Capítulo 27. Fe, confianza y polvo de hadas.

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Capítulo 27. Fe, confianza y polvo de hadas

Uno a uno, tiras de papel de construcción se convirtieron en cadenas hechas en la escuela usadas con el mero propósito de contar los días faltantes para Navidad. La línea de anillos estaba ahora a diez bucles y yo aún no juntaba la fuerza para ir de compras navideñas. Había calculado que si esperaba demasiado, todo lo que valía la pena comprar se habría vendido, y solo quedarían las peores cosas para ser compradas por procastinadores como yo.

Tenía un agudo caso de Bloqueo de Comprador, si es que eso era una cosa. Mientras paseaba por el atestado centro comercial, honestamente, no podía pensar en nada para conseguirle a nadie. La única decisión que tomé fue que iba a darles algo a los chicos, incluyendo a los que ya había "eliminado". Ellos como que habían abierto un camino hacia mi círculo de amistad, lo que estaba bien porque no era demasiado grande, para empezar. La mayoría de la gente que se sentaba en nuestra mesa a la hora del almuerzo eran amigos de Luke, no míos.

Había decidido empezar con papá, porque les podía dar a todos los demás sus regalos después de las vacaciones, o por lo menos después de Navidad. No podía exactamente posponer a papá. Miré una caña de pescar en la ventana de una tienda de recreación al aire libre. Entré, y con la ayuda de un socio de ventas bien informado, salí cien dólares más pobre. Iría a la tienda de cebo y le conseguiría un certificado de regalo. Entonces él podría pescar hasta que su corazón estuviera contento.

Les compré al señor y la señora Chandler tazas que combinaban. Les daba cosas de pareja cada año y ellos nunca se quejaban. Creía que era lindo y no podía esperar hasta casarme para comprar adorable basura sin sentido que desordenaría eventualmente mi casa. Nunca se quejaban conmigo por eso; no en mi cara, de todas formas.

Los chicos con quienes no mantenía una relación romántica —y Tyler— eran más fáciles de regalar. Hice una rana en el Taller de Construye-Un-Oso para Beckett, como un recuerdo enfermo y cómico de nuestra horrible disección, y lo vestí con un par de lentes de hípster. Le conseguí a Alec —err, Maddy, su hija— un suéter de béisbol rosa.

Atormenté mi cerebro para darles algo a Ian y a Tyler, pero encontré la tarea lo que le seguía de imposible. El problema con Ian era que él tenía dinero y podía comprar lo que quisiera y lo único que realmente sabía acerca de Tyler era que le gustaba el sexo y las motocicletas. El pensamiento de enviarles a ambos prostitutas para satisfacer su sequía cruzó por mi cabeza, pero el proceso de encontrar a unas que fueran adecuadas envió escalofríos por mi espalda. No sabría siquiera dónde buscar en primer lugar, sin mencionar el costo de una. Además, una chica de diecisiete años contratando a dos prostitutas era algo extraño y probablemente ilegal.

Me decidí por comprarle algo crudo a Ian. Eso parecía ser su tema. Tendría que ordenar algo en línea usando la tarjeta de crédito de mi papá ya que no había lugares en el centro comercial que vendieran lo que yo estaba buscando. Esperaba que papá no viera las descripciones muy de cerca, de otra manera tendría que dar muchas explicaciones.

Recordaba que Tyler había dicho algo sobre piratas, así que fui a la juguetería y le compré un parche para el ojo, un falso pero aun así realista mapa del tesoro, y un paquete de doblones de oro de plástico. Era estúpido y él probablemente no los usaría, pero lo encontraba significativo y tonto de alguna manera.

Tomó media hora de mi tiempo y la sorpresiva revelación de mis habilidades de negociación, que de hecho existían, pero había cruzado la barrera que eran los padres de Luke. Estaba algo orgullosa de mí misma y no podía esperar a obtener su regalo.

The Last Virgin Standing / Tiffany HuynhWhere stories live. Discover now