Cap. 20...

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Todo el túnel tembló violentamente, de las paredes del pozo se crearon protuberancias y brotaron del suelo unos pares de pesadas lianas.

El lugar se agitó violentamente durante largos minutos mientras el mago le daba forma a su creación.

En la boca del pozo se formó un disco de roca que colgaba al vacío sostenido solamente por unas lianas, creando así, un rudimentario sistema de poleas que se sujetaban a los lados de la entrada del pozo por unas curvadas protuberancias rocosas que se veían bastante sólidas.

Con su obra terminada, Krifin los invitó a entrar dándoles una graciosa reverencia.

Imhara entró sin inmutarse ni presentar el menor gesto de miedo o precaución, se sentó a un costado esperando a que entraran los demás, estaba muy decidida a terminar con este viaje de una vez por todas.

Dharek a diferencia de Imhara ingresó dentro del sistema de poleas cautelosamente, temía que todo se derrumbara encima de su cabeza. Él no era una persona cobarde, pero cuando se trataba de Krifinghar no podía evitar sentirse inseguro. Fue dando pequeños pasos mesurados hasta que se encontró dentro del disco.

Krifin al verlo tan precavido le dijo mientras tiraba del lazo del kratibhus para que entrara en el disco rocoso junto con él:

― ¡Confía en mí!, este sistema de poleas es tan seguro como las prisiones de Fhederor, nadie nunca ha escapado de ellas― el mago recapacitó unos segundos ― Bueno antes de ustedes nadie lo había hecho.

― Esa comparación no ayuda mucho― dijo Flogh mirando al mago con intriga mientras se sentaba entre los brazos de Imhara, no pudo evitar que se le escapara un ronroneo, las manos de Imhara eran muy cómodas.

― Pero qué más da, si no morimos ahora cayendo por este pozo moriremos más tarde cuando se desate la guerra― le respondió el mago al felino.

Dharek no pudo evitar estremecerse ante la idea, el mago lo ponía nervioso. Tragó saliva y se acomodó dentro del disco junto a Imhara.

Estando ya todos dentro del disco, por arte de magia las poleas se activaron y el disco comenzó a descender lentamente por el pozo.

Dharek e Imhara intercambiaron una juguetona sonrisa, el joven le dijo:

― Debo reconocerlo, es una buena idea― decía contemplando el tira y afloja constante de las poleas viendo cómo se alejaban lentamente de la superficie del pozo.

― ¿Qué pasa si las lianas se terminan?, ¿Quedaríamos a mitad del camino? ― preguntó Imhara pensando en aquella posibilidad.

― Nunca se terminarán mientras las controle con mi magia― le informó el mago.

El disco siguió su curso durante varias horas, aprovecharon ese tiempo para descansar.

Imhara no pudo dormir, se sentía ansiosa, en las próximas horas se encontraría con una diosa, ¿La recibiría?, sólo esperaba que el viaje no haya sido en vano.

Imhara no era la única que no podía dormir, Dharek y Krifin aún que lo intentaran, no podían conciliar el sueño, sentían todos sus músculos tensos por el nerviosismo y la preocupación.

Dharek al notar que Imhara se encontraba inquieta, la tomó de la mano, la miró tiernamente, y con suaves palabras intentó tranquilizarla.

― Todo saldrá bien, toda esta cruzada tomará significado al fin.

― Gracias Dharek, aun que tengo miedo que no nos reciba, incluso de que en realidad exista, ¿Y si nos encontramos con una caverna vacía?, las leyendas pueden no ser reales― dijo mientras se le escapaba un largo suspiro.

Krifin los miró pensativo, y voceó uniéndose a la conversación:

― Yo creo que es real, la madre naturaleza, diosa de la tierra, guardiana de las razas de pureza, al ser humanos Dharek y yo no podremos ingresar a su morada, pero tú eres mitad elfa, tienes por derecho su protección, tal vez deberías invocarla, pedirle su auxilio y propicios hados.

― No creo siquiera que me escuche― respondió Imhara.

― Tal vez deberías sacarte las dudas cuando la veas de frente, y exigirle la protección que los humanos también se merecen tanto como los elfos― le propuso Dharek.

― Tienes razón, lo haré.

La conversación acabó cuando el disco se sacudió violentamente, habían recorrido toda la profundidad del pozo y el disco rocoso chocó bruscamente contra el suelo de la caverna.

Bajaron del disco y delante de ellos tenían un enorme arco, era la entrada a una enorme caverna. Caminaron por la caverna.

En el suelo de la caverna crecían pequeñas malezas brillantes. Era imposible pensar como cualquier vegetal podría sobrevivir en aquellas profundidades. Sólo tenían una respuesta, magia.

Al final de la amplia caverna, sobre la pared que los encerraba en aquel globo pétreo, encontraron un enorme arco que daba entrada a una cueva en la pared, un arco de artístico marco rocoso, con tallados mágicos, de flores, ramas y malezas sólidas, esculpidas sobre la rocosa superficie.

Tomaron un largo suspiro, tan esplendorosa entrada, sólo debía ser la puerta a la morada de un dios. Estaban seguros, que habían encontrado la morada de la madre naturaleza.

Cuando Iban a ingresar dentro, una atronadora voz profunda y femenina que hacía temblar la caverna los detuvo. Poderosa e intimidante les dijo:

― Detened ahí, sino queréis padecer la muerte.   

Imhara StheelWhere stories live. Discover now