Capítulo 30.

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Bueno, no me juzguen, agradezcan, jajaja. Los votos por BTS en Twitter pueden esperar, primero están ustedes y la historia. Así que, lloremos juntas con nuestro último capítulo.
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Tarde o temprano la vida toma el curso correcto que debe seguir. Se requiere paciencia para poder vivir en plenitud mientras eso sucede. El tiempo pasó, demasiado rápido para aquellos que disfrutaban. Los años pasan con la misma rapidez con la que llegan.

El servicio militar sin duda alguna puede llegar a convertirse en la pasión más grande de tu vida, si te lo propones desde una corta edad. Así como Gabriela; así como también su castaño amigo. Ambos tenían muy en claro lo que querían ser en un futuro, se lo plantearon y pudieron cumplir sus metas, sus sueños, aquellos que desde siempre se habían mentalizado que lograrían.

Pero un soldado nunca puede hacerlo si no cuenta con el apoyo de su tropa. Aquellas personas que siempre están a tu alrededor para brindarte su apoyo sin importar lo que suceda, pertenecen orgullosamente a tu tropa. Están ahí para acompañarte siempre. Tal y como estuvieron Gabriela y sus amigas para él. Tal parece que cuando tienes un objetivo muy grande que cumplir, la vida no va a permitir que te vayas antes de lograrlo.

Eso le sucedió a él. Aquel muchacho que sentía tanta pasión y determinación dentro de él, pudo vencer en la batalla. Conservó su brazo, y no solamente eso, también le fue regresado su puesto en la Academia. La vida le había permitido seguir luchando por sus sueños, y no iba a desperdiciar esa oportunidad.

Gabriela llegó un día a la Academia con las esperanzas de poder ser como su padre, poder enorgullecer al Capitán Torrealba, para regresarle un poco de lo mucho que él le dio. Ella se planteó un objetivo y no descansó hasta lograrlo. Porque a pesar de los obstáculos y sin importar cuántas veces caigas, no debes descansar hasta terminar la carrera. Sin importar qué tan alto sea el árbol, trépalo. Sin importar qué tan difícil sea la misión, la debes de cumplir, por tu honor.

Se encontraban en la ceremonia final. El nombramiento de aquellos jóvenes que un día entraron como soldados novatos, y que ahora se gradúan bajo el nombre de Tenientes. Superaron los obstáculos, vencieron las barreras, no dejaron caer sus armas.

— ¿Prometen a Dios y a la República, en presencia de su bandera, defender a su patria y a sus instituciones hasta perder la vida, y no abandonar jamás a sus superiores?

—Sí, lo juro—gritaron todos y cada uno de los ahora Tenientes que se encontraban en hileras.

—Si así lo hicieran, merecen bien de la patria; sino, serán castigados por la Ley.

Al salir todos llevaban su uniforme verde, adornados con hombreras que tenían un diseño que mostraba su actual rango, que luego irían cambiando a medida de los ascensos otorgados.

Los Tenientes empezaron a marchar al ritmo de las trompetas y los tambores, llevando la bandera nacional ondeando por encima de ellos, y con la mano derecha sobre el pecho. Se podía notar cuánto orgullo sentían de ellos mismos al poder cumplir una meta más.

El sonido del himno nacional fue motivo de llanto para algunos, al sentir que a partir de ahora, servirían a su patria como era debido. Era un hecho, ya eran Tenientes oficiales dignos de portar el uniforme con respeto y honor.

Pero entre todos los presentes, no había quien sintiera mayor orgullo que el Capitán Torrealba. Felicitó mucho a Gabriela por haber luchado tanto por conseguir lo que tanto anhelaba. Sus ojos azulados soltaron un par de lágrimas cuando vieron a su hija dirigirse a paso firme hacia él, llevando una estrella dorada en las hombreras.

—Lo logré.—Fueron las palabras que fue capaz de pronunciar cuando finalmente estuvo frente a su padre.

—Puedo verlo, no sabes cuán orgulloso me siento de ti, Gabriela. Tú vas a poder cumplir tus sueños hasta el final, eso lo tengo muy en claro.

La envolvió en un abrazo que conmovió a los acompañantes del Capitán, entre ellos el General Nuñez.

—Ahora no serás conocida únicamente como la hija del militar. Ahora tienes tus propios méritos, tienes nuevos logros que marcar para ser reconocida por lo que eres—afirmó con la alegría abundando en su voz.

—Lo sé. Y gracias, papá... De verdad me siento muy agradecida por todo el conocimiento y la determinación que sembraste en mí, gracias a eso puedo decir orgullosamente que cumplí mi sueño de ser militar. Puedo portar este uniforme con tantos honores y reconocimientos, todo gracias a haber nacido como la hija del Capitán Torrealba.

—También tenemos que agradecerte, Gabriela—citó una voz detrás de ella, era su amiga castaña, acompañada de los otros dos.

— ¿A mí?

—Sí, bueno, fuiste tú quien nos levantó cuando caíamos y sentíamos que luchar no era para nosotros. Sin embargo, tú nunca te rendiste y fuiste un gran ejemplo a seguir, de verdad.

Finalmente los cuatro se abrazaron, los cuatro podrían cumplir sus metas estando juntos.

La profesión militar no es algo que deba tomarse como un juego, o una simple carrera que te dará lo suficiente como para sobrevivir. Es una profesión que no únicamente requiere valentía, sino que requiere las ganas de luchar por conseguir eso que deseas con tanta pasión. Requiere de personas que estén dispuestas a darlo todo por el todo con tal de poder conseguir que en un futuro no muy lejano, puedan sentirse orgullosos de lo que han conseguido, que los haga decir orgullosamente: «Yo soy militar»

La hija del MilitarWhere stories live. Discover now