Castigo

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—¡¿QUÉ?! ¿ACASO ENLOQUECISTE? ¡NO PIENSO SER TÚ ELFINA! —gritó la pelirroja histérica.

—Weasley es un reto que tú aceptaste realizar, así que tendrás que cumplir con tú palabra. —respondió el moreno con una mirada maquiavélica —. Además, te dije que como tú superior debías de obedecerme, así que eso espero durante este mes. —finalizó, haciendo que la pelirroja soltara chispas por sus ojos.

—¡Maldito infeliz, ojalá un día te atragantes con tú jugo de calabaza!

—Si me llegara a pasar sabré que tuviste que ver y tendrías graves problemas, Weasley. Ahora ahórrate tus comentarios y espero mi cena después de DCAO en mi habitación. —respondió el moreno, antes de retirarse con su típica arrogancia.

—¿Cuál es la contraseña? —preguntó, escupiendo cada una de las palabras y maldiciendo mentalmente al moreno.

—Deberás de averiguarla tú. —respondió sin parar su camino a los vestidores.

—¡Ginny no puedes dejar que te utilice de esa forma! —replicó Dean.

—Es un reto que acepté. Nada de esto es de su incumbencia, así que no se metan. Si Zabini cree que me va a fastidiar, pues se equivoca. —dijo Ginny con malicia.

—¿Estás segura de esto, Gin? —preguntó Hermione con preocupación.

—Nunca he estado tan segura, Herms. Zabini se arrepentirá de haberse metido conmigo.

—Será mejor apresurarnos antes de que el murciélago nos castigue. —anunció el pelirrojo.

—¿Ronald Weasley apresurando para ir a clase? —preguntó la castaña con ironía y sorpresa.

—Sí, bueno. Es que no quiero tener trabajo extra. —respondió haciendo que Dean y Harry asintieran.

—Tú nunca cambiarás. Pero sí, hay que darnos prisa. —afirmó, antes de comenzar su recorrido hacía el castillo junto con los chicos.

~°~

Mientras en los vestidores de Slytherin.

—¿Se puede saber qué demonios fue eso, Zabini? —preguntó el rubio sin entender ni pizca de lo que su amigo pretendía hacer. ¿Acaso había perdido el sano juicio?

—Sólo me divierto un poco. Algo que deberías hacer tú más seguido, la cara de amargura que traías lo decía todo. —respondió Blaise tranquilamente, mientras se vestía.

—A propósito, ¿dónde estabas? —preguntó el azabache.

¿Nott no puede quedarse callado por un momento? ¡Maldición! ¿Decir o no decir? ¡Maldito Voldemort! ¡Maldita misión! ¡Maldita sea la ambición de mi padre! —pensó el rubio tratando de decidir qué era lo más conveniente tanto para él como para ellos, pues no quería poner en riesgo a sus amigos por la misión que el señor Tenebroso le había encargado.

—¡DRACO! —gritó el moreno harto de que su amigo le hablara y no recibía respuesta alguna por estar sumido en sus pensamientos.

—¿Qué quieres? —preguntó, fríamente.

—Nott te ha preguntado ya cinco veces qué ¿dónde estabas? —repitió, preguntándose qué era eso que lo tenía tan absorto y causándole esos cambios de humor tan drásticos.

—No les incumbe. —respondió, finalmente prefiriendo callar la verdad. Su madre ya estaba en peligro, lo dejaría que otra persona lo estuviera a causa de él —. Muévanse que tenemos clase con Snape. —finalizó, saliendo del vestidor dejando a sus amigos extrañados y pensativos. De verdad algo le pasaba y tarde que temprano lo iban a descubrir, no siempre podía ser tan reservado.

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