Cap. 15...

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Imhara durmió junto a Flogh en una de las torres, a pesar que las camas eran de piedra, eran misteriosamente cómodas, seguramente producto de la magia del castillo. Utilizó la piel de la cueva para protegerse del frio de la noche, el cual ingresaba sigilosamente por el ventanal de piedra.

El primero en dormirse fue Flogh, acurrucado entre la peluda piel pardusca, en cambio Imhara tardó varias horas en alcanzar el sueño, sus pensamientos le quitaban el cansancio de sus ojos, manteniéndolos abiertos y fijos en el techo, pensante, melancólica.

A pesar de que se prometió no volver a pensar en Dharek, no podía evitarlo. Repasó todos los momentos en su conciencia, cuando él la encontró en el bosque sola, negándose a no acompañarla el resto del viaje, la discusión en la prisión, cuando hablaron con la druida, cuando se enfrentaron a Skholl, y el momento de la última discusión, producto de su separación, pero anterior a eso no encontró ningún indicio que se conectara con las palabras que Dharek había dicho.

Dharek había dicho que todo este tiempo solamente la había utilizado, pero cuando él la encontró en el bosque todavía no sabía que era una semielfo, entonces ¿Cómo podría saber que ella tramaba encontrar a la madre naturaleza intentando detener la guerra?, Imhara sentía que en su pensamiento faltaban piezas, información indispensable para terminar de comprender su accionar.

Mientras navegaba sin un rumbo fijo en sus desordenados e incompletos pensamientos, su mente se fue agotando por el esfuerzo al intentar crear una conexión entre todo, pensó tanto que se quedó dormida pasada la mitad de la noche, faltando pocas horas para el inicio del amanecer.

Cuando el quemante sol anaranjado asomó su faz por el horizonte, proyectando en las nubes su color cálido, fue hora de levantarse.

Krifin la despertó entrando en la torre mientras giraba y se movía entusiastamente.

― ¡Es de mañana!, si queremos llegar al nido de Crhag debemos partir de inmediato― el mago dejó sobre los pies de Imhara una fuente de sólida roca repleta de decenas de distintas frutas sabrosas y brillantes ― Me tomé la libertad de prepararte el desayuno.

Imhara sonrió al ver el manjar que brillaba delante de ella, agradeció ascendiendo su rostro amablemente.

Le pareció extraño que Krifinghar se quedara observándola mientras comía, se quedó allí apoyado en la pared con una enorme y loca sonrisa sin que se le escapara ningún movimiento de ella. Imhara sintió incomodidad, pero no le tuvo miedo, a pesar de que no lo conocía mucho, en el fondo de su corazón sabía que el mago no era peligroso, así que le devolvió la sonrisa nuevamente y continuó comiendo.

Cuando por fin terminó su desayuno quiso apartar la fuente de piedra de la cama, pero el mago se le adelantó moviéndose por primera vez en quince minutos de la pared y tomándola bruscamente de las manos la sacó de la cama lanzando la fuente contra la pared, Imhara agradeció mentalmente al haber dormido vestida, se moriría de vergüenza si el mago la viera en paños menores.

Krifin la hizo girar varias veces en su lugar y la bailó guiándola con sus manos, Imhara no comprendía que estaba haciendo el mago, pero se divirtió, no pudo evitar reírse mientras Krifin la obligaba suavemente a bailar, asiéndola con delicadeza, invitándola a girar, inclinarse y volverse derecha nuevamente, incluso la alzó varias veces sobre su cabeza. Ese extraño baile no era más que por diversión, sabía que el mago sólo quería hacerla reír, y no tenía ninguna otra rara intención. El mago simplemente estaba loco.

Dieron algunos saltos por la habitación y en un momento el mago se arrodilló en una rodilla y mientras le tomaba una mano le dijo:

― My lady, estoy dispuesto a acompañarla y protegerla el resto del viaje.

― ¿Pero no habías dicho que sólo me acompañarías hasta la entrada del nido?― le preguntó sin poder esconder una aguda carcajada que se le escapó de la garganta.

― Eso pensé al principio, pero luego me pregunté: ¿Qué clase de mago dejaría a una damisela enfrentarse sola contra Crhag?, seguro no un muy buen mago.

― Me alegro que hayas cambiado de opinión, tu presencia será bien requerida en esta cruzada.

― Pero sólo exijo una condición, creo que debería enterarme cuál es tu razón en esta empresa― decía Krifinghar mientras se levantaba del suelo y soltaba la mano de Imhara.

Imhara estuvo en silencio sólo un segundo, pensando si debía o no contarle al mago, pensó en las consecuencias, pero al mirar el amistoso pero desquiciado rostro del mago se decidió.

― Busco la morada de la madre naturaleza, porque necesitó algunas respuestas― dijo y corrió el cabello que cubría una de su oreja.

El mago al notar la terminación puntiaguda de la piel de su oreja se le escapó un esquizofrénico gritito agudo del fondo de su garganta, intentó apagarlo tapándose la boca, pero sólo eso hizo que se viera ridículo. El mago giró dándole la espalda mientras caminó por la torre varios minutos sin un rumbo fijo, dio varios pasos, giros y volvió a enfrentarla nuevamente.

― Tú eres... eres ― respiró tan hondo que se mareó por unos segundos luego continuó hablando con un tono misterioso ― Nunca me imaginé de la existencia de un hibrido... ¡Es increíble!...¡Lo creí imposible!...al enterarme de esto no puedo no interferir en tu historia, debo acompañarte, ser tu guardián...― se interrumpió a sí mismo pegando un frenético salto mientras se golpeaba la frente con la palma de su propia mano ― ¡La profecía!, ¿Cómo pude ser tan ciego?― le tomó los hombros e inclinándose manteniéndose muy cerca de su nariz le dijo ― ¡Antes de que partamos deberías ver algo!        

Imhara StheelWhere stories live. Discover now