CAPITULO 13

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                    CONFESIONES

-Reivel, ten cuidado.

Una bola de fuego aparece en la oscuridad pero Haziel logra esquivarla con agilidad. Otras bolas de fuego siguen iluminado la bóveda de la noche mientras que Haziel se protege con un campo de fuerza. Se escucha un grito amenazante y de la nada sale una mujer con un cuchillo en la mano abalanzándose sobre él.

La neblina cubría el frondoso bosque de Sajona en Alemania. No había luna por lo cual la oscuridad abarcaba los alrededores. Llegaron ahí por la desaparición de algunos niños de la zona y se encontraron con tres brujas implicadas en dichas abducciones.

Chillidos recorren el lugar, cayendo Haziel de rodillas, su cuerpo pesa, siendo incapaz siquiera de sostener la espalda.

Una mujer de cabellos dorados con pronunciados rizos sale de su escondite con la mano levantada hacia él. Ella es la que ejerce la presión al punto que el ángel queda completamente tendido en el suelo.

-Mataste a mi hermana, te pagaré con la misma moneda.

Haziel es incapaz de contestar, siente la tierra consumirse en su boca y las hojas secas adherirse a su rostro.

-Muere. _La bruja incrementa la presión al punto de causarle la sensación de toneladas aplastando su ser.

La mujer grita adolorida cuando una fulminante luz la atraviesa, la espada de Reivel reclamaba su vida, cayendo primero de rodillas y luego boca abajo sin moverse.

-¿Estás bien? _Le pregunta el joven preocupado a su nuevo mentor.

-¿Por qué tardaste tanto? _Le reprochó.

-Por nada. _Respondió el aludido sonriendo.

-Falta una, aún no podemos bajar la guardia.

-¿Crees que se enfrente a nosotros sola?

-Tienes que saber algo joven Reivel, estas brujas son hermanas, cuando una de ellas fallece, su don pasa de inmediato a la siguiente.

-Es decir que la que falta tiene ahora el poder de las otras dos.

-Bingo. _Contesta Haziel poniéndose de pie.

-Eso es magnífico, de verdad. _Espeta Reivel comenzando a inquietarse.

Los ángeles agudizan su vista en el penetrante manto negro sin ser capaces de divisarla.

Una ramas quebrándose llamaron su atención, pero el sonido se escucha como si se encontraran rodeados por varias personas y no por una.

Ambos con sus espadas en alto, y sentidos alertas. La tierra comenzó a estremecerse, unas rocas se levantaron de sus cimientos precipitándose sobre ellos, protegiéndose ambos haciendo girar sus espadas formando con el movimiento una clase de escudo.

-Pagaran ángeles. _Se escuchó una voz que denotaba enojo.

-Muéstrate. _Le ordenó Haziel.

Para su sorpresa lo hizo, una menuda figura apareció delante de ellos. Muy joven, quizás de unos 16 años, su dorado cabello lo traía trenzado. De la palma de sus manos se empezaron a formar flamas que pronto se convirtieron en bolas de fuego. Sonrió de una manera perversa y las lanzó con fuerza contra ellos, una tras otra, tras otra, haciendo que fueran retrocediendo, chocando con una pared de árboles que les bloqueaba el camino.

La bruja alzo su mano, sintiendo ambos sus cuerpos aplastados contra el suelo, inmovilizados. Reivel intento incorporarse sin éxito, la mujer se aproximó a ellos con una sonrisa de triunfo dibujada en su cara.

-Vengaré la muerte de mis hermanas.

El fuego apareció en sus manos, incrementándose su tamaño, la larga falda de la chica rozaba la mano de Haziel, éste como pudo la toco y de inmediato una luz azulada brotó y comenzó a esparcirse por el cuerpo de la joven que se encontraba tan concentrada formando el fuego que no se percató hasta que fue muy tarde.

Las llamas azules la envolvieron perdiendo concentración por lo que ambos se pusieron de pie aprisa. Haziel aumento las llamas haciendo que la bruja se convirtiera en cenizas en cuestión de segundos.

-Esa estuvo cerca. _Reivel sacudía sus ropas.

-Así es, nunca hay que subestimarlas.

-Era casi una niña. _Señaló su pupilo.

-Una pena. _Respondió Haziel pausado acomodándose su larga cabellera.

-Regresemos a casa, nuestro trabajo aquí, terminó. _Sugirió Haziel a lo que Reivel asintió, desapareciendo al instante.

**********

Shamsiel y yo nos encontrábamos en la sala de estar, él leía un libro y yo miraba a través de la ventana. Mi corazón se aceleró cuando los vi aparecer en medio de la estancia. Sucios y empolvados, de seguro un enfrentamiento con alguna bruja.

_Tarea complicada. _Shamsiel devuelve el libro a su lugar.

_Un poco. _Reivel se quita una hoja de su cabello.

_Bueno el deber llama, si me disculpan, retomaré mis menesteres.

_Gracias Sham. _Agradece mi padre.

_Cuando quieras. _Le sonríe desvaneciéndose.

-Agatha. _Me llamó mi padre al verme.

Corrí hacía él y lo abracé, llorando en cuanto me rodeo con sus brazos.

-No llegué a tiempo. _ Los sollozos inundaron la estancia.

-Lo siento, me hubiera gustado ayudarte.

-¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no pediste ayuda al Supremo como aquella vez?

-No siempre nos es permitido interferir.

-Entiendo. _Pero por dentro me sentía devastada.

-No podemos cuestionar sus designios. _Me miró con tristeza.

Lo miré anonadada, en este preciso momento me siento disgustada con Dios, él permitió que mi madre muriera. Sin embargo, mi mitad ángel me indica que nunca se equivoca y que todo sucede por una razón.

-Sabes que Sarangel lanzó una maldición contra mamá. Sentenció que su espíritu nunca encontraría paz, ni podría cruzar al más allá y que su alma penaría por siempre. _Añadí con un nudo en la garganta.

-No, no lo sabía. _Su semblante se ensombreció. –Encontraremos la manera de romper la maldición.

-Esto es tan injusto. _Me separé de él, cruzándome de brazos.- ¿Qué pasará conmigo ahora?

-No estás sola. _Asevera, curvando la boca en una mueca de sonrisa.

Quiero vengarme por la muerte de mamá pero eso mi padre no tiene que saberlo, guardé mis pensamientos para mí misma, con la firme convicción de llevar a cabo mis planes.

ENTRE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora