Capítulo 1.

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Gabriela estaba sentada, leyendo su libro favorito «El general en su laberinto» ella amaba leer los libros que los soldados guardaban en una vieja biblioteca, ya malgastada por los años, pero muy apreciada por Gabriela, pues los libros guardaban con celo las palabras redactadas por escritores famosos y no famosos pero cada uno muy talentoso.

La joven acababa de cumplir sus quince años, en su familia paterna era tradición celebrar sus quince, pero Gabriela prefirió no celebrarlos para no gastar el dinero de su padre ni sus demás familiares, además ella prefiere mil veces pasar una tarde en familia a una costosa fiesta que no le serviría de nada.

—Gabriela, el general Nuñez quiere verte.—El padre de la quinceañera interrumpió su lectura.

—Claro, papá.

Dejó el libro a un lado y salió por la puerta de madera rústica de la oficina de su padre. Caminó por el pasillo hasta que se encontró con la gran puerta principal del batallón 98, salió y ahí se encontraba un hombre ya con unos cincuenta años encima, cabello grisáceo y una sonrisa que ocasionaba arrugas en su cara pálida.

—General—saludó la joven para luego rodear el robusto cuerpo del señor con sus delgados brazos.

Éste le correspondió rodeando su cintura. El hombre traía algo tras su espalda, Gabriela lo notó y le sonrió, era una caja forrada con papel de regalo color verde y con pequeños corazones blancos que hacían juego con el cinto y el lazo, el verde era el color favorito de la joven.

—¡Gracias!—exclamó con emoción.

Al abrir ésta caja había su regalo preferido, una cosa que ella amaba tener y usar; libros. Habían cuatro de ellos, cada uno con un título llamativo que le encantaba a Gabriela, ella le dio un último abrazo para después disculparse y regresar a la oficina.

La joven guardó los libros en su “escondite secreto” desde que tenia diez años, en un cajón entre unas viejas cosas de su padre, donde nunca nadie revisa ni busca nada. Gabriela ha mantenido esa pasión por los libros desde hace mucho, siempre leía los manuales y reglas militares, con eso se entretenía mientras ahorraba su propio dinero para poder comprar sus poéticas novelas de romance. Cuando era una niña; su madre le regaló su primer libro «La dama y el Militar», de ahí dicha pasión.

—Gabriela, debemos hablar. —Su padre entró.

—Sí, dime.

—En un año vas a graduarte y debemos hablar acerca de tu carrera.—El hombre se sentó en la silla de cuero italiano en frente de su escritorio.

Su padre era un hombre alto y delgado, de cabellos antes pelirrojos y ahora con algunos dorados, sus labios eran rojos y todos los días esbozaban una sonrisa de satisfacción por su trabajo. Cada día madrugaba y se iba al trabajo portando su uniforme verde olivo, con botas negras, relucientes y brillantes, era el ejemplo del militar perfecto; siempre le estaba dando consejos a los nuevos soldados y por esa razón era conocido por todos, y todos le guardaban mucho cariño.

—Lo sé—empezó Gabriela—. Ya tengo claro lo que quiero hacer...

— ¿Y qué es?—insistió el teniente.

Quiero ser militar.

Y esas palabras bastaron para que los ojos azules de su padre se llenaran de lágrimas, él mismo decía que un militar nunca llora, pero no pudo evitar que en su rostro se reflejara claramente la felicidad y orgullo que sentía por su hija, Gabriela, quien lo sorprendió al confesarle que quería ser como él, un militar.

La hija del MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora