Capítulo 18.

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Apenas tuvo el boleto de autobús en sus manos, Gabriela corrió a subirse en el mismo, no quería perder ni un segundo. Sus mejillas aún estaban húmedas y los bordes de sus ojos hasta estaban mojados. La presión en su pecho no había desaparecido ni disminuido desde que salió de la Academia, sentía un enorme nudo en su estómago y un constante palpitar en su cabeza que le recordaba lo que había escuchado hacía unos instantes. Lo único que le pedía al cielo era poder volver a ver a su padre con vida.

Ni siquiera podía imaginarse qué haría si algo malo le pasaba. Cómo reaccionaría, a dónde escaparía, cómo superaría el inmenso dolor que le ocasionaría perder algo tan importante para ella, a alguien tan especial y fundamental en su vida como lo era su padre. La importancia del Capitán Torrealba para ella se resumía en el simple hecho de que su padre era todo su mundo. Cumplía la función de ser su pilar de vida, ese soporte de vital importancia para ella, aquel que no permitía dejarla caer.

Claro que, con su fuerza de voluntad y su imparable deseo de salir adelante de forma independiente le iban a permitir avanzar si una tragedia ocurría. Porque, si existía la posibilidad de que algo malo pasara, ella prontamente superaría el dolor y avanzaría hacia el futuro sin mirar atrás. Pero a pesar de saber que iba a poder luchar por sí sola, era inevitable que se sintiera tan desprotegida en esos momentos, justo ahí.

—Tú eres mi fuerza—murmuró, cerrando los ojos y dejando que unas últimas lágrimas descendieran por su rostro.

Aquella frase era la que siempre se repetían ella y su padre, en esos momentos difíciles por los que alguna vez atravesaron. Ambos siempre fueron el apoyo del otro, se mantenían de pie con ayuda del otro, y así podían luchar contra cualquier adversidad que se les presentara. Pero cuando tu fuerza se va, ya no queda nada.

—Recuérdalo, papá. Eres mi fuerza—pidió con voz dolida, casi sin poder oírse a sí misma.

Iba mirando por la ventana, entonces recordó la última vez que se subió a un autobús. Fue justamente el día en el que abandonó su hogar al lado de su padre para llegar a la capital, después de recibir la carta de aceptación de parte de la Academia. Pensar que en aquel momento viajaba tan feliz y esperanzada por tener la oportunidad de cumplir sus sueños, y ahora simplemente tenía el alma hecha pedazos.

Al igual que la última vez: fue un viaje largo y agotador. Finalmente llegó al terminal de autobuses de su pueblo natal, de aquel en donde había visto a su padre por última vez, llorando por ella. La manera en que las cosas se repetían le daba una extraña sensación, pues sentía que todo pasaba a una lenta velocidad a medida que su cerebro recordaba cada detalle de aquel día cuando se fue.

Corrió como nunca en su vida por las calles poco habitadas de aquel pueblo, en camino al batallón donde había pasado tantos años de su vida al lado del ser que más amaba. Llegó y entró —sin disminuir la velocidad— al cuartel principal. Se dirigía rápidamente a la oficina del General Nuñez, aquel hombre que de seguro sabría responder a su pregunta de dónde se encontraba su padre.

— ¿Gabriela Torrealba?—la llamó una voz en un tono alto y autoritario. En seguida ella lo reconoció.

—General Nuñez, yo... lo estaba buscando justamente a usted.

Se acercó a él con la respiración agitada y lo miró con esos ojos aún cristalizados que sólo reflejaban su dolor.

—Has de estar preguntándote en dónde está tu padre. Te llevaré con él enseguida—ofreció y empezó a caminar sin detenerse, guiando a la joven por los largos pasillos.

La estaba llevando a donde estaban las habitaciones en el cuartel. Entonces supuso que ahí era donde su padre había estado pasando la mayor parte del tiempo, pues, ¿qué podría hacer en una casa vacía, acompañado únicamente por la soledad?

—No sabes cuánto necesita de su hija, Gabriela.

Esas palabras le habían llegado muy fuertemente. Y sólo respondió en su mente, afirmando que quizás ella lo había necesitado igual o incluso más.



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que me odian por dejarlas con la intriga durante tres capítulos, yo lo .

La hija del MilitarWhere stories live. Discover now