Aceptaciones

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—¿Hermione? —inquirió una pelirroja, al ver a su amiga fuera de sí.

—¿Me decías?

—¿Qué te sucede? Has estado muy extraña estos últimos días. —preguntó, mientras secaba su cabello recién lavado con una toalla.

—No es nada, Ginny, no te preocupes. —respondió, haciendo un ademán con la mano.

—Ah, no, no me vas a evadir nuevamente la conversación, ya dime de una buena vez que te traes entre manos, Hermione, se supone que soy tu mejor amiga.

—Está bien, siéntate. —manifestó la castaña, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.

—¿Y bien? —instó con impaciencia.

—¿Recuerdas que te dije que habíamos logrado traer a Sirius de vuelta?

—Sí, me lo dijiste hace semanas a media noche. —la fusiló con la mirada al recordar los gritos de su amiga para despertarla —. ¿Y? Nunca me dijiste para qué.

—Él es el único enterado de la última parte de la profecía que se rompió en el Departamento de Misterios... Bueno, él y Bellatrix. —explicó.

—Vaya, ¿y qué dice? —Inquirió con curiosidad.

—Sirius nos adelantó algo hace varios días por medio de la chimenea de la sala común, pero nos dijo que era mejor esperar hasta llegar al cuartel ahora en vacaciones de navidad.

—Bueno, en una semana sabremos que es. —declaró —. Oye, Hermione, ¿sabes cómo sigue Katie?

—No, pero la verdad es que tuvo suerte. —dijo con una mueca.

—¿Y aún no saben que pudo haber sido?

—No, nadie sabe quién pudo ser. Pero, yo sé que fue Malfoy. —suspiró.

—¿Por qué estás tan segura? ¿Te lo dijo? —preguntó con diversión —. ¡¿Te sigues besuqueando con Malfoy?!

—¡No, Ginny! Bueno sí. Pero ese no es el punto. —exclamó, sintiendo como un calor se apoderaba de su rostro —. Y no me lo dijo, ese collar lo vi horas antes de nuestra cita con Sirius, cuando fui a hablar con él.

—¿Hablar con él o besuquearte con él? —inquirió, soltando una carcajada.

—¡Ya cállate, Ginny! —exclamó, tirándole una almohada a su amiga tratando de esconder su sonrojo.

—Te gusta. —sonrió ampliamente.

—¡Claro que no! Será algo efímero.

—No lo creo. —canturreó con travesura.

—¿Qué tal Zabini? —contraatacó, quitándole la sonrisa a la pelirroja.

—No lo he vuelto a ver. —respondió con frialdad.

—¿Sucedió algo?

—Supongo que dejé de ser su esclava. —se encogió de hombros.

—Suenas triste. —ahora le tocó a ella sonreír con picardía.

—No es cierto, Hermione. No sabes cuánto me alegra haber dejado de ser su juguete sexual.

—Ginny, ¿lo extrañas? —preguntó, llevándose una mano a la boca por la sorpresa.

—¿Irás al partido de Quidditch?

—Ginny debes aceptar que extrañas...

—Te veo entonces en la sala común cuando termine. —le interrumpió, saliendo rápidamente de la habitación.

Rompiendo Tradiciones Where stories live. Discover now