CAPITULO 11

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                      LAMENTOS

Me quedé como una estatua de pie en el mismo lugar sin reaccionar. Mi infructuoso plan por ayudar a mi madre me devastó. Pensé en Haziel, en solicitar su apoyo, pero él no podía cruzar nuestros límites, el hechizo lo impedía. Pero ¿Y si podía romper el conjuro que tenía el puente? Solo quizás... la idea me vislumbró dándome nuevas esperanzas. Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron hasta llegar donde oculte el libro, lo saque y comencé a buscar entre sus hojas algún hechizo que contrarrestara el existente. Pero no tomé en cuenta un importante detalle, debía conocer previamente cuál evocación fue promulgada, sin eso nada lograría.

Encontré varios encantamientos y recité las palabras necesarias sin que hubiera resultados positivos. Intenté con al menos seis de ellos, pero únicamente gasté saliva, ninguno funcionaba. Sin embargo no me rendiría tan fácilmente, continúe pasando las páginas, hasta que recordé el conjuro para encontrar otros conjuros, ¿Cómo lo pude olvidar?

"Lo que mis ojos no ven

Que lo sienta mi corazón

Lo que buscó obtendré

Conmigo está la razón"

De inmediato las páginas comenzaron a moverse solas, hasta quedar el libro abierto en una página casi al final, la leí: "Protección en Objetos y Propiedad" lo malo es que había una serie de ingredientes que debían mezclarse en una poción para ser rociada en este caso en el puente. No tenía ni el tiempo ni los medios para llevarlo a cabo. Otra vez un gran pesar me inundó, las lágrimas amenazaban con salir, podía sentir el ardor en mis lagrimales, pero llorar no solucionaría nada.

Me levanté ocultando el libro, como por inercia mis pies me llevaron a las afueras de la aldea donde estaba todo listo para el sacrifico de mamá. Oscurecía, cientos de personas rodeaban el lugar, llevando puesto capuchas negras y con horror la vi atada al poste. Su semblante tranquilo, lo supe, aceptó su fin.

Sarengel lleva con ella una antorcha, se acerca y comienza a hablar:

"Magdalena, por tus crímenes has sido condenada a muerte. Has deshonrado a tu familia, te has aliado con nuestros enemigos y contaminaste nuestra sangre con la suya. Por esto, te hemos encontrado culpable y cumplirás tu condena"

-¿Qué tienes que decir ante tan graves acusaciones?

Mamá sonrió, y agregó: _Si he de ser condenada por amor, pagaré con gusto el precio. Mi error ha sido confiar en las personas equivocadas y llamar "familia" a personas que han perdido su humanidad y se han aliado a la oscuridad. Los comparo con serpientes, se muestran dóciles pero ante las adversidades muerden la mano esparciendo su ponzoña. He visto su fin, y la mano que lo perpetúa, sus días están contados".

-¡Blasfemia! _Expresa Raquel indignada. Esa mujer me enseñó los conjuros de protección, era amiga de mi madre, ¿Cómo podía estar en su contra?

-La han escuchado todos, Magdalena oye mis palabras, tu alma no encontrará consuelo, vagarás por el mundo sin poder encontrar la tranquilidad. No podrás cruzar al otro lado, estarás anclada en la tierra, tu espíritu lamentará el día en que te atreviste a desafiarnos.

Y dicho esto tira la antorcha a los leños que se encienden al momento.

-No. _Grité, captando la atención de todos.

Salí de mi escondite, ni me molesté en ponerme el conjuro de invisibilidad, una furia de apoderó de mí, la luz azulada emanó de mis manos, podía sentir la energía recorrerme, la sensación me gustó.

Algunos intentaron detenerme, mala idea, dejé ir contra ellos las poderosas bolas de fuego azul convirtiendo sus cuerpos en polvo. Otros utilizaban su don contra mí, pero un escudo de luz rodeaba mi cuerpo evitando que pudieran dañarme. Puede ver el temor en los ojos de Sarangel, leí su expresión, huyó como la cobarde que es, iba a ir tras de ella, cuando oí a mi madre vociferar de dolor, volviéndome a la realidad.

Envolví a los leños ardientes con un campo de energía que fue apaciguando sus llamas hasta extinguirlas. Mamá yacía casi inconsciente, con sus ropas chamuscadas. La tomé entre mis brazos y la bajé colocándola en mi regazo. Su delicada piel presentaba quemaduras muy graves, las lágrimas mojaron su pálido rostro.

Levantó su mano hasta tocar mi cara, la tomé entre la mía y la besé.

-Agatha.... _Su voz sonaba agonizante.

-Shhh, no trates de hablar, te llevaré con Haziel, él te sanará, ya verás.

-Agatha, déjame ir.

-No, te llevaré conmigo.

Intenté ponerla de pie rodeando su brazo sobre mi hombro. No pudiendo dar ni dos pasos cuando cayó al suelo, sin ser capaz de ponerse en pie.

-Vamos mamá, tú puedes.

-Sálvate, tienes una misión.

-No sin ti.

Intenté volver a levantarla sin resultado. Murmullos me avisaron que se acercaban personas, los refuerzos.

-Te amo hija.

Expiró en mis brazos, una gran tristeza inundó mi ser. La abracé por última vez, me alejé con un fuerte dolor en el pecho, pero con la convicción de que me vengaría de cada uno de ellos, empezando por Adiraet.

ENTRE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora