Capítulo 1

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"Accidente científico" Parecía una buena forma de llamarlo. Semanas atrás habían revelado el caso de un hombre con órganos femeninos en su interior, que convivían bastante bien junto a sus órganos masculinos y entonces el revuelo había comenzado. "Accidente científico" Habían llamado al caso de aquel hombre de 28 años. Pero cuando dos hombres más aparecieron con exactamente su mismo caso... decidieron cambiarle el nombre "Accidentes científicos". Bueno, quizás poner las palabras en plural no era lo más ingenioso del mundo. Pero es que la noticia nos había sorprendido a todos.

Mi curiosidad siempre despierta se había volcado al internet. Me había pasado noches enteras viendo documentales de otros accidentes científicos. Aves sin plumas, conejos que brillaban en la oscuridad, salmones enormes o vacas súper musculosas. Y, está bien. Estamos a vísperas del año 2016, superamos el futuro que Volver al Futuro pactó en su trilogía. Esto es el futuro. Y en el futuro los hombres tienen órganos reproductores femeninos.

Asombroso. Dios parece entretenerse realmente con sus creaciones.

Pero con el pasar de las semanas revelaron también que no era Dios quien estaba jugando, eran simples científicos que en la segunda mitad de los años ochenta se habían dedicado a jugar a ser Dios. Eran médicos del Hospital Universitario Robert Wood Johnson en New Brunswick, Nueva Jersey. Al parecer habían escogido a un grupo de diez mujeres embarazadas y sin su consentimiento habían estado administrándoles cierto tipo y cierta cantidad de hormonas femeninas a fetos masculinos. Dando como resultado... hombres con órganos reproductores femeninos en su interior.

Y aunque en un primer instante mi curiosidad había sido puramente... morbo, comenzó a volverse algo un tanto más personal. Mamá había vivido un tiempo en esa zona de Jersey cuando yo era pequeño, y cuando conoció al padre de Mikey nos mudamos con él, al lugar en donde ellos todavía viven, en Summit. Okay, ahí había una cosa. Al parecer habían estado practicando aquello durante la segunda mitad de los ochenta... y resulta que yo nací ahí, aunque fue en el año 1989, ¿y qué probabilidades había de que siguieran haciéndolo hasta entonces? Pero quisiera o no, había dos pruebas ahí. Y la tercera, aunque un poco vergonzosa era que... siempre me había sentido un poco más femenino que el resto de los chicos. ¿Era ello síntoma de que yo pertenecía a ese reducido grupo de raritos?

Pero, si le daba sentido lógico, todo se iba a la mierda. Era totalmente extraño que eso pasara. Además los raritos que se habían dado a conocer parecían súper femeninos. ¿La homosexualidad era causa de ello también? Buena excusa hubiese sido en mi adolescencia, puesto que yo mismo resulté ser bastante homosexual también.

Por otro lado, me provocaba curiosidad leer blogs y encontrarme con que varias embarazadas habían pedido que el mismo tratamiento que habían recibido las madres de los veinte raritos se aplicara a ellas, porque querían que sus hijos tuvieran la posibilidad de cargar hijos por sí mismos en el futuro si es que querían hacerlo. Y si lo ponían así, resultaba ser una total ventaja. No era como que tener un útero arruinara sus vidas, siempre podían vivir normalmente y no ocuparlo. Y tampoco iban a quedar embarazados por accidente tal y como una mujer. Una explosión de información había llegado ahora que el tema era trending mundial y, al parecer, al no tener una vía directa para llegar al útero, los óvulos fecundados tenían que ser implantados de forma médica. Todo bastante limpio, bastante seguro y totalmente legal.

Era asombroso.

Claro, si no te pasaba a ti.

De todos modos la idea de pertenecer a ese grupo no era tan terrible. Aparte de la atención de los medios, las vidas de esos hombres no deberían haber cambiado mucho, ¿O sí? Y si eso pasaba posiblemente era para bien. Si querían tener bebés podrían protagonizar un reality show y costearse los gastos del bebé hasta la Universidad gracias a las regalías. Pero... seguía siendo raro. Imaginar estar en esos zapatos era bastante jodido y aunque me avergüence admitirlo yo mismo me imaginé estando en esos zapatos dos noches atrás. Llamaba a mi madre y a mi hermano menor para contarles y entonces ellos venían a Nueva York para cuidar de mí, se mudaban conmigo a mi apartamento y en mis dos trabajos mis compañeros se comportaban totalmente geniales también, incluso mi ex novio me llamaba para volver conmigo puesto que quería ser padre de la criatura.

Pero la vida real era bastante diferente a eso.

Seguía estando quebrado, seguía debiendo dos meses de renta, seguía llevándome pésimo con mi madre y mi hermano, mis compañeros de trabajo seguían siendo una mierda, y mi ex novio seguía siendo un imbécil infiel.

- Para mí también suena como una tontería. Pero tienes que ir a médico, yo iré contigo cuando terminemos el turno. Gerard, lo vi en la televisión y fui marcando cada una de las casillas en mi mente, ¡cumples con cada una de esas cosas! ¡Incluso eres más femenino que yo!

Puse los ojos en blanco. Lindsey, mi única amiga en esta terrible ciudad parecía mucho más interesada que yo, y quizás se debía a que todas las cosas raras eran su absoluta debilidad. Una de sus manos cubría el micrófono ante ella y aunque su teléfono sonaba una y otra vez, sus ojos seguían fijos en mí.

- Yo...

- Por favor, Gee.

- ¿Qué saco con eso?

- ¡Es como los billetes dorados de Willy Wonka! ¡Tú podrías tener uno!

- No le veo...

- ¿Lo genial? -Ella sonrió- Te conozco, Gerard. Sé que has visto ya los pro y los contra de esto mil veces en tu cabeza. A mí no me engañas, tú también estás intrigado.

- Si yo fuera uno de esos tipos mamá lo sabría...

- Posiblemente lo sabe y no te ha llamado, sabes que es un poco zorra.

- Lindsey...

- Vamos mañana temprano.

- Lindsey...

- ¡Es una cita! - exclamó, yo fruncí el entrecejo, pero ella me dedicó una brillante sonrisa antes de contestar el teléfono. Y con un suspiro me volteé.

El reloj del monitor marcaba las tres de la mañana, ¿Quién demonios necesitaba asistencia técnica de celulares a las tres de la mañana? Bostecé pesadamente y contesté la llamada entrante. Ya no podía zafarme, al parecer había accedido y hacer pactos con Lindsey era como hacer pactos con Satanás. Y aunque quería fingirme forzado, la verdad es que mi curiosidad estaba bastante despierta también.




NOTA: Este capítulo es una suerte de presentación por eso quedó así de cortito, pero los demás serán más largos. Eso. (?)



Gerard ・ frerardWhere stories live. Discover now