Cap. 10...

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Los musculosos miembros del Kratibhus níveo iban marcando con ímpetu en la tierra aquellas redondas huellas de su pesuña, sin vacilar, ni siquiera sintiendo el peso en su lomo, Skhariber llevó a Imhara, Dharek y un felino en su lomo. Skhariber significa en lenguas modernas "tormenta de invierno", y el animal hacia honor a su nombre, era de singular blancura, además de tener una destacada velocidad y fuerza como una furiosa tormenta de nieve.

Tanto Dharek como Imhara se deleitaron durante todo el viaje, era una experiencia que nunca habían vivido, se sentían poderosos e imponentes montando aquella bestia.

Antes del anochecer llegaron a los límites del valle de los gigantes, Skhariber detuvo su marcha frente al valle, interpretando así que no podrían continuar sin antes prepararse con lo que la druida les había indicado que hicieran.

Sólo quedaban unas pocas horas de luz hasta que la noche cubriera la tierra, la escasa claridad del atardecer les fue suficiente para contemplar a los gigantes que moraban en el valle, en otra era más avanzada los humanos encontrarían sus huesos y los llamarían dinoterios, pero en esta era, donde sus pasos hacían templar el suelo se los llamaba nhey trhetan, que en nuestra lengua significa "titán de las llanuras".

El nhey trhetan era una bestia terrible, pero mansa, se asemejaban a los elefantes modernos, salvo que su trompa era corta, y tenía filosos colmillos curvados hacia abajo en la mandíbula inferior, y eran mucho más grandes, la altura de estas bestias oscilaban entre los seis a ocho metros dependiendo si era un animal joven o anciano, se los veía poderosamente pesados, movían sus gruesas patas lentamente hundiendo la tierra con cada pisada, la capa grisácea de piel que los cubría se veía impenetrable incluso para la más afilada espada.

Los oscuros ojos de estas criaturas no percibieron a los visitantes en su pradera, para ellos eran como pequeñas hormigas, tanto que incluso uno casi los pisa ignorando sus pequeñas presencias.

El corazón de Imhara saltó aceleradamente en su pecho cuando pudo esquivar por poco el enorme pie del nhey trhetan, en ese momento comprendió para que serviría la antorcha.

En compañía de sus acompañantes intentaron encender una fogata. Imhara apilaba algunas ramas secas y unas hojas, Dharek frotaba unas rocas velozmente para producir chispas que provocaran el deseado fuego mientras Flogh los observaba entusiasmado.

Cuando Imhara terminó de amontonar lo que parecía una fogata improvisada sus ojos se encontraron con los de Dharek, él la sonrió, e Imhara sin saber por qué se ruborizó y su corazón se aceleró, nunca en su vida se había avergonzado o sonrojado por una simple mirada, no entendía que había sucedido en aquel pequeño segundo de intercambio visual, no entendía el extraño efecto que tenía Dharek en ella, especulaba creer que era, pero se negaba a aceptarlo, no sabía si era por vergüenza o por orgullo pero no lo haría, se repetía en su cabeza que todo era producto de su imaginación, aun que en el fondo sabía que no lo creía.

Dharek no tardó mucho en encender la fogata con las rocas, con aquella pequeña fogata encendieron la antorcha.

La noche ya había cubierto la tierra, y la luz de la antorcha resaltó a la distancia, así fue como los gigantes del valle percibieron sus presencias. Imhara y Dharek junto con el felino subieron al lomo del kratibhus, y sosteniendo Imhara la antorcha en lo alto se aventuraron a cruzar el valle.

Se abrieron paso entre las bestias esquivando sus enormes patas cuatro dedales.

Imhara sintió el caliente aliento de Dharek correr por su cuello escapándosele de los pulmones. Al principio sintió un escalofrió, pero al pasar los minutos se acostumbró a su respiración, incluso la disfrutó todo el trayecto del camino, era una sensación placentera que le hizo olvidarse del miedo del momento.

Imhara StheelWhere stories live. Discover now