Capítulo 21: Protección

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Llegar a casa y encontrarme a Damián cerca de mi mamá y con un cuchillo, no estaba en mis planes hasta ahora, ni en mis sueños mejor dicho. Cuándo los vi, mi corazón se detuvo de manera abrupta y me quedé paralizada por unos segundos pensando en que hacer.

Antes, Damián me causaba misterio al igual que sus hermanos pero jamás le temí. Ahora, viéndolo cerca de mi mamá y siendo tan amable, me asustó. Lentamente dejo mis cosas en el sofá y me acerco a ellos. Mi mamá parecía encantada de tener a alguien en su cocina, en cambio Damián, estaba serio escuchando atentamente las instrucciones que ella le decía. Mis manos empezaron a sudar.

—¡Querida, llegaste! —anuncia mi mamá y Damián se voltea con una sonrisa que me asusta un poco más.

—Querida —se burla él.

—¿Qué está sucediendo aquí? —pregunto.

—Este buen chico, Damián, me dijo que estabas cansada de tantos exámenes y tuvo la grandiosa idea de que te cocináramos. Es un buen amigo para ti.

—¿Ah, sí? —pregunto y rasco mi nuca incómoda—. Que considerable, pero por si acaso, ¿No tienes casa o algo así?

—¡Madison! —me regaña mi mamá—. Es un lindo chico que está haciendo un gesto lindo para ti. Es tu amigo.

—Sí y también Zack, pero no lo veo aquí cocinándome.

—Por eso mismo debes considerar a Damián, él si está cocinando para ti y se preocupa.

Damián se encoge de hombros luciendo como un angelito y yo agarro el otro cuchillo para terminar de cortar las verduras, no era para ayudar, sino más bien para vigilar. Cuando mi mamá se voltea para buscar condimentos, yo me acerco a Damián con el cuchillo.

—No sé qué estás haciendo pero ya basta —ordeno y él me señala con el cuchillo que sujeta.

—Estoy cocinando para ti.

—¿Qué tramas? No me creo este juego.

—Estoy siendo amable, cuñada.

Incluso el tonito con lo que dijo al final, me molestó mucho más.

—Vaya. Se caerá el cielo entonces, porque de los cuatro, eres el menos amable.

—¿Todo bien? —pregunta mamá volteándose.

—Sí, su hija es un encanto señora Hills, provoca hasta abrazarla —sonríe y mi mamá se da la vuelta diciéndole algo. Damián se voltea y me susurra—. Hasta que te desmayes. Eres insoportable cuando hablas, sabes.

—Tampoco me agradas. Ahora deja el jueguito y lárgate. ¿Noah sabe que estás aquí?

—¿Y acaso Noah sabe lo que estás ocultándole?

Vale. Ya me sacó de quicio. Dejo el cuchillo a un lado y le hago señales.

—A mi habitación. Ahora —ordeno hacia él.

—Te equivocaste de hermano —vuelve a burlarse.

—Ahora, Damián, es en serio. Mamá, ya volvemos, le mostraré algo a mi súper amigo.

Ella asiente en respuesta y subo las escaleras para llegar primero, pero Damián ya estaba arriba antes de que yo llegara. Cuando cierro la puerta, le tiro lo primero que encuentro y es una zapatilla. La sostiene con una increíble agilidad, estúpido lobo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto amenazándolo ahora con un cepillo.

—Viendo que no hagas una estupidez —responde acercándose a la ventana.

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