Capítulo 17: Los sueños no son sueños

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Mis ojos están fijos en Damián. Él está hablando pero estoy más enfocada en el dolor que estoy sintiendo internamente, como si algo me estuviera desgarrando. Siento todo mi cuerpo pegajoso y puedo oler algo metálico. Damián me sostiene el rostro fuertemente a la vez que mi boca esta en alguna parte su cuerpo.

—Madison...

Suelto un suspiro. Necesito más.

—Damián...

—Despierta, Madison.

—No respiro. Ayúdame, no respiro.

Y en eso, mi cuerpo reacciona y abro mis ojos. Me levanto lentamente y veo a mi alrededor, la confusión me llena de golpe al darme cuenta que no estoy en mi habitación y que lo último que recordaba era estar en la preparatoria. El rostro de Damián llega a mi cabeza y mi corazón empieza a latir de una forma que hasta la siento dolorosa.

¿Dónde estoy? ¿Qué hizo conmigo?

Una sensación de miedo invadió mi cuerpo cuando veo que estoy con otra ropa, unos pantalones de pijama y una camiseta más grande que yo. Veo la habitación con miedo. Las paredes eran de un color azul muy oscuro, a mi izquierda había una mesita de noche con una lámpara y un teléfono, me sorprendí cuando noté que estaba sentada en una cama King size. A mi derecha estaba un estante lleno de discos, al frente estaba un televisor pantalla plana, arriba de él se encontraba otro estante pero pequeño y contenía libros. Necesitaba irme de donde sea que estaba.

Tomé el teléfono pero me di cuenta que estaba sin señal, lo metí en los bolsillos del pijama. Me levanté de la cama y caminé a la puerta, giré el pomo y lentamente la abrí. Saqué mi cabeza y vi que el pasillo estaba vacío y tomé eso como una oportunidad para salir de la habitación. Tomé en mis manos un bate de béisbol que encontré en mi camino, donde también había palos de golf. En pasos lentos seguí caminado por el pasillo ignorando los cuadros que habían a los lados, vi unas grandes ventanas al final pero me di cuenta que estaban aseguradas. Llegué hasta unas escaleras de madera que no tenían barandilla. Bajo lentamente y me encuentro con una puerta debajo de ellas al estilo Harry Potter pero también estaba cerrada.

Vi una puerta más adelante e imaginé que era la salida así que corrí hasta ella y la abrí. La presencia de una persona enfrente de mí dándome la espalda me asustó por completo y golpeé su cabeza con el bate que sostenía. Cubrí mi boca con una de mis manos para no gritar. El bate estaba completamente roto y el cuerpo de Damián Miller se hallaba en el suelo. Ahogué un grito cuando empezó a sangrar y su cuerpo se empezó a mover. Le volví a dar con el mismo bate roto como dos veces por el susto y rabia.

Con que este tipo me había secuestrado.

—¿Qué ha pasado?

Alguien había entrado a la sala rápidamente y al ver a León Miller me hizo retroceder del cuerpo de Damián, que ahora si estaba inconsciente. Su vista se posó en mí y después en el cuerpo sin vida de su hermano.

León caminó hacia nosotros más confundido que asustado. Me alejé otro poco más y vi cómo se arrodillaba junto a su hermano, levantó la cabeza de Damián y grité cuando vi la sangre manchar en su ropa. Mi espalda chocó con la pared y empecé a respirar con dificultad.

He matado a alguien. He matado al maldito de Damián Miller.

—¡Noah! ¡Rider! —gritó León llamando a los demás. Como si fueran flash, los dos llegaron y se sorprendieron al ver la escena.

—¿Qué diablos ha pasado? —Rider se acercó a mí y me tomó por los hombros. Nunca había sentido tanto miedo.

—Y-yo...

REVIVALWhere stories live. Discover now