Cap. 5...

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La luna llena inundaba el cielo con su radiante luz natural, las estrellas eran pocas, y la oscuridad se ocultaba en todos los rincones de aquella silenciosa noche.

Esa fue la noche que Imhara eligió para huir.

Llenó la bolsa de cuero con aquellas cosas que consideró necesarias, provisiones, una cantimplora, alguna ropa, y otras cosas importantes.

Caminó hasta el límite de su aldea y se encontró con los términos del bosque. Con el corazón acelerado y la mente como una laguna, se aventuró a ingresar en él, ya lo había hecho antes, pero nunca había decidido alejarse tanto, era consciente de los peligros, pero no le atemorizaban.

Caminó varios metros bosque adentro, por ahora el bosque le era familiar, le preocupaba perderse cuando supere la distancia que acostumbraba a explorar.

Nunca había estado en el bosque de noche. Todo el tiempo que caminó no dejó de pensar en sus padres y en lo preocupados que debían estar, pero ya no había vuelta atrás, tenía un objetivo, cual se sentía empecinada por cumplir.

Sabía en lo más profundo de su corazón que si no hacía algo al respecto sus padres correrían peligro, cuando los elfos atacaran los más débiles y ancianos son los primeros en caer en la guerra. Tenía aquella inquebrantable esperanza de solucionar esta absurda guerra y salvar la vida de sus padres. Pero la verdad era que no sabía ni como debía empezar este viaje y mucho menos como concluir con la eminente guerra.

En un momento de la noche sus oídos percibieron pisadas, eran similares al galope de un pesado equino.

Se detuvo en su lugar, se quedó inmóvil sin dar ningún paso más, sólo escuchaba como las pisadas parecían rodearla.

Su corazón se paralizó por unos segundos. Por su garganta subió punzante el temor y la amargura, ¿Tan breve había sido su aventura?, en un momento pensó en salir corriendo para alejarse de aquello que fuera que la rodeaba y continuar su cruzada, pero le fue imposible alejarse ya que antes de cualquier movimiento apareció entre las sombras de los arboles del bosque el causante de aquellos ruidos.

El culpable de las pisadas era un joven montando un robusto caballo, Imhara lo conocía, era el joven de su aldea, él mismo que había descubierto la flecha de los elfos y las pisadas. El nombre de este joven era Dharek, era el más habilidoso de los jóvenes de la aldea en la caza, siempre traía las presas más grandes, todas las muchachas morían por su amor, pero no parecía estar interesado en ninguna de ellas. Su cabello castaño colgaba hasta por encima de cinco dedos de su hombro, lo despejaba de su cara peinándolo desprolijamente hacia atrás, pero en verdad ese toque desprolijo le daba una imagen atractiva a su pálido rostro, el cual era bañado por el café de sus profundos ojos, siempre atentos y veloces parecían no escapárseles nada de la vista, incluso habían encontrado la presencia de Imhara vagando por el bosque. Vestía una camisa azul oscura como el cielo en la noche, entreabierta en el pecho dejando al aire una fracción de su brilloso pecho formado para robar miradas. Sus pies eran ocultados por la gruesa piel parduzca de un pantalón y el cuero negro de unas pesadas botas, del mismo cuero negro vestía un chaleco que cubría parte del azul de su camisa.

Dharek era un joven alto y delgado, pero a pesar de ser delgado su cuerpo era fornido, producto de la caza y todas aquellas actividades que le habían formado el cuerpo y sus brazos levemente robustos. Tenía un cuerpo y rostro que a más de una chica le harían escapar un suspiro de sólo contemplarlo, e Imhara era una de ellas, pero contuvo el aire en sus pulmones, y tragándose el suspiro por su garganta se quedó inmóvil sólo observándolo. Aún sentía algo de preocupación en que su corto viaje haya llegado a su fin tan pronto.

Dharek montaba un poderoso quagga de pelaje pardo rojizo, con algunas rayas tenues que se dispersaban por su cara, cuello, costados y crines. El vientre y las patas eran enteramente blancos, sus musculosos miembros lo hacían galopar por horas sin cansancio alguno, y eran muy útiles para cuando salía de caza. Este no era un animal autóctono del bosque y de las cercanías, supuestamente un tío que habitaba las tribus de las lejanas sabanas se lo había obsequiado. Todos los jóvenes y hombres de la aldea alababan a aquel poderoso animal, ya que era el único que vivía en ese bosque.

Pero sin embargo, a pesar de ser sorprendida vagando solitaria por el bosque, Imhara sintió alivio al verlo. Le agradó que las pisadas fueran de una cara familiar, pero le preocupaba la excusa que inventaría, seguramente querría saber que hacia tan lejos de la aldea, y así fue, por que recibió una interrogación:

― Imhara... ¡No esperaba encontrarte aquí!― dio un saltó de su caballo, y con los pies en la tierra le preguntó: ― ¿Qué haces tan lejos?, ¿A caso has escapado de tu hogar?

― No, nunca lo haría, mis padres saben que estoy aquí, no se opusieron a que realizara este viaje.

― ¿Un viaje?, ¡Tú sola!― el joven parecía asombrarse y encolerizarse al mismo tiempo, pero en realidad sentía preocupación por su vecina ― ¡¿Han dejado que marches sola?! , el bosque es muy peligroso para que una señorita lo cruce sola, y más aun cuando los elfos andan cerca.

― Fue decisión mía el viajar sola, ellos no parecían muy contentos, pero no se opusieron. Es muy importante para mí que haga este viaje.

― ¿Qué piensas hallar en este viaje que se ve tan importante para ti?― le preguntó suspirando agotado por los nervios.

Imhara estuvo un segundo inmóvil y en silencio, no sabía que responder, pero el rostro de Dharek exigía una respuesta, la miraba fijamente con los ojos bien abiertos. Lo pensó un momento y le respondió:

― Ellos no son mis padres, solo me criaron como a su hija...

― ¡Ah!, entiendo... este viaje es para encontrar a tus padres de sangre. Pero lo lamento, tendrás que volver a tu casa.

—No lo haré — Imhara respondió de inmediato, se negaba a abandonar su búsqueda.

— Si los elfos te encuentran te mataran.

— No me importa. Este viaje es muy importante para mí — Imhara estaba firme, y se oponía con todas sus fuerzas a que la hicieran desistir.

— Ya veo― Dharek se subió a su quagga y extendiéndole la mano le dijo: ― ¡Vamos!, no puedo dejarte continuar sola.

― ¿Me acompañarás?― dijo Imhara totalmente sorprendida, nunca se imaginó que le propondría continuar el viaje juntos.

― ¡Claro!, y ya que pareces no querer desistir yo tampoco cambiaré de idea, no podría dejarte sola en un bosque y continuar sin que mi conciencia se remordiera ― decía tomándola de la mano para invitarla a subir a su caballo, Imhara accedió sonriendo y se sentó detrás de él ― ¿A dónde iremos primero?

― Por ahora sólo hacia adelante.


Imhara StheelWhere stories live. Discover now