Llamada de madrugada

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El lunes, ir de la universidad directo a casa se sentía muy extraño. Decidí desviarme a perder el tiempo en una plaza comercial, el punto era no llegar temprano, me sentía sola en el departamento sin Héctor.

Hugo no me había podido contestar en todos mis intentos por platicar con él, sabía perfectamente que debían estar vueltos locos, y sentía celos de que ellos pudiesen estar en otro lado conociendo nuevos paisajes y yo estuviera frente a un aparador de ropa que ni siquiera me gustaba pero quería comprarme para mejorar mi look.

Terminé, no sé cómo, en un local en el que sólo había videojuegos. Así que estuve cuatro horas y media jugando Guitar Hero, Halo, Mortal Kombat, y otros juegos que jamás había visto antes. Salí de ahí con la dignidad pisoteada y sin dinero.

Lo peor del caso es que se me hizo adicción, y ahí me la pasé todas las tardes de la semana. Hasta que el viernes Héctor me hizo prometerle que ya no iría más a ese lugar o terminaría en la ruina. Esa tarde me la pasé viendo series y películas por TV. Me aburría demasiado si no estaba en el trabajo, y lo peor es que mi condición como residente de Londres no me permitía trabajar en otro lugar que no fuesen los lugares autorizados por la beca escolar. Si lo hacía corría el riesgo de que me deportaran.

Ese viernes Héctor no llegó, le habían invitado a una fiesta en su producción y se había largado sin molestarse en invitarme a mí. Seguí viendo series hasta que mi cuerpo me exigió irme a dormir y así lo hice. No podía haber una persona con una vida más aburrida que la mía en esos momentos.

Caí en un profundo sueño que fue interrumpido a las dos de la mañana, estaba tan dormida y pensando en no sé qué carajos que ni siquiera me tomé el cuidado de ver la pantalla para saber de quién se trataba.

─ ¿Bueno?─ dije sentándome en la cama mientras me tallaba los ojos con una mano y con la otra sostenía el móvil. ─ ¡Bueno!─ sólo escuchaba una voz agitada del otro lado de la línea, me separé el celular y vi en la pantalla que era una llamada de WhatsApp, un número desconocido. ─Miren si es una broma ya pueden colgar, porque si me entero de quiénes son no prometo ser amable... ¿Eres tú Héctor? ¡Si te has puesto borracho te puedes ir olvidando de que vaya por ti, te puedes meter una botella de tequila en...

─Nunca eres amable, ¿verdad?─ su voz hizo que me despertara de golpe. Todo rastro de sueño se borró en mi sistema. Tragué con pesadez.

─ ¿Tú?

─Yo...─ su voz no sonaba igual de controlada y fría, sonaba bochornosa, ¡oh por mi dios, estaba borracho! Me levanté de la cama y empecé a dar grandes zancadas por la habitación.

─ ¿Qué quieres y cómo conseguiste mi número?

─Tú me lo diste, tonta. Aquella vez que Tom visitó... el estudio. ¿Ya se te olvidó que ese día estabas muy amable con...migo, verdad?─ y seguía bebiendo, podía escuchar cómo tragaba lo que sea que estuviese tomando entre cada palabra. Fruncí el ceño y me dispuse a colgarle. ─No... Me ...Vayas a colgar. ─ bueno, éste me lee la mente ¿O qué fregados? Suspiré.

─ ¿Qué quieres Benedict? La gente normal intenta dormir a estas horas...

─No, no, no... La gente normal está de fiesta a estas horas. ¿Y tú estás en la cama? ¿No tienes nadie con quién salir? No, no debes de tener a nadie, con ese carácter que tienes, ¿quién querría... salir contigo?

─ ¡Para eso llamaste! Sólo quieres joder gente, pues bien, ¿por qué no molestas a Diane o a tu querida Laurie? ¡Y a mí me dejas con mi sola y aburrida vida?

─No, no llamé para eso... Perdóname.─ el mundo se iba a partir en dos, Benedict pidiendo disculpas. ─Yo... Es decir... Quiero pedir perdón por mi... Actitud.

Tres, dos, uno... ¡Acción!Kde žijí příběhy. Začni objevovat