Capítulo 14

2K 275 113
                                    

Una exclamación de absoluta sorpresa escapó de mis labios cuando caí. Se sentía realmente extraño porque la parte racional de mi cabeza decía que tenía que doler, que tenía que preocuparme... pero era algo tan agradable que las preocupaciones quedaron bien escondidas en mi cabeza. Abrí los ojos y dejé escapar una risita entre dientes. A simple vista parecía un valle como cualquier otro, pero el cielo era increíblemente azul y el suelo era café oscuro. El aroma me dijo de inmediato donde estaba; un valle de champiñones ya preparados.

Rodé por la superficie de champiñones tibios con una pequeña pisca de ajo que me hacían salivar en exceso y después de tomar un puñado me lo llevé a la boca. Estaban trozados en láminas y era fácil comerlos, así que pronto descubrí que había arrasado con todos los champiñones en torno a mí. Me sentía pesado, pero no importaba. Sabían tan bien. Decidí girar sobre mí mismo para llegar a otra extensión del valle, caminar estaba sobrevalorado.

— ¡Auch! —un quejido me trajo de regreso— Gerard, muévete.

Al abrir los ojos descubrí que estaba encima de Frank. Con pereza me quité y regresé a mi mitad de la cama. Pero ya no había champiñones y aunque el sabor estaba grabado en mi garganta, no había nada que pudiera hacer para saciar mis ansias. Era bastante obvio que ya no iba a poder volver a ese maravilloso sueño. Miré con odio a Frank que de inmediato volvió a dormirse y abandoné la cama. Acomodé mi camiseta demasiado tensa a la altura del vientre y luego de ponerme unas zapatillas para levantarse salí al pasillo.

Estaba todo oscuro y realmente me sentía cansado después de haber pasado todo el día con Frank en su tienda de tatuajes, pero mis ansias por champiñones eran más poderosas. Revisé dentro del refrigerador pero la bandeja de champiñones frescos se había acabado, revisé luego en la alacena, pero entre las latas de conserva no pude encontrar ni una sola con champiñones en su interior. Decidí entonces tomar una manzana, pero se sentía demasiado ácida así que luego de escupir, bebí un vaso de agua y regresé a la cama.

Con pesar me senté en el borde, mirando al redondo bulto que descansaba sobre mis piernas. El doctor Groom había dicho que era totalmente normal que las pataditas se sintieran más fuertes de lo normal en los últimos meses, pero era totalmente extraño ver como la piel de mi vientre se levantaba cada vez que ella se movía ahí dentro, aunque a Frank le gustaba cuando eso sucedía, decía que así podía conocerla mejor antes de que llegara. Aunque sus largas conversaciones con ella antes de dormirnos era suficiente para mí. Verlo hablarle tan concentrado a la niña en mi interior hacía que mi corazón se derritiera un poquito más.

Mordí mis labios y por sobre mi hombro lo miré dormir. Podía acostarme e intentar dormir aunque volviera a tener sueños frustrados con champiñones o podría despertarlo para pedirle ir a comprar algo.

Opté por la segunda.

— Frank —dije en un susurro elevado, moviendo uno de sus costados con mis manos— Frank, Frank. Despierta.

— ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? —Preguntó con los ojos todavía cerrados, limpiando los restos de saliva con una de sus manos— ¿Estás bien? ¿Nuestra hija está bien?

Sus ojos estaban ya abiertos, me miraba aprensivo y sus ojos saltaban entre mi vientre y mi rostro. Yo sonreí levemente y asentí. Él se relajó notoriamente.

— Es que... —comencé, me sentía culpable— Realmente quiero comer champiñones pero no hay nada y... ¿podemos ir a comprar algo?

— Gee, son como las tres de la mañana —se quejó él, pero hice un puchero. Y gané— Está bien —suspiró mientras se ponía de pie—. Vamos a comprar champiñones.

Le dediqué una brillante sonrisa antes de ponerme de pie también, aunque sólo me calcé encima un amplio suéter que me cubría el vientre y la mitad superior de los muslos sobre el gris pijama del algodón. Frank, por su parte, se desvistió por completo y se puso los mismos jeans y el mismo cardigan que había estado usando durante el día.

Gerard ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora