Capítulo 13.

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No pasó ni un segundo después de que el silbato sonó para que después se oyeran los fuertes disparos producidos por las armas. Se oyó un pequeño grito femenino, proveniente de la castaña amiga de Gabriela. Cuando volteó hacia su amiga, ella tenía los ojos cerrados y la cabeza hacia abajo, sus brazos estaba temblando y parecía que cederían en cualquier momento para dejar caer el arma. Era obvio que estaba asustada.

— ¡No cierres los ojos!—advirtió Gabriela con voz elevada.

— ¡No puedo evitarlo, le temo a los disparos, Gabriela!

No podía entenderla; es decir, ella misma era la que había ocasionado el disparo. Pero tal vez el fuerte sonido la había asustado demasiado, y ahora parecía que quería tirar el arma al suelo y salir corriendo de ahí. Gabriela miró sus manos, estaban sudadas y temblando, impidiéndole sostener con firmeza la potente pistola.

—Trata de sostenerla con fuerza, no la dejes caer... Y abre los ojos—pidió.

Su amiga le hizo caso, haciendo su mayor esfuerzo para mantener la vista fija en el objetivo que se encontraba a al menos cuatro metros de donde estaban. La fila de soldados siguieron disparando, tratando de atinar al centro de los círculos rojos pintados en las siluetas. Cuando las balas se acabaron, dejaron de disparar para fijarse en cómo lo habían hecho. Gabriela acertó dos disparos justo en el medio de los círculos, los demás se encontraban alrededor. Miró al objetivo al lado del suyo; el de su amiga castaña, ella había fallado considerablemente, habiendo disparado sólo a los bordes.

— ¿Lo ves? Nunca debes cerrar los ojos cuando estés disparando, te lo digo en serio—susurró Gabriela con diversión en su voz.

Su amiga bajó el arma a la mesa e inclinó la cabeza hacia abajo. Unas lágrimas leves empezaron a deslizarse por sus pálidas mejillas, llamando la atención de sus dos amigas, quienes no tardaron en reaccionar.

—Oye, ¿qué te sucede, estás bien?—preguntó la morena a su izquierda.

—No te preocupes por el resultado, es la primera...

Ella interrumpió a Gabriela antes de que acabara de hablar, pues no lloraba por el motivo que ambas pensaban, claro que no. A su mente llegaron muchos recuerdos, y no de los buenos, de esos recuerdos que te afectan demasiado en un momento determinado, haciéndote totalmente ajeno a la realidad y a lo que sucede a tu alrededor.

—No es por eso, por supuesto que no lo es—trató de sonreír para calmarlas, lo menos que quería era preocupar a sus amigas por algo de ella.

— ¿Entonces...?

—Es que...—Buscaba desesperadamente las palabras adecuadas para decir aquello, sin que eso la afectara más aún.

Se tomó su tiempo, un par de minutos para relajarse y respirar un poco. Sacó fuerza y voluntad para poder dar a entender lo que le sucedía, para poder dar a comprender los motivos de su baja determinación en esos momentos.

—Presencié la muerte de alguien muy importante para mí. Fue asesinado con disparos, yo tenía nueve, desde entonces los disparos y las armas han sido mi peor miedo. Y lo serán para toda la vida—concluyó, intentando evitar que su voz volviera a temblar.

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Eso fue todo por hoy. Voy a intentar traerles un nuevo capítulo el Viernes, aunque no voy a prometer nada.

PD: ¿Alguna notó el cambio en la portada?

La hija del MilitarTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang