Capítulo 20. No me dijeron que jugar a Cupido tenía sus consecuencias

4.3K 253 64
                                    

Imagen de Anna Sophia Robb como Emma Roscoe.

---

Capítulo 20. No me dijeron que jugar a Cupido tenía sus consecuencias


—Siento que no he tenido una noche de chicas en demasiado tiempo —me lamenté.

Emma pincha mi hombro, riendo.

—Eso es porque has estado con tus amantes. Ya no tienes tiempo para mí. —Hizo un puchero.

—Ah, Emma –canturreé, rodeándola con mis brazos y envolviéndola en un abrazo rompe-huesos—. Siempre tengo tiempo para ti. Tú solo llámame y yo cancelaré todo.

Palmeó mi espalda gentilmente, como si yo fuera una incómoda persona que acabara de abrazarla de la nada. Y lo soy, pero somos amigas así que está bien.

—No. Puedo. Respirar.

La dejo ir y me río burlonamente.

—Lo siento.

—Realmente te estás tomando todo este asunto muy en serio. Espera, ¿no estás desarrollando sentimientos por esos chicos, verdad? A parte de Luke, claro. Todos sabemos que estás demasiado atraída por él. —Me guiñó un ojo.

Me sonrojé un poco por las crudas palabras de Emma.

—Yo... yo...

Por mucho que me gustaría decir que no tengo sentimientos que no sean malos hacia ellos, no puedo porque estaría mintiendo. Y no me gustaba mentirle a Emma. Ella siempre era abierta conmigo. Me gustaba nuestra relación, nos podíamos contar cualquier cosa.

Disfrutaba estando alrededor de Ian y Tyler, realmente lo hacía. Su compañía era única en comparación con Luke y Emma; ellos no sabían mis más oscuros y profundos secretos. No es que realmente tuviera, pero si lo hiciera, ellos dos los sabrían. Ahora, si eran románticos o no, no estoy segura. Me había gustado besar a Ian, pero, ¿eso caería en un romance o en la categoría de ''amigos con beneficios''? Necesitaba clasificar bien las cosas antes de continuar con el juego. Jugar sin prioridades era como improvisar tus votos en tu boda; era muy probable que terminara en desastre.

—¡Oh por Dios! —chilló, tirando de mi brazo agresivamente—. Lo has hecho.

—¿Y qué si lo he hecho? —mascullé.

–Te estás poniendo en peligro a ti misma —dijo en voz baja. Su rostro estaba completamente serio, como si fuera a decirme que iba a asesinarme. Rompió en una sonrisa antes de comenzar a reírse—. ¡Lo siento! No puedo no sonreír.

De pronto me sentí culpable por haber estado alejándola. Hasta ese momento no me había dado cuenta de cuánto la extrañaba. Ella era tan dulce y graciosa como para no tenerla cerca. Hice una nota mental de despejar mi horario al menos una vez a la semana para tener tiempo de calidad juntas.

—Eres ridícula, Em.

—¿Por qué? Gracias —dijo con una mirada sensual, resultando de nuevo en otro par de risas por parte de las dos—. Bueno cuéntame cómo estuvo tu verano en California, ¿conociste algún chico lindo en la playa?

Arrugué mi nariz.

—¡Ojalá! Estuve atascada en la casa de mis abuelos la mayoría del tiempo. A mi abuela no le gustaba que la dejaran sola mientras cocinaba, pero se sentía obligada porque piensa que mi abuelo ama sus galletas de avena. En realidad él odia las galletas de avena con las pasas, pero se las come porque la mantiene ocupada mientras el mira deportes.

The Last Virgin Standing / Tiffany HuynhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora