Capítulo 25

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25

La arena, dorada por el último sol de la tarde, tomó forma poco a poco. El fragor de las olas que rompían bajo el muelle y el soplo de viento fresco que silbaba en sus orejas acompañaron su despertar. Los párpados le temblaron unos segundos antes de abrirse con esfuerzo. El sol se ponía detrás de la línea del horizonte, su disco anaranjado se dejaba engullir por el agua mientras alrededor pinceladas violáceas, rojas y amarillas se mezclaban en la sugestiva paleta del ocaso australiano. Un perro saltó delante de ella levantando arena mientras Dinah se incorporaba lentamente.

-Estoy viva...-musitó mientras miraba en torno-. Viva.

Ally le había planteado la hipótesis del escenario de universos alternativos en los cuales las cosas escapaban de control de la soledad, pero nunca habría imaginado su ciudad reducida a aquel estado. Trató de recordar la sensación experimentada cuando el cuchillo había entrado en su piel. Le resultaba difícil y casi le daba miedo definir demasiado los contornos de una fotografía que era mejor quemar para siempre y enterrar las cenizas en lo más recóndito de la memoria.

Estaba muerta, de esto no tenía duda. Los encapuchados la habían dejado en el suelo exhalando el último suspiro, con una bala en el muslo y un cuchillo clavado en el pecho. Estaba muerto, pero había sobrevivido. Y esto no tenía sentido.

Su primer pensamiento, después de haber constatado que estaba viva, fue para Normani. La imaginó sola en una ciudad que no conocía, aunque en su dimensión. ¿Habría logrado regresar a Melbourne? ¿Y cómo harían ahora para reencontrarse nuevamente? Necesitaba hablar con Ally.

Miró alrededor en busca de la mochila. Estaba aún allí, junto a ella. Del bolsillo sacó el móvil.

- ¡Sigue apagado, joder!

Remontó la escalerita que conducía a la primera parte del muelle y echó a andar por Esplanade. Llegado a las proximidades de un semáforo esperó unos minutos en la acera, apoyada en una palmera. Luego vio un taxi al final de la calle y agitó los brazos para llamarlo.

El auto se acercó y Dinah subió.

-To the Airport – dijo con decisión.

El avión para Abu Dabi despegó a las 23:15 del aeropuerto Tullamarine de Melbourne y aterrizó a la mañana siguiente, a las 6:25. Para Dinah fueron siete horas de sueño casi interrumpido. En el aeropuerto de los Emiratos Árabes, tomo un autobús para llegar a la terminal de la que partía su conexión para Heathrow al cabo de una hora y cuarenta minutos.

Dinah paso la espera en un bar cerca de la zona de embarque, tomando un refresco y una pizza. A las 8:15 despegó con puntualidad británica hacia el Reino Unido.

Durante el vuelo tuvo casi siempre puestos los auriculares del iPod y consiguió relajarse. Solo despertó cuando la azafata de la Etihad Airways sirvió la comida: una gomosa pechuga de pollo acompañada por una guarnición de guisantes fríos, un café aguado y un pastelito de chocolate que resultó el único elemento comestible.

A las 12:20 el avión aterrizó en suelo inglés.

La conexión para Milán estaba prevista para las 17:55. Dinah se paseó por la galería de tiendas, con la mochila al hombro y el rostro cansado. Necesitaba recostarse y estirar las piernas, puestas a dura prueba durante el largo viaje.

"Quién sabe si Ally habrá descubierto algo más", pensó cuando se sentó en el sofá de una zona wifi. Estiro las piernas y apoyo los pies en la mesita de enfrente. Un hombre uniformado la miro ceñudo. Debía de ser un guardia de seguridad al que no le agradaba la postura adoptada por la chica, pero Dinah no se movió. Estaba exhausta. Vio a lo lejos el escaparate iluminado de una compañía de viajes. La foto de una familia feliz colgaba bajo una enorme leyenda: GO TO EUROPE! NOW!

Multiverso (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now