Bendita locura

798 305 399
                                    

¿Por qué Aura María es la sorpresa menos esperada? —La voz de mi hijo sonó como si dijera algo poco significativo.

—Y porque ella lo tiene todo, inteligencia, belleza, humildad, elocuencia y también porque la quiero, como nunca quise a ninguna. Ella es vital para mi vida —dije en un tono amable.

—No sé, esto es demasiado raro... —dijo mi hijo en un tono cortante.

—Bueno, para ir terminando de explicarte existe un romance entre ella y yo. Nosotros ya hablamos de cine, política, arte y todo esto nos unió. Si te preguntas que nos une, la respuesta es simple y evidente, que los dos estamos en una red social buscando el amor y mientras tanto los robots no controlen el planeta, esa aplicación de citas es la que se encarga de que tengamos nuestra vida en movimiento. Esta es una plataforma que fluye, un territorio infinito, pero siempre en movimiento.

—Papá, vos te moves menos que una piedra —dijo mi hijo con un tono risible.

—Quiero decirte que este es un ciclo para mi renacer. Pero tengo miedo que Aura María sea prejuiciosa por naturaleza y sea eso lo que esta ocultando —mascullé.

—Papá, yo quiero paz y tranquilidad. Vos no entendés que algunas mujeres no están hechas para terminar con un tipo mayor que podría ser su abuelo. ¿Entendiste?

No respondí nada.

—Hijo tengo sesenta y tantos...

—Dejando la verdadera edad de lado, no todo es una ciencia, no se sabe que va a suceder cuando se entere que yo no soy Ferdinando —murmuró débilmente.

—Mientras tanto hay que jugar con las cartas que hay en la mesa —agregué.

—Jugaré, pero conoces el dicho: Tanto se baraja la carta que finalmente se gasta.

—Angelo deja de ser tan pesimista por el amor de Dios.

—Solo recuerda que por culpa de tu fechoría mi novia se fue...

—Gloria ya volverá —dije mientras resoplaba.

—No sé, papá. No sé que pasa que no me envia ni siquiera un correo electrónico —dijo con un aire de amargura.

—El próximo paso será este sábado a las ocho de la noche —me sonreí—, debes usar mi ropa.

Angelo meneó la cabeza:

—No sé, por qué, papá, tengo que usar tu ropa... —me interrumpió y frunció su entrecejo.

—Por qué estuvimos hablando sobre la indumentaria que usabamos los dos con frecuencia y le dije que usaba camisas a cuadros y pantalones vaqueros azules.

—Pero, ¿eso significa que debo usar lo que vos supuestamente usas? ¿No pudiste mentirle para que no tenga que usar esas camisas ridículas? —dijo Angelo súbitamente.

—Todos los padres alguna vez tuvimos la tentación de vestirnos iguales a nuestros hijos. Todo hijo debe saber que tiene que honrar a su padre —dije—. ¿Puedes hacerlo por mí?

—No hay duda que tu comentario es ilógico. Pero esto no le importa a nadie y menos le va a importar a esta loca.

—Después de la cena en el restaurante, pueden ir a ver Pavarotti —agregué.

—Papá, rompiste el clima y es hora de negociar —dijo mi hijo con los labios temblorosos.

—Llegado el momento pondré algo de mi parte. No puedo negociar hasta que Aura María me haya conocido en persona.

Angelo interviene.

—A mí me va a conocer en persona —objetó.

Tragué saliva y moví la cabeza afirmando.

—Lo haré, cenaré con ella en la fonda pero no iré al concierto de ópera —dijo con resignación.

—Pero tienes que mejorar ese vocabulario, porque yo no puteo y no hablo así como vos —dije y mis ojos se dilataron por el miedo que todo salga mal.

—Viejo, yo no soy el príncipe Encantador...dijo mirándome a los ojos.

—Enfócate en parecer que tenés clase.

—Eso es difícil, yo no soy una persona elitista y vos tampoco lo sos, papá —bramó alzando sus brazos.

—Ella dijo que usará un vestido púrpura de terciopelo y joyas doradas. Por supuesto que ella si tiene clase. —Me duele la cabeza —me quejé. Nos sentaremos en las bancas blancas de la plaza que está enfrente del restaurante para ver cuando ella llegue y luego al entrar tienen que sentarse en la mesa junto al ventanal.

—El asunto es que cada vez que pienso en esa cena me da ganas de salir corriendo. Parece que ella es demasiado sofisticada... Después andá a pedirle una segunda cita.

—Hijo, no aflojes. Si cedes estarás frito.

—Como se nota que a vos te chupa un huevo toda está estúpida situación.

—Pero, por favor, tienes que darme una mano, sin ti no podré lograrlo —insistí.

—Sí, papá... También Daddy. A tu salud y no pienses más en ella —dijo Angelo mientras se bebía una taza con ron.

Bebí a su salud y pensé que mi hijo tiene muchos motivos para no hacerme caso.

—Dime, ¿notaste que desde comencé a chatear con ella yo estoy con esta sonrisa?

—Lo noté... —dijo mi hijo, abriendo por fin sus ojos, contemplando la foto de perfil de Aura María en la laptop. Pero esto es demasiado oscuro.

—Vea... —dije— tienes que estar comprometido al cien por cien para poder ayudarme con eso.

—Pero usar una foto de otra persona en el internet es demasiado oscuro —dijo y me contempló con desprecio.

Lo lamenté. Luego me recosté en mi cama.

—Papá, eso es un delito —me criticó.

—No es culpa mía —le repliqué.

Ese engaño tenía un gusto dulce y amargo a la misma vez.

—Claro que es culpa tuya —anunció con orgullo.

Había llegado el sábado y sentía me corazón aliviado. Mi hijo estaba más presente que nunca y me ayudaba a hacer el desayuno o la cena.

—Sí, pero... nada malo va a pasar —balbuceé, rogándole que se ponga mi ropa.

Ángelo movio su cabeza como un objeto.

—Papá, estoy muy fatigado —se limitó a decir—. Iré y te ayudaré aunque esto parezca una bendita locura.

Un pequeño surco se grabó en mis pupilas.

—Estoy contando las horas para verla...

—No la vas a ver, porque vos te vas a quedar en la plaza, leyendo el diario —argumentó.

—¿Durante la noche?

—Así es, papá.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
CATFISH (Novela trash)Where stories live. Discover now