desnudo y las manos adormecidas.

Frente a ella, el armario. Sobre la izquierda, la silla sobre la que la primera noche había apoyado los jeans y el jersey. Todo estaba aún envuelto en la oscuridad, atravesada por débiles rayos de luz provenientes de las rendijas de la persiana.

- ¡Mani! -llamó mientras se movía.

La chica, acostada junto a ella en la cama en que habían hecho el amor, tenía los ojos desencajados. Se incorporó lentamente y la miró fijamente.

-Ya ves que no era un sueño -dijo Dinah, al tiempo que sus pensamientos se encontraban.

-He visto las mismas cosas. ¿Adónde nos dirigimos?

-Es la única respuesta que nos ha dado.

-Era la única que buscábamos.

-Rápido, larguémonos de aquí.

Se vistieron a toda prisa, las ropas ya se habían secado.

Abrieron la puerta y bajaron presurosas la escalera. El piso de abajo parecía desierto. La casa estaba silenciosa y en la calle tampoco se oían los gritos y disparos de la noche anterior. Nadie en los dormitorios, nadie en el baño.

"El salón", pensó Dinah, y corrió hacia donde habían estado la noche anterior.

Cuando entró, la anciana seguía sentada en la mecedora como si no pasara nada. La miró con una sonrisa enigmática. Luego movió la cabeza lentamente de arriba abajo. Parecía serena, tenía la mirada de quien ha entendido que el final ha llegado.

Dinah volvió al living, tomó a Normani por la mano y abrió la puerta de la calle.

Estaban todos afuera. Todos los habitantes de la calle. Petrificados. Con la mirada vuelta hacia el cielo.

-Esto es real -dijo Dinah cuando levanto los ojos.

El mismo cielo que Ally podía ver en su dimensión originaria. El mismo cielo que cualquiera, en cualquier rincón del infinito Multiverso, estaba observando en aquel preciso instante. Un ovillo de nubes arrastradas por el viento, un enredo de vapores que se enfrentaban en el cielo y se mezclaban con los colores vivos de un ocaso imposible, mientras el asteroide estaba allí, en el centro de aquel confuso fresco, con su aspecto majestuoso y potente, y una larga estela encendida que se perdía en el espacio.

Normani observó la calle mientras empezaba a elevarse una violenta tempestad de polvo. Las familias del barrio estaban allí, todas abrazadas y tomadas de la mano. Ancianos, hombres, mujeres y niños. Nadie huía, nadie era presa del insensato pánico que asolaba el centro de la ciudad. No habría servido de nada.

- ¿Qué hacemos? -Dinah se volvió hacia Normani, asustada, mientras un indefinido y lejano ruido se acercaba cada vez más, rompiendo el irreal silencio.

-No lo sé... ¿Qué sucede allá?

Desde el fondo de la calle una muchedumbre se estaba aproximando a la carrera, envuelta por remolinos de polvo y desechos. Los gritos se dispersaban en el aire. Venían del centro, eran muchos y estaban cada vez más cerca.

- ¡Mani, apartémonos o nos arrollaran! -exclamó Dinah, dándose la vuelta para emprender la huida de aquella caótica multitud que se abalanzaba presa del pánico.

- ¡Por ahí! -señaló Normani, y echó a correr.

En cuanto empezaron a correr, un ruido de proporciones extraordinarias inundó la zona, sacudiendo la tierra y haciendo temblar cada casa o construcción en torno a ellas. Era como un trueno que parecía señalar con la gravedad de un tambor de orquesta el inicio del espectáculo. El viento se hizo más fuerte, mientras el polvo danzaba y rodaba como impulsado por un tornado. Las personas se miraron aterrorizadas y echaron a correr en la misma dirección que las chicas, perseguidas por la masa humana proveniente de la ciudad que se acercaba como una ola, arrollándolo todo.

Multiverso (Adaptación Norminah)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora