Capítulo 16

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El incómodo momento con mi familia no fue más que un amargo y pequeño incidente en una tarde plagada de buenos momentos. Es difícil escoger uno solo, con tantas personas interesadas en mí y en mi pequeña ahí presentes. Y resultaba totalmente extraño saber que realmente les importaba, que estaban ahí porque querían estar presentes, que cada uno de sus regalos fueron escogidos con el afán que la pequeña Emily pudiese sentirse querida también. Es difícil también dejar la celebración en una categoría, porque dudo que entre en una. No fue un babyshower convencional aunque la decoración era bastante típica, los regalos y la comida también. Ellos no eran personas que habían estado en algo así antes, prácticamente no habían bebés en su círculo cercano y eso me lo hicieron saber cuándo todos nos sentamos en los sofás de la tienda acomodados estratégicamente para que pudiéramos mirarnos a las caras. Tenían sobrinos y ahijados, primos pequeños e incluso hermanos que no superaban los cinco años de edad, pero todos estaban lejos de ellos. Eran todas personas como Frank y como yo. Estaban solos, y sus amigos ayudaban a que se sintieran menos solos.

Había tantas palabras y frases cariñosas guardadas en mi mente que en cuanto estuvimos en la intimidad de nuestro hogar, rompí en llanto en el regazo de Frank. Era obvio que él no comprendía qué sucedía, todo estaba perfecto, todo había sido perfecto, pero aun así yo estaba llorando. Y sólo cuando logré contenerme fui capaz de explicarle qué sucedía. Y él sólo sonrió.

Y me besó en cada párpado antes de besar mis labios.

Hasta cerca de las tres de la mañana Bob y James estuvieron acomodando los regalos en la habitación de Emily mientras Frank y yo preparábamos la cena. Resultó ser una pizza casera con masa que el mismo Frank hizo, y luego comimos en los sofás y con un cálido abrazo nos despedimos de los chicos para dejarlos irse a descansar. Frank y yo lavamos los platos en conjunto y luego, demasiado cansados para darnos una ducha nos fuimos a la cama. Aunque teníamos frío nos acostamos totalmente desnudos y nos abrazamos bajo las mantas. Nos dimos un largo beso con caricias que querían avanzar a la siguiente etapa, pero decidimos no hacerlo, y compartiendo un apretado abrazo nos quedamos profundamente dormidos.

Cuando desperté al día siguiente era bastante obvio que el medio día había pasado hacía bastante rato, pero Frank seguía durmiendo y realmente no quería despertarlo. Decidí ignorar mis ganas de orinar y me quedé ahí, observando su rostro dormido. Desde un primer momento su nariz me había parecido perfecta, y ahora que ambos teníamos la noción de que él era el padre de pequeña en mi vientre, no había algo que deseara más que su nariz fuese idéntica a la de él. Sus pestañas eran largas y curvas, perfectas y naturales. El arco de sus cejas me había hecho creer en un comienzo que se las depilaba, pero no, resultaron ser naturales también. Y esos rosados labios me provocaban besarlos incluso cuando estaban en su estado natural.

— Buenos días —suspiré cuando noté su mirada sobre mí.

Sonreí idiotizado y él lo hizo también, pero en lugar de responder de inmediato se acercó a mí y besó mis labios. Poco importaba el pésimo aliento matutino de ambos, los dos ávidos fumadores antes de la existencia de una pequeña criatura en nuestras vidas. Dejé ir un suspiro en medio del beso y él besó la comisura de mis labios, y volvimos a reír.

— Buenos días, Gee —dijo después de un rato—. Cada día despiertas más hermoso, ¿Sabías?

— Cállate —reí avergonzado—. Es porque mis mejillas están más rellenas. Las mejillas redondas se ven bien al despertar.

— ¿En qué te basas para decir eso? —espetó entre risas.

Yo me encogí de hombros.

— Como sea, ¿quieres desayunar? Tendremos un largo día acomodando la habitación de Em. Los chicos sólo dejaron las cosas ahí y se fueron. Recuérdame pedirles la paga de regreso —agregó fingiéndose ofendido.

— Pero no les pagaste.

— Exacto —él me guiñó un ojo, y negando volví a besarlo.

Abandoné la cama para ir a vaciar mi vejiga y luego me di una ducha. Cada día se hacía más raro verme desnudo con la luz encendida. Hacía un mes o algo así había dejado de ver mis pies cuando estaba de pie y al mirar hacia abajo sólo veía un gran y blando vientre pálido. Las ligeras estrías que se habían estado mostrando eran cosa del pasado ya y mi piel estaba bastante sana a pesar de todo. Y era genial. Emily parecía estar cada día más activa y despertaba muchas veces antes que yo. Durante las duchas acariciaba mi vientre más que el resto de mi cuerpo, y ella agradecía eso con escandalosos movimientos en el reducido espacio.

— Todo un espectáculo —dijo Frank al verme en eso, y yo sólo atiné a darle la espalda.

— Cállate —dije totalmente avergonzado—, y no me mires que me veo súper raro estando desnudo.

— Claro que no. Te ves súper sexy —espetó él, y yo puse los ojos en blanco. Volví a darle la cara y lo encontré igual de desnudo que yo, aunque él se veía totalmente bien. Sus tatuajes eran totalmente sexys y los diseños lucían increíblemente bien en su piel tostada en sólo algunas zonas. Se acercó a mí en la ducha y dejó que el agua corriera por su cuerpo antes de abrir los ojos, mirándome a la cara.

— Iré a preparar el desayuno —dije guiñándole un ojo, y sin más dilación abandoné la ducha, dejándolo sólo ahí.

— ¡Aburrido! —lo escuché gritar antes de cerrar la puerta del baño, pero no dije nada.

En total silencio me puse uno de los feos pantalones de chándal que obligadamente usaba ahora, aunque incluso esos me incomodaban en las caderas. Una amplia camiseta de Iron Maiden escondió mi pálido torso y con sólo zapatillas para levantarse me encaminé a la cocina. La casa estaba en calma, y la habitación de Em estaba cerrada. Fui a abrir la puerta e hice una mueca al ver la cuna repleta de cajas. Había una silla para auto, una estación de juegos y una silla para comer. Alguien había tenido la amabilidad de regalarnos una ridículamente enorme cantidad de pañales para recién nacido y lo demás era ropa, juguetes y más ropa. "Es posible que no alcance a usar ni la mitad de todo eso" había dicho Lindsey, "los bebés crecen demasiado rápido." Pero aun así había varias bolsas de regalo repletas de ropa colgadas en el armario con las puertas abiertas de Emily.

— Tendrás una habitación muy bonita, hija —suspiré acariciando mi vientre, y sin más retrasos retomé mi camino a la cocina para preparar algo de desayuno.

Absolutamente ni una idea vino a mi mente, así que cuando Frank llegó a la cocina me encontró sentado junto a la mesa con un gran bowl repleto de leche y cereal de hojuelas. Él hizo una mueca, pero no dijo nada, y en lugar de preparar algo fue a sentarse a mi lado, con un bowl y una cuchara. Se preparó un desayuno idéntico al mío y juntos comimos hasta que casi nos acabamos la caja de cereal. Cuando terminamos nos fuimos en silencio a la habitación de Emily para comenzar a ordenarlo todo.

Aunque un par de horas más tarde nos encontramos con el mismo desorden, algunas cajas vacías desparramadas por el suelo y casi todas las prendas de ropa en una montaña sobre una silla porque habíamos estado poniendo cada una de ellas sobre mi vientre, como si Emily pudiese probárselas de ése modo.

— Me encanta esta ropa. Incluso las cosas totalmente rosadas. Es hermoso, todo esto es hermoso, ¿no crees? —dijo Frank desde su lugar en el suelo.

— ¿Viste ese enterito con diseño de R2? Es hermoso —suspiré mirándolo hacia abajo, cómodamente sentado en una silla—. Creo que todo esto es tan grandioso y está pasando tan rápido y... me da un poco de miedo, ¿sabes? No sé ser padre, no sé... hay muchas cosas que no sé hacer.

— Pero tendremos ayuda —dijo Frank—, además yo sé cambiar pañales. Te enseñaré a hacerlo. Es fácil.

— Realmente no sé qué rayos haría sin ti, Frank —sonreí bobamente. Él se puso de rodillas y se acercó a mí. Apegó su cuerpo a mis piernas y me abrazó por las caderas, posando su rostro en mi vientre. Sentí su cálido aliento contra mi piel y me estremecí. Eran tantas las sensaciones que me transmitía y todas ellas eran agradables.

— No tendrás que averiguarlo, Gee —respondió él—. Estaré toda la vida con ustedes dos. Son mi familia ahora.

— ¿Lo prometes? —pregunté infantilmente.

— Lo prometo —respondió al instante, luego apartó su rostro para mirarme a los ojos, y supe que decía la verdad. 

Gerard ・ frerardWhere stories live. Discover now