Su último deseo

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Cuando iba a la casa de Angelo me agasajaba mucho y siempre recordábamos anécdotas del pasado y me decía: "¡Un día vas a ser un abuelo muy simpático!".Aunque yo sabía perfectamente que Gloria tenía problemas de fertilidad gracias a su problema de ovario poliquistico, así es como fue creciendo la idea de que nunca iba a tener nietos. Y si un día fuese abuelo, estoy seguro que mi altanería del adueñamiento me brotaría por los poros. Pero aún así todo puede cambiar en cualquier momento y no había que rendirse al desaire de la injusticia natural. Las cosas que nos pasaban eran por alguna razón.

El día estaba hermoso, corría una brisa fresca del sur, miraba por mi ventana a los transeúntes hacer largas filas esperando el colectivo. Eso me remontaba a mi juventud cuando trabajaba en la fábrica de Fiat Motors en el sector de las líneas de montaje.

En esa época la economía era la más floreciente y desarrolladas de América. Nosotros nos encargábamos de construir autos con grandes motores diésel y luego me cambiaron para trabajar en otro sector de la planta haciendo trabajos industriales con tractores y otros implementos para el agro.

Me hubiese gustado contarle todo eso a Aura María, pero al final le dije que tenía esposa y que ella era infértil, y que eso me hacía sufrir. Quería saber si ella sentía algo más que un sentimiento de amistad y esto que le dije vendría a ser como una provocación para ver su reacción.

Total ya estaba embarcado en la mentira, pero de una forma buena, porque solo los hombres que son realmente malos son aquellos que practican el disimulo, ellos tienen una corteza de hipocresía, recubierta de hostilidad y estaba seguro que yo no pertenecía a este grupo de mentirosos patológicos. Pensar de ese modo y con esa lógica me traía un aire de paz.

Aura María se quedó en silencio por un momento. Después tomé el rosario del cajón y pasé los dedos por las cuentas, estaba rezando para que ella no me bloqueara.

Aura María dijo que no me creía que era casado. En ese momento luché por contener las lágrimas, sabía que la rubia podía poner fin a nuestra amistad, pero después de un largo silencio dijo:

Yo no tengo inconveniente, siempre y cuando me concientas.

Esta mentira me estaba convirtiendo en un idiota y en un embaucador, pero su respuesta me dio un golpe de aire fresco en el rostro. De todos modos era una gran falacia que me serviría para ganar tiempo en caso que ella quisiera encontrarse conmigo en la calle. Me parecía una gran estrategia.

Durante un largo tiempo, estuve sin mover una extremidad de mi cuerpo, solamente mantenía la mirada fija en la computadora. Ya nada me importaba más que pasar horas y horas digitando en mi escritorio sin siquiera tomar un baño caliente o levantarme para regar las plantas de la ventana de la cocina. Ya no había ninguna otra cosa más gratificante que no pasar largas jornadas riendo con ella en medio de una virtualidad casi imperceptible.

Tenía los ojos irritados y las muñecas me dolían por escribir y escribir, como un demente apasionado por el amor desesperado de una bella blonda de sonrisa efervescente.

Hasta que un día Gloria preguntó si había escrito mi novela en el computador, ella parecía una anaconda a punto de devorarme. Divagué pensando una respuesta y luego le dije que me la pasaba jugando al Pocker on line y que aún no había hecho nada de lo que se suponía que debía que hacer. Sabía que ella sospechaba algo, pero decidí ignorarla por mi salud mental.

Los días posteriores tomé infinitas precauciones para que Gloria no viera mi pc, pero luego ella me empezó a tratar con una extrema sequedad. El café que me traía estaba casi siempre frío y la comida comenzó a saber mal y parecía desabrida, parecía que ya no quería hablarme y al parecer siempre estaba a la defensiva.

Ella ya no sonreía y no me preguntaba como estaba ni nada por el estilo. Parecía estar herida o rencorosa por ignorar su petición de escribir la novela en la computadora que me habían comprado. Sin embargo no decía nada al respecto, ella parecía un depósito de secretos tristes.

Por otro lado solo me concentraba en esa chiquilla encantadora que me hacía miles de preguntas y que parecía tener una hiperactividad que me encantaba. Una rubia con temperamento fuerte y violento, que brillaba con esos ojazos pardos adornados con unas grandes y tupidas pestañas. Yo parecía su súbdito intentando contentarla y hacerla reír diariamente.

Hasta que ella dijo algo que me dejó boquiabierto, me dijo que quería volver con su ex esposo, él cual era el sobrino del actual presidente de la nación. Ella me envió una foto de él, era un hombre apuesto, sobrio y ultraelegante. Demasiado bello gracias a sus facciones y a su increíble peinado con jopo al estilo de Elvis Presley. Esto me generó una atroz incomodidad e intenté convencerla que el pasado no puede volver al presente, que era mejor desistir de esas ideas.

Por otra parte, Aura María era una muchacha inteligente y comprendía que el ex marido era todo un don Juan. Le enojaba y al mismo tiempo le apenaba que no podía modificar ni ajustar a las personas para su comodidad. Pero también me decía que no me sienta mal ni celoso porque yo también era un muchacho muy atractivo.

Recostado tristemente en mi viejo sofá de pana azul, reflexionaba lúgubremente:
Este viaje me abrió puertas infinitas, pero... ¿Cómo terminará este viaje?...¡Es esa mi estúpida duda!

Aura María, por su parte estaba muy animada como siempre. La muchacha era demasiado aventurera y me propuso que debíamos cenar juntos en el día de mi cumpleaños.

Me negué rotundamente, le dije que tenía que pasar la noche con mi esposa Martha, que era una fecha muy especial y que no podía esfumarme de ningún modo, entonces enloqueció y se puso a enviarme mensajes cargados de blasfemias.

Después de pensarlo decidí ceder a su petición.

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CATFISH (Novela trash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora