Capítulo 1

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Capítulo 1 : ♣"Vaya forma de morir"

  Eran alrededor de las seis de la tarde, el atardecer estaba cada mas presente en la ventana de mi  habitación, por la cual, veía mis hermanos jugar. Ellos corriendo alegres alrededor de las jardineras mientras a mi me obligaban a estudiar esos gruesos e innecesarios libros. Los miré de reojo perdiendo  la atención de aquellos dos cuando una cansada frase atravesó mi cabeza.

« Puedo terminar más tarde »

  Tan fácil como haberlo pensado dejé de lado los pesados libros, me levanté de mi tortuoso "trono" y me encamine de manera sigilosa por los largos pasillos hasta el jardín trasero. Al pasar la gran puerta por un par de pasos rápidos Raito chocó conmigo asombrándose por mi presencia  y detrás de él, dando un notorio freno a sus pies, con Kanato siempre fiel con ese oso entre sus brazos.

— ¿Terminaste? — Preguntó Raito dando un rápido recorrido visual por nuestro alrededor. Asentí imitando en cierto modo su acción por instinto —. ¡Entonces vamos! Estamos jugando a las atrapadas, ¡Tu las traes! — Codeó mi antebrazo para luego ambos salir corriendo, y como las reglas lo dictaban les seguí mientras huían de mi.

  Me instalé detrás de Kanato que por obvias razones era el mas lento de los dos. Ore-Sama usaría esa desventaja para su beneficio pero no negada que con un mínimo esfuerzo extra podía alcanzar a Raito quien miraba a lo lejos como Kanato y yo zigzagueavamos entre las rosas. Nos divertimos mucho en ese momento jugando y corriendo; esos momentos eran escasos pero llenos de diversión, con la imaginación al mil por ciento y la compañía de hermanos que me era bastante agradable en aquel entonces. Seguíamos inspirados causando sorpresa en quienes eran obligados a esquivarnos entre mucamas y sirvientes con trabajos fríamente organizados.

  Kanato logró de alguna forma tocar a Raito seguido de las palabras.

— ¡Tu las traes! — Me alejé de él lo mas rápido que pude, claro, ese era el objetivo del juego y Ore-Sama no perdería. Corrimos rodeando la mansión hasta la fuente que decoraba la parte delantera, nadie venía cerca de mi, y luego me enteraría el por qué.

  Sin pistas previas sentí como una fría mano sujetaba mi brazo, el dolor que sentía de aquel tacto era inconfundible y sabía que la causante no venía a felicitarme por un trabajo bien hecho.

— ¡Deberías estar estudiando! — Me regañó y exigió que volviera de nuevo a mis deberes.

  Ya estaba cansado de que me obligaran a meter mi cabeza en los libros y estudiar largos párrafos. Quería jugar y distraerme con mis hermanos toda la tarde ¿Acaso eso esta mal?.

— No quiero — Dije en casi un susurro. Me aterraba pensar en cualquier respuesta que esa mujer pudiera darme pero aún así no me retractaba de lo que había dicho.

— ¿Que dijiste? — Dijo con claro enojo dándome la oportunidad de perder ante ella y reescribir mi respuesta, pero nadie obliga a Ore-Sama.

— No quiero — Dije alzando mi mirada, enfrentándome de frente a esos codiciosos ojos que contenían un color exactamente igual al mio.

  Con un solo impacto en mi mejilla me tiró al suelo, clavando mi mirada en el cemento. Coloque mi mano en la zona afectada como si eso pudiese aliviar el ardor que afectaba incluso debajo de mi piel.

  Me tomó de la muñeca y luego de hacernos aparecer frente al río que brindaba paisaje a la ultima parte habitada de la propiedad. Halandome con todas sus fuerzas mientras intensificaba mi forcejeo desesperado por soltarme; ya sabía cómo era ella y tantas cosas horribles que podía llegar a hacerme por desobedecer sus ordenes. A pesar de mi resistencia consiguió arrastrarme al final del camino de madera y de allí me lanzó al lago.

  Al no saber nadar hacía todo lo posible por mantenerme a flote sin resultados favorables, solo conseguía sumirme más en el pánico de luchar por oxigeno. Le pedí a gritos que me ayudara a salir del agua pero no hizo más que quedarse estática a admirar como me hundía a cada movimiento. Apenas pude apreciar con mi agitada visión como el que se hacia llamar mi tío se acercaba a ella. Como era de esperarse también le pedí ayuda, que solo tomara mi mano y me sacara de allí pero solo ignoró mi situación. Mi energía se agotaba con el correr de los segundos hasta llegar al punto en el que estaba demasiado cansado cansado.

  Mis brazos y piernas ya no daban para más, no podía luchar, exigir la superficie. Simplemente era como si mi cuerpo me hubiese abandonado solo podía tratar de visualizar los distorsionados rayos de luz traspasar las aguas mientras me hundía.

« Vaya forma de morir »  Dije para mi mismo. Nunca me habría imaginado tal forma de irme e intentaba aceptarlo, ya me imaginaba lo que dirían mis hermanos al enterarse de mi muerte, ya que solo ellos me extrañarían, esa era la pura verdad y trataba de asimilarla, pero no podía.

  A pesar del alrededor en el que me encontraba, aún había algo dentro de mi que me impedía aceptarlo por completo quizá esa "Esperanza" de la que susurra la servidumbre en cada cumpleaños. Cerré mis ojos esperando que algo o alguien salvase mi vida y las posibilidades no eran muchas, pero, sacándole brillo a la parte pequeña de la balanza sentí como una mano me llevaba hacia arriba. Hacia la luz que atravesaba las nubes, y apenas tuve la oportunidad llené mis pulmones de aire así mismo como tosía y poco a poco ir normalizando mi respiración.

— ¿Estas bien? — Dirigí mi mirada hacia la dueña de aquella suave voz.

  Era una niña de mas o menos mi edad; de cabellos blancos que caían en rizos por su torso, sus ojos eran de un hermoso azul claro y traía puesto un vestido blanco con volados curtido por el barro.

— ¿Puedes hablar? ¿Cómo te encuentras? — Me preguntó nuevamente mientras tocaba mis mejillas y mi frente.

— E-Estoy bien.. gracias — Dije con mi mirada en ella aun procesando lo que acababa de suceder.

— Me alegra — Me dedicó una tierna sonrisa entre cerrando sus ojos —. Soy Saori.

— Sakamaki.. — Me dispuse a presentarme.

— Ayato — Dijimos al unísono.

— Es que.. ya he pasado por aquí, conozco sus nombres — Confesó un tanto avergonzada.

— ¡Ayato! — Escuché las voces de Raito y Kanato a lo lejos. Aparetemente esa mujer ya se había ido y podían acercarse.

— Puedes responderles — me susurró a lo que estuve de acuerdo.

— ¡Estoy aquí! — En cuestión de segundos se encontraban frente a nosotros preguntando como pude salir y además si era ella quien lo hizo. Según Raito estuvo a punto de saltar a sacarme pero esa mujer estaba demasiado cerca.

— Son.. Raito y Kanato ¿Cierto? — Susurró Saori de manera que solo yo la escuchara.

  Pasamos un rato más a la orilla de aquel lago, lo que había comenzado mal terminaba en una entretenida conversación. Hablábamos de todo tipo de cosas sin saberlo creando lazos con aquella niña. Y pensar que con el tiempo se volvería tan importante, siendo mi razón para romper las reglas cada ves que puedo.

[Actualizado en 20/09/16]

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