Mentiras que son verdad

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Ya no me sentía igual que antes, el predicador moralista de Ferdinando había muerto llevándose la ley moral a la tumba.

Aura María me había respondido a la medianoche, me escribió que le parecía un hombre muy interesante y que quería chatear conmigo. Era inútil poder dormir con semejante respuesta. Me puse a imaginar que Aura María estaría sola. Varias veces quise levantarme de la cama y responderle, pero no tenía el suficiente valor para hacerlo.

Hacia las dos y media de madrugada escuché, de pronto, unos truenos bastantes fuertes. El bramido me había dejado medio asustado, entonces me puse las pantuflas y me puse de pie para mirar por la ventana de la cocina. Se veían muchos relámpagos, entonces cerré todas las persianas por si más tarde caía granizo.

Finalmente, encendi la pc y vi que Aura María había cambiado de foto en su perfil. Esta vez traía su cabello de oro alisado, a simple vista era una joven atractiva y delicada, apta para ser la novia de mi hijo, incapaz de verme a mí como un potencial amigo y para soportar los altibajos emocionales de un hombre de sesenta y tantos años. Pero aún así me preocupaba o parecer desconsiderado al no responder no responder a su mensaje.

Entonces tomé aire y respondí: "¡Ni que fuese el rey de Roma!". Aura María comprendió enseguida mi mensaje y me escribió: "No seas exagerado".

Estuve un rato sin articular ningún movimiento, luego tomé mi rosario que lo tenía en un cajón de mi escritorio y pasé mis dedos nerviosos por las cuentas y ella volvió a enviar otro mensaje: "¿Ferninando estás on line?".

Otra vez me puse duro, me quedé de piedra sin saber como proceder y luego seguí reflexionando orgullosamente por el interés que ella presentaba en sus palabras. Le respondí lo primero que se me vino a la mente y le dije que estaba cargando Gasoil al auto de un cliente porque trabajaba de playero en una estación de servicio durante toda la noche y que mi turno terminaba a las seis de la mañana.

Ella respondió con una agudeza natural y me comentó que era maestra en una escuela secundaria. Pensé alegremente: "¡Ya puedo dejar de rezar al rosario, total si voy a seguir fingiendo me iré directamente al infierno con Belcebú!".

Desenredé el rosario y lo volví a guardar en la gaveta.

Ella escribía sin parar y eso me llamaba poderosísima la atención que una bella jovencita estaría dispuesta a pernoctar junto a mí.

Con los días ella se volvió mi todo, mis defectos y mis cualidades eran cantadas con si fuese una hermosa melodía por un hombre que no merecía tenerla.

Sin embargo, todo lo negativo me importaba un bledo. Realmente, ella era la causa de mi reciente antipatía con Gloria, cuando venía a traerme la comida solo quería que se largara de una vez para poder seguir conversando con la blonda.

Durante la mañana, mientras Aura María trabajaba en el colegio, me escapaba al parque para pasear por los caminos húmedos del rocío y para poder sentirme vivo. Pero al llegar al edificio y tomar el ascensor sentía que las fuerzas oscuras me penetraban progresivamente, subiendome por el cuerpo una extraña sensación que nunca había sentido en mi vida. Pero aún así estaba más feliz que nunca, ya que la rubia era la asesina de mi alma desangelada.

Con el paso de los días, las mentiras que le decía supieron adornar la escena mental y pude tomar partido de esa situación, aunque al fin y al cabo podría causar un gran daño en su autoestima, pero a mí me servía para aumentar mi poderío y si bien podría obrar de una manera mucho más honesta, la aventura no sería la misma, porque yo no buscaba que me traten como un anciano viudo que tiene una única salida para la interacción humana. Lo único que bucaba de momento era tener una real conexión.

Parecía que un árbol recién plantado comenzaba a florecer. El árbol era la verdad y se regaba día a día con la mentira, hasta que un día el árbol terminó chueco por no echarle agua sanamente pura.

La mentira y la verdad tenían charlas dialécticas y muy ácidas en mi mente, era como una bomba atómica a punto de estallar. Pero había que disfrutar el presente, haciéndola sentir lisonjeada y segura de sí misma, aunque esta embustería tenga palabras falaces, amorosas y preciosas.

Había aprendido el arte de la mentira y no se sentía tan mal, puesto que la blonda "me pagaba con atención", contándome innumerables anecdóticas de su vida diaria con gran emoción y lo más gratificante era que lo hacía por voluntad propia.

Para ella mis palabras eran tan apreciadas y su dulzura para conmigo era lo que estaba enmendando mi corazón y eso alimentaba mi vida.

Tenía muchas ganas de enviarle a su casa unas bonitas flores de colores y de aroma agradable al olfato. Así poderle causar un hermoso placer, pero decidí que había que esperar un poco más, porque se podría emocionar demasiado y me pediría que viaje a su localidad a conocerla. Una ola de prudencia atormentó mi mente y me obligó a desistir.

Ayer noche estaba extraña, digitaba poco y con muchas pausas, entonces después de dar muchas vueltas me preguntó si realmente estaba soltero, puesto que anteriormente había charlado con otros hombres en la aplicación de citas y había resultado que al final eran casados, y que todos le decían: "Aura María, me divorciaré por vos".

Todo eso me pareció una maldita mentira doble, que es fatalmente engañosa, era así que todos los hombres usaban la mentira para dar falsas ilusiones a las mujeres ingenuas que solo buscaban cariño y amor.

Esa era una mentira que tenía mucha sabiduría en el fondo y esto les hacía llevar al cabo sus fechorías y un gran entrenamiento que solo un enclenque podría usar. Pero después de pensarlo y divagar podría ser una gran estrategia para negarme ante un posible pedido de encuentro. Parecía que todo esto me estaba ayudando con la evolución psicológica que siempre precisé para finalmente olvidar a mi finada esposa.

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CATFISH (Novela trash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora