Capítulo 8: Llévame al juego - Eso también funciona.

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Imagen de Colton Haynes como Alec Jennings.

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Capítulo 8: Llévame al juego – Eso funciona también.

La cita con Ian salió de maravilla. Pasé de odiarlo a ser su amiga. ¿Era acaso algo más que amigos si estábamos saliendo? No planeamos otra cita, pero existe una gran posibilidad de que haya otra en un futuro no tan distante.

Papá y yo estábamos viendo The Office(1), su serie favorita, cuando mi teléfono sonó. –¿Hola? –contesté silenciosamente.

–Hola Charlotte. Es Alec.

Me enderecé. –Hola, ¿cómo va todo?

–Me preguntaba si querías ir a alguna parte hoy.

–¿Un domingo?

–Sí, a menos que tengas planes o algo...

–Ah... No tengo, pero déjame preguntarle a mi papá primero. –Tapé el micrófono y toqué su hombro–. Oye, ¿papá? ¿Puedo salir esta noche?

Se volteó a mirarme. –Has estado saliendo mucho últimamente. ¿Con Beckett?

Negué con la cabeza. –Alec.

Silenció el televisor, sin perderse nada porque estaba en comerciales. –¿Alec? ¿Como en Alec Jennings? ¿Como la esta de béisbol Alec Jennings?

–Hrm... supongo que sí.

–Claro, y mientras estés en ello, consígueme un autógrafo.

–¿Tú–tú quieres un autógrafo de mi compañero de clases?

–Espera, mejor que sean tres.

Mis cejas se juntaron. –¿Por qué en la tierra querrías su autógrafo?

–¿Lo has visto jugar? Él tiene un futuro, y cuando llegue a las grandes ligas, quiero algo con lo que alardear. Piensa en ello como el pago por dejarlo salir con mi pequeña niña.

–Entonces soy como un objeto de cambio...

–¡Exacto!

–Gracias, papá...

–No hay problema. ¡No te embaraces, no te dejes arrestar, pero diviértete!

–Sí...

–Y no olvides su firma.

Presioné mi oreja contra el teléfono. –Sí, puedo ir.

–Genial, estaré ahí como en diez minutos. Junto a Chandler, ¿verdad?

–Correcto.

–Ponte algo cómodo.

Antes de que pudiera preguntarle a dónde iríamos, la línea se silenció. ¿Tenía diez minutos para escoger el atuendo para una cita? Corrí hacia las escaleras, tropezándome un par de veces en el camino. Me puse mi par favorito de leggings, un suéter extra grande y un par de botas. Así estaría cómoda. Eso tomó ocho minutos –cuatro de ellos incluyeron desenredar un rizo testarudo. Esperé afuera, Alec no necesitaba conocer a mi papá.

Su carro apareció en el camino de entrada. Antes de que pudiera abrir la puerta por mí misma, bordeó el auto y me ayudó a entrar. Me recordó a esa gente muy rica que tiene un chofer que les hace eso. Pero yo tenía un chico muy lindo. Me pregunto si Laurel recibe esta clase de servicios...

–Gracias, pero no tenías que hacer eso. Puedo abrir la puerta por mí misma.

–Oh, ¿pero qué clase de caballero sería si no lo hiciera?

The Last Virgin Standing / Tiffany HuynhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora