Black Wings [Supernatural]

34. Enemigo de mi enemigo, es mi amigo

34. Enemigo de mi enemigo, es mi amigo

Brady preguntó por la rubia, pero no obtuvo respuestas. Sentía el odio que se le atribuía a su presencia. Era obvio que el mayor de los Winchester (sin importar la dimensión) lo odiaría, todavía podía sentir los puñetazos que obtuvo del mismo cuando Lily había terminado todo. A esa mirada de odio de parte del de ojos verdes se le agregaba la misma mirada de la chica con ojos café, la cual también había tenido su participación en arruinarle la vida a él en su pueblo.

Tal vez los dos únicos que no lo odiaba eran Sam y Gabriel, aunque no estaba muy seguro. El menor de los Winchester creía que en él había un chico capaz de defenderse y de reconocer errores, Sam todavía quería creer que su mejor amigo de la universidad no había desaparecido. Y en cuanto al arcángel... Él no tenía razones para odiarlo, ¿entonces por qué hacerlo?

—He preguntado dónde está Lily —repitió con algo de enfado a que nadie le diera un poco de atención.

—¿Para qué? —cuestionó la castaña levantándose de su asiento y acercándose al rubio lista para encararlo—. ¿Para joderle la vida una vez más?

—¿Alguna vez pensaste que no fue mi culpa el que hayamos terminado? —encaró él primero.

—Oh, ¿en serio? ¿Quieres decir que esa rubia oxigenada se te tiró encima y como la buena persona que eres simplemente la llevaste a la cama? —comentó cínica y agregó una risa falsa—. Vaya, sí, tienes razón. Mi error. Eres un santo, Tyson Brady.

El rubio apretaba los dientes, no queriendo que las cosas se salieran de la raya. Por muchas ganas que tuviera de encajarle un buen puñetazo a la castaña, se contuvo y la dejó pasar. Como siempre hacía en Lawrence.

Miró a los otros presentes en la escena y al ver que nadie hacía nada al respecto de lo que ocurría, decidió volver a la habitación que había aclamado como su celda personal.

—Si saben algo de ella, avísenme —vio el revoleo de los ojos del mayor de los cazadores y suspiró. No le avisarían, pero valía la pena intentar—. Por favor —suplicó, y luego desapareció de la sala.

Los cuatro integrantes de la cocina quedaron ahí mirando distintos puntos fijos del lugar. Muchas cosas iban en la mente de los Winchester, desordenadas mentes y difusos pensamientos. A diferencia de los ángeles, los humanos sí analizaban todo, cada mínimo detalle insignificante. Mientras que las criaturas celestiales se encargaban de lo lógico y estratégico, dejando emociones a un lado.

La castaña suspiró. Se volvió a sentar, sin saber bien a qué estaban esperando.

—Vaya —pronunció el arcángel, rompiendo el silencio después de largos minutos—. Ese chico sí que es un idiota.

—Bienvenido al club —dijo sarcástica Amy.

—Ya que estamos todos juntos, además de darles un pasaje de una hermosa habitación a los dos tortolos —comentó con una sonrisa mientras miraba a los tres sentados en la mesa, la cual la mayoría de las respuestas fueron miradas de recelo y enfado—, vine porque creo tener algo que pueda ayudarnos.

Los ojos de Dean y Sam se iluminaron, tal vez sería algo que ellos dos podían controlar (a diferencia del tema del alma gemela). Antes de continuar la conversación, los cuatro fueron a la biblioteca del búnker, sintiéndose así más enfocados en el tema, ninguno comió algo ya que sin Lily no había motivo de seguir cocinando. Se pusieron a hablar estrictamente de negocios.

—He hablado con dioses mitológicos, y no creo que muchos nos ayuden. Ya saben eso de las religiones, se ponen muy sentimentales. "¿Tu religión lo arruina y nosotros debemos arreglarlo? ¡Igual que en el Apocalipsis!" Bla, bla, bla —explicó con rapidez y a su típica manera graciosa y sarcástica—. Así que podemos descartar a esos infelices. Me encontré a Belzebú en Venecia, cuando iba de camino al Vaticano —Sam abrió la boca, preparado para preguntar sobre esa visita a tal ciudad, pero Gabriel levantó la mano y negó con la cabeza—. Larga historia, tal vez para otro día. El tema es que a él no le importa Moah, eso lo dejó bien claro. Pero dice de estar dispuesto a enfrentarse a él si la situación se va de mambo.