¡Por la Tardis del Doctor Who!

2.8K 245 190
                                    

No le conté a nadie lo que había visto en el camerino esa noche, ni siquiera a Héctor, que tiene el título oficial de mi mejor amigo. No sé por qué no pude decírselo, él estaba muy enojado porque yo siguiera de empleada en la casa productora, siendo que el plan que él había ideado era perfecto. Se fue a dormir refunfuñando adjetivos nada amables dirigidos al señor Cumberbatch, y a su falta de juicio.

Yo me quedé un rato en la sala, repasando mentalmente lo que había visto. ¿Se veían enamorados? No, para nada, se veía a leguas que se atraían pero de estar enamorados nada. Me quedé dormida en el sillón, y en mis sueños Benedict se besaba asquerosamente con Laurie, para después mirarme y reírse los dos de mí. Fue una noche intranquila.

La pasé de malas en la Universidad, siendo que era mi lugar favorito sobre la faz de la Tierra. Y me encantaba tomar clases ahí, pero ese día estaba de mal humor. Mientras viajábamos a nuestros respectivos trabajos, Héctor me decía que debíamos aplicar la contraparte del plan, pero yo iba tan distraída que no le presté ni atención a su elaborada descripción.

Obviamente se dio cuenta y se ofendió, no me habló el resto del viaje, y ni siquiera se despidió cuando nos separamos. Vaya, ahora hasta mi mejor amigo estaba enojado conmigo. ¿Ya me podía dar por vencida y suicidarme? Llegué con mal genio al estudio, Judith me recibió con un brazo sobre los hombros.

─ ¿Cómo estás, Jaz?

─Odiando al mundo y a sus residentes, ¿por?

─Ufff, entonces mejor ni te digo a dónde vas a ir...─ me miró con sus ojos verdes de aceituna y puso cara de fingido espanto.

─Dime, de todas maneras estoy segura de que no voy a poder eviyarlo. Dime de una vez, ¿qué tengo que hacer?

─Pues en primera te digo que Benedict hoy viene vestido... Ufff, se ve guapísimo.

─Por favor Judith, aunque viniera con una caja de cartón tú lo verías guapo...─ puse los ojos en blanco mientras pasaba por edición y saludaba a los chicos.

─Pero es que hoy se pasó... Bueno, hubo un pequeño accidente con una de las pistolas de pintura, el tanque estalló y mancho todo a su alrededor, incluidos Benedict y Laurie.

─ ¿Estaban juntos?─ me frené y encaré a Judith que me miró como quien dice "te digo que el tanque de pintura estalló y tú me preguntas si estaban juntos siendo que es obvio".

─Pues... Sí. Estaban platicando y quedaron manchados de pintura amarillo mostaza.

─Platicando, ajá...─ susurré y seguí caminando. ─Otra prueba de que el universo confabula contra mí. Pasan cosas graciosas cuando no estoy, ¡eso no es justo!

─Bueno, el punto es que Benedict quiere cambiarse de ropa, y dijo que te esperaría para que lo acompañes...

─ ¿Tiene más de 30 años y aún no es capaz de cambiarse ropa por sí mismo?

─Pues no sé, pero dijo que te quería ver en su camerino en cuanto llegaras para que pudieran irse. ¡Viene en moto! Dios mío, te va a llevar en su moto...

─Créeme, me encanta la idea de su moto... De ahí en fuera él se puede ir a...

─ ¡Jazmín!─ el grito de Hugo hizo que diera un brinco olímpico. Judith escurrió el bulto.

─ ¡Qué!

─ ¡Soy tu jefe! No me hables en ese tono... Supongo que Judith ya te dijo que...

─Sí, tengo que acompañar a su señoría a no sé dónde.

─Está en su camerino, y parece león enjaulado, yo que tú me apuraba.

─Mñé, que se espere un rato más me vale...

Tres, dos, uno... ¡Acción!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora