Hogsmeade

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—¿Qué traes ahí? —preguntó Theo, mirando con extrañeza lo que traía su amiga en manos.

—Es una planta, me la ha regalado Neville. —contestó la morena con una sonrisa —. ¿No crees que ha sido un hermoso obsequio?

—Sí, claro. Muy lindo. —respondió sarcástico.

—Theo...

—¿Qué?

—No creo que pueda acompañarte. Neville me ha invitado a tomar algo en las Tres Escobas. —respondió, mordiendo suavemente su labio inferior.

Otra vez Longbottom...

—Pierde cuidado, Tori. —contestó, forzando una sonrisa mientras observaba como su amiga corría hacia las habitaciones de chicas.

~°~

Número 12 de Grimmauld Place.

—¿Qué te sucede, Harry? —preguntó, al ver el repentino respingo de su amigo mientras bajaban las escaleras.

—N-no es nada, no te preocupes. —mintió, puesto que no sabía con exactitud qué era lo que le causaba el fuerte dolor y calor en su brazo.

—Será mejor que desayunen y se vayan a Hogwarts antes de que noten su ausencia. —dijo Sirius con una sonrisa, invitando a los chicos a ocupar los oscuros asientos del comedor.

—¿Y Malfoy? —preguntó Hermione con el ceño fruncido.

—¿Por qué diablos te preocupa donde esté? —gruñó Harry con molestia.

—Se ve que al teñido le gusta dormir. —manifestó el hombre con una sonrisa burlona.

—Pues ojalá se lo haya tragado la cama. —comentó el azabache con una mueca, haciendo reír a su padrino.

Ignorando las palabras de su mejor amigo, la castaña dirigió su mirada hacia las gradas sintiendo que algo no andaba bien, tal vez al rubio le había pasado algo y necesitaba ayuda, o quizá si estaría durmiendo tranquilamente; sin embargo, lo que nadie sabía era que el rubio lo estuviese pasando tan mal y todo gracias a aquel individuo.

No te atrevas a desobedecer mis órdenes... Te lo he dejado bastante claro, Draco Malfoy... Y quiero que me cumplas, debes de hacer todo lo que esté a tú alcance para arreglar el armario Evanescente a tiempo, pero veo que no haces el mejor de los esfuerzos... No creo que desees vivir aquellas terribles consecuencias que tanto hemos hablado... No creo que desees el mismo asqueroso destino de tu padre... No pierdas tiempo...

—¡Maldita sea! —exclamó sintiéndose cada vez peor, pues aquel sujeto tenía razón, había descuidado su misión y eso era algo que a pesar de querer ignorarlo debía cumplir, no tenía otra opción.

Nuevamente aquel intenso dolor se apoderó de él, creándole esa sensación en su estómago que le hacía sentir el deseo de vaciar todo su contenido aunque estuviese vacío desde el almuerzo del día anterior.

—¡¿Qué demonios haces?! —gruñó Harry, abriendo la puerta de la habitación donde se encontraba el Slytherin y pronto escuchar fuertes arcadas.

—¡Harry! —reprendió la castaña, llegando detrás de él y darse cuenta de cómo el rubio estaba tirado en el suelo justo al lado del sanitario del baño —. ¿Te sientes bien?

—¿Crees que si me sintiera bien estaría así? —bufó, haciendo que Hermione rodara los ojos.

—¿Qué hiciste?

—¿De qué demonios me hablas, cara rajada? —preguntó confundido.

—¿La posees no es así? Tienes la marca.

Rompiendo Tradiciones Where stories live. Discover now